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Jueves, 16 de abril de 2009
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El alumnado de Cantet se revela como un sorprendente laboratorio social

Materialidad de la palabra

Si la escuela es el lugar público por excelencia, el primero en la vida de todos los ciudadanos, ¿cómo filmarlo? Laurent Cantet elige el camino más difícil: decide filmar la palabra, su materialidad, su ejercicio cotidiano, su poder multisémico.

Por Luciano Monteagudo
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Entre los muros: el aula convertida en un campo de batalla dialéctico.

El triunfo del nuevo film de Laurent Cantet –Palma de Oro en el Festival de Cannes, éxito de público en su país, amplia distribución internacional– puede ser leído de muy diversas maneras. En primer lugar, el director francés logra expresar de manera muy creíble y muy vívida, con vigor y verdad, la cotidianidad en un aula dura, difícil, de un colegio secundario de un suburbio parisiense de hoy. Con la colaboración de François Begaudeau, un profesor de Liceo que escribió un polémico libro sobre su experiencia docente y a quien Cantet a su vez convirtió en el protagonista del film, Entre los muros se limita a las cuatro paredes del aula, o a lo sumo al patio de recreos y la sala de profesores. Pero en ese micromundo –abigarrado, intenso, a veces violento– alcanza a ver reflejada la nueva realidad de todo un país, que a veces los propios franceses no quieren ver.

Mosaico multiétnico, plagado de diferencias culturales y de origen, el alumnado de Cantet se revela como un sorprendente laboratorio social. En este sentido, no debe ser subestimada la importancia política de la Palma de Oro, que llegó justo cuando el gobierno de Nicolas Sarkozy estaba aplicando drásticos recortes a los presupuestos de políticas públicas. El film de Cantet –que de alguna manera es al colegio secundario lo que Ser y tener, el documental de Nicolas Philibert, era a la escuela primaria– viene a reforzar la idea de la democracia participativa y de la diversidad cultural, tan proclamada por la intelligentzia francesa. En este sentido, hay (como también lo había en el film de Philibert) un cierto aire institucional en Entre los muros: se intuye en la película de Cantet la necesidad de representar no sólo los valores de la escuela pública francesa, sino también de defender la continuidad de una política de Estado que el gobierno neoliberal de Sarkozy parece haber puesto en duda.

Lo que hace de Entre los muros una película capaz de superar la mera contingencia política y, a su vez, de elevarse por encima del manual de sociología, es su maestría cinematográfica. Si la escuela es el lugar público por excelencia, el primero en la vida de todos los ciudadanos, ¿cómo filmarlo? Cantet elige el camino más difícil, llega a la conclusión de que en el principio está el verbo. Y decide filmar la palabra: su materialidad, su ejercicio cotidiano, su potestad multisémica.

Esto por supuesto no implica que el director reniegue de la observación más fina y del poder de la imagen: con una cámara en mano que parece invisible, Cantet no cesa de registrar los gestos de sorpresa, abulia o mera indiferencia de los alumnos, el rostro crispado del profesor, las vestimentas de unos y otros que determinan sus afinidades y grupos de pertenencia. Pero finalmente (no por nada François es profesor de lengua) es la palabra aquello que Cantet pone en escena: las múltiples voces y discursos que se cruzan en ese campo de batalla dialéctico en el que se convierte el aula.

En este sentido, la sorpresiva referencia final de una alumna a La República, de Platón, viene a darle un marco conceptual a lo que hasta entonces había sido en el film pura experiencia. No se puede decir que esos duelos verbales del profesor y sus alumnos (y de los alumnos entre sí) sean precisamente diálogos socráticos, pero claramente François tiende al uso de la mayéutica, a la discusión y el debate de cada uno de los temas que se van planteando en el aula para llegar a un conocimiento que puede parecer oculto pero finalmente tiende a ver la luz. Eso vale para el curso, pero también para el profesor, que por un serio conflicto en el aula debe enfrentarse no sólo ante un consejo de disciplina, sino sobre todo a su propia conciencia, con la cual debe dirimir un problema de orden ético.

Aquí el film de Cantet se entronca de manera directa no sólo con Recursos Humanos (1999), su notable primer film –donde las discusiones familiares y las asambleas gremiales ocupaban un lugar central–, sino también con El empleo del tiempo (2001), su magistral segundo largo. Tanto en estas dos películas como ahora en Entre los muros, lo que filma Cantet es algo inhabitual en el cine contemporáneo: el mundo del trabajo. Si su nueva película no da respiro no es apenas porque transcurre entre cuatro paredes, sino porque registra, sin tregua, no sólo el trabajo del profesor al frente del curso, sino también el de los alumnos en su arduo aprendizaje cotidiano, que va mucho más allá de las materias curriculares, para adentrarse en el terreno de la inserción en el mundo adulto y de la convivencia social.

Y como en El empleo del tiempo, hay también aquí una suerte de estudio clínico de la fatiga, un pequeño ensayo sobre el cansancio. Ya desde la primera imagen, cuando se ve al profesor apurando un café y luego, con la determinación de quien va a enfrentarse a una tarea abrumadora, se lanza hacia la primera clase del año, se percibe el esfuerzo no sólo intelectual sino también físico que supone ponerse al frente de un curso. Ese cansancio también se percibe en los rostros demacrados de sus colegas y en las ojeras prematuras de los padres. El cansancio también está presente en los alumnos, que se duermen en clase o bostezan, o expresan manifiestamente su agobio ante una educación que no sienten necesaria.

De todos estos apuntes está hecha esta pequeña gran película, cuya modestia en recursos –nada de estrellas, decorados o efectos especiales– es inversamente proporcional a la cantidad y calidad de sus logros.

8-ENTRE LOS MUROS

Entre les murs (Francia, 2008).

Dirección: Laurent Cantet.

Guión: Laurent Cantet, François Bégaudeau y Robin Campillo.

Fotografía: Pierre Milon.

Edición: Robin Campillo.

Intérpretes: François Bégaudeau, Esmeralda Ouertani, Franck Keïta, Rachel Régulier, Wei Huang, Nassim Amrabt, Laura Baquela.

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