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Domingo, 14 de febrero de 2010
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ANAHI BERNERI PRESENTA HOY POR TU CULPA, SU TERCERA PELICULA

“La maternidad es, también, una construcción social”

La cineasta, que en Un año sin amor había abordado el tema del sida, ahora vuelve al festival de Berlín con un film que trata sobre la violencia familiar, “pero no de una forma tremendista. Habla de la violencia de todos los días, ejercida sobre los que más queremos”.

Por Oscar Ranzani
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Berneri obtuvo en 2005, en la Berlinale, el Premio Teddy, dedicado a películas con temática gay.

Hace cinco años, cuando debutó con Un año sin amor, Anahí Berneri pisó la alfombra roja de Berlín, ya que presentó su ópera prima en la Sección Panorama de uno de los festivales más prestigiosos del mundo. Y no se fue con las manos vacías: su primer largometraje ganó el Premio Teddy, otorgado por un jurado paralelo dedicado a evaluar películas con temática gay. Ahora, su tercer largo, Por tu culpa, tendrá su première mundial hoy en la misma sección de la Berlinale, situación que demuestra que algunas producciones del cine independiente argentino resultan del gusto de los programadores del certamen, y que se les presta mucha atención en el exterior, a pesar de que no siempre consigan un espacio destacado en las carteleras porteñas. En aquella oportunidad, la directora había viajado embarazada, ya que estaba por nacer su segundo hijo. “Así que volver ahora con una película sobre hijos y sobre familia en algún punto es como que se unen”, expresa en la entrevista con Página/12. Berneri se refiere a la esencia de Por tu culpa, protagonizada por Erica Rivas, que encarna a Julieta, una mujer que acaba de separarse de su marido y que una noche, mientras intenta adelantar trabajo, no pone los límites necesarios a sus dos pequeños hijos que juegan de manera brusca. Como consecuencia, el más chico se lastima. Julieta lo lleva junto a su hermano a una clínica y a partir de allí, comienza una verdadera odisea para la madre, que será acusada de violencia doméstica.

La directora de Encarnación comenta que la idea de Por tu culpa nació en una charla de amigos. Una joven había contado una historia similar a la que sucede en la ficción, y a la cineasta le impactaron los sentimientos que le habían generado a esa chica: “La idea de la culpa y la responsabilidad en la maternidad, sobre todo cuando los chicos están en la etapa de crianza, con tres o cuatro años, donde una es responsable de estar mirándolos, controlándolos”, comenta. El título del film tiene un tinte autobiográfico. “`Por tu culpa’ es una frase que me decían mucho mis hijos cuando empezaban a caminar, se caían y se daban vuelta. Aunque estuvieran a doscientos metros, me gritaban: ‘¡Por tu culpa me caí!’. Hay un lazo que se sigue manteniendo con los chicos durante la crianza, como existía en el útero. Hay algo de eso en la maternidad. Y no es de la misma forma en la paternidad”, asegura Berneri.

–¿Por qué?

–Por el lazo que nos une desde la gestación. Pero también por un rol o un lugar social. La sociedad está preparada para que sea la madre la que esté mirando y sea la responsable. Yo no creo en el instinto materno. La maternidad es también una construcción. Y cada vez más en la sociedad.

–¿A qué lo atribuye?

–Al cambió de rol de la mujer. Esto lo digo sin ponerme feminista ni machista. Algunos hombres que leyeron el guión me decían: “Este es un guión machista”. O sea, puede verse de las dos formas. O de ninguna, porque simplemente está reflejando lo que ocurre. Hoy por hoy, para mí hay una imagen que está un poco desenfocada. No está muy claro si cuando la mujer es independiente y sale a trabajar, las tareas de crianza de los chicos serán compartidas. Se supone que sí, se pretende que sí, pero la realidad no siempre es tan clara. Y cuando la mamá se va de la casa, deja a otra mujer, con lo cual el rol de la maternidad sigue siendo de mujeres: una abuela, una empleada... Estoy hablando de la clase media: la culpa de dejar a los chicos en casa para irse a trabajar o para buscar una realización personal fuera del hogar es de la clase media. Y tenía ganas de hablar un poco de ese lugar de culpa y del vacío que provoca el dejar librado al azar quién está con los chicos.

–¿De qué manera incidió el hecho de que usted sea madre en la temática de la película?

–Muchísimo. No podría haber hecho esta película sin ser madre. En el guión yo había puesto mucho el cuerpo, en el sentido de pensar qué ocurre con los chicos en una situación así. Y mi experiencia de poner el cuerpo es lo que se ve en el film. También me sirvió muchísimo que Erica Rivas sea madre, porque compartíamos cosas, gestos que yo no le marcaba en la película: ella abría un yogur y chupaba la tapita, veía al nene sucio y lo limpiaba con la remera. Ella tuvo un trabajo muy atento porque el niño no era su hijo.

–¿Y cómo fue la labor de dirección con chicos muy pequeños?

