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Lunes, 9 de marzo de 2009
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Hollywood prepara tres películas sobre la vida de Salvador Dalí

El belga y el arte de la falsificación

Dalí y Little Ashes intentarán un biopic clásico, pero la que tira el bombazo es Dali & I: The surreal story, basada en un libro de Stan Lauryssens que dice que existió una industria de obras falsas de la que Dalí tenía conocimiento.

Por Jerome Taylor *
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Dalí, objeto de tres biopics actualmente en producción.

Con esos bigotes encerados y apuntando hacia arriba que son su marca registrada, y su afición por los discursos extravagantes, Salvador Dalí supo prosperar en la generación de controversias y disfrutó una existencia signada por un modo de vida largamente excéntrico. Durante toda su vida, sus detractores dijeron que el hombre parecía más preocupado por cultivar su propia imagen avant garde que por la calidad de su trabajo. Los amigos, mientras tanto, defendieron firmemente al pintor español, diciendo que simplemente vivía su propia forma de surrealismo tanto como la pintaba. Pero cuando un desconocido comerciante belga de arte, que también es un ex convicto, publicó una memoria en la que sostiene que la mayoría de los trabajos de Dalí eran falsificados y estaban hechos con la aprobación del artista, consiguió generar un terremoto aun en un mundo del arte acostumbrado a las afirmaciones más fantásticas sobre uno de sus miembros más fantásticos.

Ahora, el libro de Stan Lauryssens se está convirtiendo en una superproducción de Hollywood, con Al Pacino dispuesto a encarnar al surrealista español en los momentos en los que se acercaba al final de su vida. La película es uno de los tres biopics actualmente en producción, lo que demuestra hasta qué punto la Meca del Cine ha sucumbido a una nueva Dalimanía, dos décadas después de la muerte del artista. Como es de suponer, los productores de cada proyecto buscan terminar el suyo lo más rápido posible: aventajar a los otros en la fecha de estreno es crucial. Cuando dos películas basadas en la vida del escritor Truman Capote fueron estrenadas en rápida sucesión, la que llegó segunda sufrió graves problemas para atraer público a las salas, mientras que la primera se llevó todos los dólares y significó un Oscar al Mejor Actor para Phillip Seymour Hoffman.

La primera película que llegará a los cines parece ser Little Ashes, un biopic inglés protagonizado por Robert Pattinson (Harry Potter, Crepúsculo), ambientada en la adolescencia del artista, en los años ’20 en Madrid. El film se centra en las amistades sexualmente ambiguas de Dalí con el poeta Federico García Lorca y el aspirante a cineasta Luis Buñuel, y será estrenada en Estados Unidos en la segunda mitad de este año. El segundo, Dalí, dirigido por el británico Simon West, presentará a Antonio Banderas en el rol central y a Catherine Zeta-Jones como su esposa Gala. Explorará el modo en que el pintor conquistó América y luego el mundo con una mezcla de sexo, pecado y surrealismo, sólo para sucumbir después al escándalo mundial y la mala fortuna.

Pero la que promete más controversias es la adaptación de las memorias Dali & I: The surreal story (“Dalí y yo: la historia surreal”), escritas por el hombre de 63 años que comenzó como quesero y se transformó en exitoso comerciante de arte, perseguido durante años por Interpol y eventualmente encarcelado por vender cientos de falsificaciones de obras. En España, donde Dalí es considerado un héroe nacional, el libro de Lauryssens provocó reacciones furiosas, no sólo porque sostiene que el artista estaba relacionado con una vasta red de falsificaciones de sus pinturas, sino también porque describe escabrosos detalles de su vida sexual. Lauryssens retrata al pintor y su esposa Gala como dos amantes vorazmente cargados, que se embarcaban regularmente en orgías con actrices famosas, lo que cautivó y disgustó en partes iguales a los lectores españoles. La fundación que controla la herencia de Dalí negó de manera vehemente la mayoría de las aseveraciones de Dali & I y ha amenazado con demandar judicialmente a Lauryssens, pero hasta ahora no realizó ningún movimiento. Cuando el libro, que fue traducido a 33 lenguajes, fue editado en España, la Fundación Gala-Salvador Dalí señaló: “El contenido de Dali & I no tiene la más mínima credibilidad. Estas falsedades sólo pueden ser explicadas como parte de una campaña promocional del libro y el film, que será realizado en completa ausencia de cualquier rigor histórico, artístico y ético”.

