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Lunes, 26 de octubre de 2009
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Naomi Watts, de la frustración al tope de una lista de Forbes

“No hay buenos papeles para mujeres”

Alguna vez sintió que su carrera se estancaba, pero terminó apareciendo en tanques como King Kong y Promesas del Este, acaba de filmar con Woody Allen y se prepara para una película en la que encarna a una mujer perseguida por la administración Bush.

Por Kaleem Aftab *
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“Me honra que me ofrezcan contratos para publicitar productos, pero tengo que creer en ellos”, dice la actriz.

Cuando la revista Forbes publicó hace poco la lista de las actrices más rentables de Hollywood, el nombre de Naomi Watts fue la sorpresa en el tope. Como se trata de una revista de negocios, la lista fue compilada usando un método bastante árido de retornos por las inversiones. Y, en ese sentido, se calculó que la actriz de 41 años apareció en películas que ganaron 44 dólares por cada billete que le pagaron a ella. La lista de sus créditos recientes incluyen Agente internacional, King Kong, Funny Games, Promesas del Este y Al otro lado del mundo. No cuesta imaginar a los actores intentado despedir a sus agentes cada vez que su nombre aparece al tope de la lista de Forbes, quejándose de que no les pagaron lo suficiente, y a los agentes respondiendo enojados: “¿Realmente creés que la gente fue a ver King Kong porque trabajabas vos?”.

Los criterios usados por Forbes son extraños, pero al parecer los reales beneficiarios son los productores de las siguientes películas del actor en cuestión, quienes se frotarán las manos aliviados por haberse asegurado a la estrella antes de que su cachet inevitablemente ascienda a los cielos. Sin embargo, hablando durante el festival de San Sebastián –donde fue la première europea de su última película, Mother and Child, dirigida por Rodrigo García, hijo de Gabriel García Márquez–, Watts dijo que ganaba suficiente dinero por hacer ocasionales películas de alto presupuesto y por aparecer en publicidades, como para no tener que preocuparse si la retribución por su trabajo principal no es tan alta como podría ser. Y no sólo eso: por el papel adecuado, está dispuesta a cobrar menos. “No soy una jovencita inexperta”, anuncia en el modo directo que caracteriza su forma de conversar. “Me honra que me ofrezcan contratos para publicitar productos. Cuando llegan cosas como ésas, una se siente halagada y también muy aliviada, porque para poder hacer películas como Mother and Child, ayuda poder decir ‘Ok, voy a irme a trabajar durante varias semanas sin cobrar nada, básicamente’, y al regresar ser capaz de recurrir a las promociones”.

A Watts le ofrecen contratos para todo tipo de productos y su estatus estelar significa que puede elegir lo que acepta. “Tengo que creer en el producto, en el concepto y en cómo tratan de venderlo, de otro modo me siento tonta y extraña”, admite. “Y algo más, para decir las cosas como son: la exposición también significa algo para nosotros. Pero es un balance, uno no quiere sobreexponerse”. Un claro ejemplo de los beneficios recíprocos de estos acuerdos pudo verse en San Sebastián, cuando Stella McCartney mandó por avión un vestido para que la actriz lo luciera en la alfombra roja. Como siempre, Watts estaba deslumbrante bajo los flashes en el sitio oficial para las fotos, pero también es agradable ver que puede vestirse más normalmente. En el momento de la entrevista usa pantalones negros tres cuartos y una hermosa blusa blanca. Una alianza de oro brilla en el dedo anular.

El título de familia de su nueva película resulta apropiado, ya que hace poco la actriz tuvo dos varones, ahora de 2 años y 9 meses, con el actor Liev Schreiber, quien fue su coprotagonista en el drama de John Curran Al otro lado del mundo (2006). “Soy madre y el concepto en sí es de ciencia ficción”, dice sobre su propia experiencia. “Es simplemente muy raro. Cuando miro a mis hijos, todavía no puedo creer que salieron de un breve momento y ahora son personas. Son bebés, personas, y aprenden y descubren montones de cosas, y cuesta creerlo. Son tan sorprendentes y no paran de fascinarme, y pronto van a tener problemas. Ahora son simplemente seres inocentes, que aprenden y crecen, pero pronto van a estar jodidos”. La actriz se recompone y se ríe, antes de disculparse rápidamente: “Perdón, no quería ir para ese lado”.

