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Jueves, 18 de junio de 2009
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Toda la gente sola, de Santiago Giralt, con Luciano Castro y Lola Berthet

Catálogo de pequeñas miserias pueblerinas

Por Horacio Bernades

Toda la gente sola es la primera película dirigida da solo por Santiago Giralt, coguionista de Géminis y Cordero de Dios y correalizador de UPA!, Una película argentina (2007) y la aún inédita Las hermanas L. (2008), vista en la última edición del Festival de Mar del Plata. A diferencia de aquéllas, caracterizadas por un espíritu entre juguetón y provocativo, propio de un grupo de amigos, Toda la gente sola es un film de tono y formato tradicionales, visiblemente apuntado a un público más amplio.

En la medida en que transcurre en Venado Tuerto, ciudad natal del realizador –a la cual Giralt parecería querer ajustarle las cuentas, tal vez como Manuel Puig hizo con General Villegas en Boquitas pintadas– se supone que la película representaría una apuesta más ligada a lo autobiográfico, más comprometida quizás en términos personales. Sin embargo, la presunta “denuncia” de la hipocresía y mediocridad pueblerinas no va más allá del lugar común, en el marco de una puesta en escena que, a diferencia de la relectura puigiana del folletín popular, jamás trasciende lo convencional.

Film coral, interpretado por un elenco mayoritariamente entrenado en televisión, Toda la gente sola (título con resonancias de Eleanor Rigby) es uno de esos frescos pueblerinos en los que gente anónima se cruza con representantes del poder. Entre los primeros, un musculoso entrenador de gimnasio, objeto de deseo de las chicas del lugar (Luciano Castro), una mujer separada, en litigio con su ex (Mónica Villa, que sufre, llora y se retuerce casi más que en Esperando la carroza), la hija de aquélla, empleada de tintorería (Lola Berthet) y el hermano de ésta, que atiende la recepción de un hotel (Elías Viñoles). Entre los segundos, un concejal, por supuesto corrupto y racista (Fernando Ferrer), su esposa insatisfecha (Erica Rivas), un cura joven (Esteban Meloni) y su principal competidor en el mercado de la fe, predicador de lo más chanta (Alejandro Urdapilleta).

El lugar común de que la vida pueblerina se sostiene sobre la represión sexual y la doble moral se ve expresado en una vasta circulación de deseos cuidadosamente mantenidos en el closet, incluyendo al predicador y su “chongo”, el cura y su asistente, el empleado de hotel y el “chongo” del predicador y la señora separada, que por lo visto anda queriendo consumar con el cura joven su irrefrenable condición de chupacirios.

A pesar de esa aparente voluntad de revulsión, Toda la gente sola transcurre en un estado de calma pueblerina, sin terminar de decidirse por el melodrama familiar, la sátira de costumbres, la comedia sexual o, mucho menos, el tímido amago de comedia romántica que aflora en el último plano, ya casi en tiempo de descuento y con el partido definido.

4-TODA LA GENTE SOLA

Argentina, 2009.

Dirección y guión: Santiago Giralt.

Fotografía: Sol Lopatin.

Intérpretes: Luciano Castro, Lola Berthet, Erica Rivas, Mónica Villa, Alejandro Urdapilleta y Elías Viñoles.

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