Desde su hogar en Bélgica, Lauryssens dice creer que el libro hará un film muy entretenido. “La película está lista para empezar”, señala. “El dinero y la mayoría de la gente están comprometidos, están esperando a Pacino para comenzar la filmación. Contará la historia de cómo vendí cientos de falsificaciones de pinturas de Dalí, y cómo él mismo sabía de todo el asunto, y aprobaba esa industria que trabajaba con sus obras falsas.” Dadas sus sorprendentes afirmaciones, no sorprende que Hollywood se sienta atraído por el libro de Lauryssens. Sobre todo porque la vida del comerciante de arte –que será encarnado por el irlandés Cillian Murphy– parece en sí un guión cinematográfico. Mucho antes de que entrara al mundo secreto de las falsificaciones, Lauryssens se vio envuelto en una multitud de otras actividades poco honestas. Comenzó su carrera de estafador a fines de los ’60, cuando estaba en sus veinte años, practicando agujeros en quesos comunes y vendiéndolos como emmental suizo. Más tarde se dedicó al periodismo, y pretendió entrevistar a una serie de celebridades de Hollywood para una revista belga. “Hice un montón de buenos reportajes, pero para acceder a la gente tuve que inventar bastante”, dice. “En el curso de dos años hice entrevistas falsas a casi toda estrella de Hollywood: Elizabeth Taylor, Marlon Brando, el que quiera nombrar.”

En 1972 le prestó atención a Salvador Dalí. “Inventé una gran historia sobre cómo él y Disney estaban trabajando juntos en una suerte de dibujo animado pornográfico”, relata. La historia captó la atención de un oscuro grupo de inversión belga que asumió que Lauryssens era un experto en Dalí y lo contrató como comerciante de arte. Así, con apenas 25 años, Lauryssens se encontró volando por toda Europa, comprando montones de pinturas a pesar de no tener la más mínima experiencia previa en el mundo del gran arte. “Buena parte del trabajo menos popular de Dalí es poco agradable de ver... así que era bastante difícil encontrar compradores”, señala. “Eventualmente fui introducido a parte del entorno de Dalí, que me dijo que el mejor dinero podía hacerse vendiendo falsificaciones, porque allí estaban los items que tendían a tener los elementos más populares, como los relojes derretidos.” Según Lauryssens –que fue perseguido por Interpol a fines de los ’80 y finalmente cumplió dos años de cárcel por vender obras falsas–, cuanto más se metía en el tema de las falsificaciones iba descubriendo que éstas eran creadas por la gente más cercana a Dalí, incluso con su supuesta aprobación. “Desde los ’60, todo el mundo sabe que Dalí necesitaba cerca de medio millón de dólares por mes para sostener su espléndido estilo de vida”, dice. “Vivía como una especie de marajá.”

El mismo Dalí admitió frecuentemente que había hecho enormes sumas de dinero simplemente firmando cientos de bocetos rápidos y litografías, que después se vendían por miles de dólares. Una vez dijo que “cada mañana, antes del desayuno, me gusta empezar el día ganando 20 mil dólares”. La existencia de algunos cientos de litografías cimentó un floreciente mercado paralelo global de falsificaciones. En el momento de la muerte de Dalí, por un ataque al corazón en enero de 1989, su herencia se calculaba en 87 millones.

Pero las afirmaciones de Lauryssens son tan polémicas porque él asegura que la mayoría de los trabajos producidos por Dalí después de la década del ’60 no fueron en realidad tocados por él, sino por un pequeño ejército de asistentes. “Si no se cuentan las pinturas, que son bastante más difíciles de falsificar, yo diría que el 75 por ciento de todas las obras atribuidas a Dalí no fueron hechas por él”, dice Lauryssens. A comienzos de los ’80, antes de su estadía en la cárcel, el belga fue a ver al artista en su villa costera en Cataluña. El comerciante dijo que Dalí se estaba quedando calvo, tenía el vientre hinchado “y su brazo derecho temblaba desde el hombro hasta la muñeca”. Un panorama bien lejano a la imagen del showman atrozmente ostentoso. Los espectadores deberán esperar hasta 2011 para ver qué lado de Dalí elegirá Al Pacino para retratar. Pero lo que es indudable es que, hasta que llegue ese momento, el enorme monto de controversia y publicidad estará garantizado.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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