Esta es la clase de frases cínicas que su personaje, Elizabeth, pronuncia continuamente en Mother and Child. Y como se ha convertido en norma para películas asociadas con Alejandro González Iñárritu, que es uno de los productores y que ya dirigió a Watts en 21 gramos, la película está dividida en tres historias que en un punto se cruzan. Watts interpreta a una abogada para la que su carrera está antes que tener una familia. Ella seduce a un jefe casado, interpretado por Samuel L. Jackson, al mismo tiempo que se acuesta con un vecino cuya esposa está embarazada. El personaje ve el lado oscuro de cada situación, y todavía no se adaptó al hecho de que fue entregado en adopción cuando era bebé.

Watts dice que puede sentir identificación con eso de poner la carrera antes que la familia. “Pienso que hubo momentos, aunque ciertamente no fue hace poco, porque bajé bastantes revoluciones. Elizabeth se sumerge en su carrera por una razón obvia: no quiere enfrentar el dolor, no quiere parar y mirar hacia adentro. Su trabajo es algo que puede controlar. Puedo identificarme con eso. Ciertamente, al principio, cuando las cosas estaban despegando para mí en Estados Unidos, estaba en la rutina y no quería particularmente tener una relación. Quería viajar mucho. Vengo de un lugar que no fue infancia problemática ni nada de eso, pero en el que hubo cierta tristeza que quizá no quería enfrentar, entonces el trabajo parecía una buena opción. Pero he cambiado mucho. He bajado las revoluciones y tengo una familia. Cuando conocí a Liev las cosas cambiaron”.

Aunque nació en Shorenham, Inglaterra, Watts fue criada en Australia. Su padre, Pete Watts, ingeniero de sonido de Pink Floyd, murió cuando ella tenía 7 años. Su madre abandonó Inglaterra antes de radicarse en Australia con su hijo y su hija. Watts empezó a actuar y apareció junto a su amiga Nicole Kidman en Flirting. Mientras la carrera de su amiga saltaba a la estratósfera, la de Watts parecía estancarse. Ella capturó ese estado en la película australiana de bajo presupuesto Ellie Parker, en la que la actriz frustrada interpretaba a una actriz frustrada. Sin embargo, esa película fue filmada en 2001, el mismo año en que David Lynch la eligió para El camino de los sueños, en la que interpretó los roles duales de Betty Elms y Diane Selwyn. Casi de la noche a la mañana, se convirtió en un nombre muy conocido.

En años más recientes, Watts se ganó el apodo de “La reina de la remake” al haber aparecido en las dos adaptaciones para el público norteamericano de la saga de La llamada, de Hideo Nakata, en la revienta taquillas King Kong, de Peter Jackson, y en el recuento cuadro por cuadro de Funny Games US, de Michael Haneke. “Siempre me preguntan ‘¿por qué hiciste tantas remakes?’”, dice ella. “Y hay más en conversaciones... Pero sigo diciendo que es porque no hay buenas ideas ni grandes papeles dando vueltas”. Habla de la falta de buenos papeles para mujeres, y dice que una de las cosas que la atrajeron para hacer Mother and Child fue que se desarrollaba alrededor de tres personajes femeninos fuertes. “Es poco frecuente cruzarse con buenos guiones para mujeres”, agrega. “No se puede dejar como tarea a los guionistas, una tiene que ser un poco más participativa, en términos de leer todo lo que te mandan y leer artículos de los diarios. Aunque últimamente no estuve muy activa, por los chicos”.

Es una crítica condenatoria hacia la industria del entretenimiento que una actriz como Watts no pueda encontrar papeles de un calibre suficientemente alto. Ella ni siquiera está segura de qué hará a continuación, ahora que es la actriz más rentable según Forbes, pero está entusiasmada con otros dos proyectos en los que acaba de trabajar. “Uno fue con Woody Allen, lo cual fue una gran experiencia. El me mandó el guión, pero no lo conocí hasta el día en que empezamos a filmar, algo muy inusual. Otra película, todavía sin título, está basada en la historia de Valerie Plame, de quien sorprendentemente fue revelado por la administración Bush que era una agente de la CIA (después de que su esposo escribió una nota de opinión en el New York Times en la que denunciaba que la inteligencia acerca de las armas de destrucción masiva en Irak había sido manipulada). Ella escribió un libro llamado Fair Game (Juego limpio) y ése es el título que por ahora estamos usando para la película, aunque no sé si será el definitivo”.

Para prepararse para ese papel, Watts tuvo un breve encuentro con Plame. “Es una mujer maravillosa y traté de no hacer demasiado. Esta película surgió muy rápido, inesperadamente, y no pasé suficiente tiempo con ella como para asumir cada faceta o gesto. Es una mujer extraordinaria”. Es que la vida de Watts ha cambiado tanto en los últimos años que ahora hacen falta mujeres y papeles extraordinarios para convencerla de que deje a sus hijos y continúe con su ocupación.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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