–Trabajamos muchísimo. El inicio del casting empezó en febrero de 2009 y filmamos en julio y agosto. El entrenamiento con el nene de dos años había empezado en marzo: consistía en ir al zoológico, estar juntos, encontrarnos a merendar. No fue igual con el nene mayor, Nicasio Galán, que tenía una edad distinta: con nueve años él tenía conciencia de su actuación. Pero desde el comienzo buscábamos que fueran hermanos porque el permiso de los hermanos sobre el cuerpo del otro era algo impagable. Aparte, está la brutalidad que tienen los chicos por ser niños. La violencia es constitutiva. Pero los permisos que se dan entre hermanos de poder empujarse, tirarse, yo los necesitaba porque es una película que habla sobre la violencia en los vínculos. Habla de la violencia familiar, pero no de una forma tremendista sino de la violencia de todos los días ejercida sobre los que más queremos, a pesar del cariño, y que se debe al apuro y el desborde en que uno vive y a la exigencia que uno tiene.

–¿Considera que la película establece una mirada de género sobre el conflicto?

–Habla de los géneros, no sé si establece una mirada de género. Es una película con mucha sexualidad, aunque no hay escenas de sexo: hay algo de los cuerpos que está muy latente en las relaciones entre la pareja, entre los chicos. No intenté dar respuestas. Es simplemente un reflejo, una exposición. Al estar tan condensada y al transcurrir todo en una noche, Por tu culpa tiene algo de accidente, de pesadilla, de algo que salió de la normalidad y vuelve a su lugar. Esta familia ya vivía en ese abismo, en esa pelea, en esa violencia. Simplemente, un accidente los expone ante los ojos de la sociedad y de una autoridad médica. También hay que señalar que la autoridad médica siempre tiene un lugar de moral en la crianza de los chicos. Cuando son chicos, el pediatra dice qué se debe hacer, cómo se tiene que alimentar, de qué manera hay que cuidarlos. Luego, con el marido, llega la autoridad policial (risas).

–El film también parece señalar que ser madre llena de felicidad a la mujer pero también implica responsabilidades y peligros.

–La crianza es el lugar de dar. Y la verdad es que estamos en una sociedad bastante individualista. ¿Responsabilidad? Por supuesto. Tanto la maternidad como la paternidad generan responsabilidades. También está muy expuesto el consumismo de esta familia. Son chicos que están desbordados de juguetes, que parecen tener todo, menos atención. Y, por otro lado, Julieta es una madre que no está sabiendo poner los límites.

–¿Por qué?

–Por el desborde del momento que está viviendo. Está atravesando una crisis de separación. Y porque en la maternidad y en la paternidad lo más difícil es poner límites. Estos chicos están de- safiando el límite todo el tiempo pero, por otro lado, no son monstruos: son chicos que pueden verse todos los días. Por tu culpa es un reflejo de miles de familias. Por supuesto, es un recorte: una noche donde algo se desbordó. Pero no es una familia disfuncional. El padre y la madre están viviendo un momento de separación. Pero esta familia no es tan distinta de las que me rodean.

–¿Julieta es una mezcla de madre descuidada y sobreprotectora?

–No sé si descuidada. Quiere hacerse un lugar para ella, trabaja en su casa. Quiere encontrar su lugar. Algo que se insinúa (y que lo utilicé en la construcción del personaje) es que es una madre que está volviendo a trabajar, luego de una separación. Entonces, está construyendo una personalidad para su vida laboral. Está intentando volver a su profesión y empezar a equilibrar esta balanza entre la maternidad y el trabajo.

–¿Y cómo se complementan en Julieta esa responsabilidad profesional con la de ser madre?

–Se combinan con culpas. Por eso es que no funcionan. Si uno no puede prevenir ni poner límites, no se puede ir tranquilo, se va preocupado porque sabe que deja un caos. Cuando uno educa y tiene las cosas bajo control, uno se va tranquilo de su casa, porque se ocupó.

–¿El estilo de maternidad que construyó en la película refleja sus propios miedos al enfrentarse a ser madre?

–Sí. Son parte de mis reflexiones sobre la maternidad. Lo bueno es que hayan salido a la luz a través de algo externo, de que otros vean que, tal vez, uno tiene la culpa de que los chicos se hayan lastimado o dañado. Como señalaba Freud, seguro que los padres y las madres hacemos daño a nuestros hijos. El tema es cuánta cantidad de daño, en qué proporción y cómo podemos evitarlo. La culpa es la gran protagonista de esta historia. De hecho, el personaje de Julieta miente sobre el accidente, aunque no está tan claro hasta qué punto pudo haber sido responsable o no del mismo. Ella se siente responsable de otros accidentes y de otra violencia. Es por eso que actúa como actúa.

–¿Por qué decidió que la trama sucediera en una sola noche?

–Quería condensar la tensión. Tenía muchas ganas de trabajar con la ilusión del tiempo real y me servía para hacer foco en el personaje. Me gusta trabajar con retratos, con personajes a quienes seguir, pensar mucho una película como un recorte de..., y que siempre quede algo antes y después; algo que el espectador tenga que construir de la vida de estos personajes, de dónde vienen y hacia dónde van. Me parece muy bondadoso para con mis personajes ser así. No me gusta transformarme en un “dios” que los va llevando por distintos lugares. Prefiero que se puedan mover por un determinado tiempo, que uno los pueda ver.

–La relación de Julieta con el ex no parece muy tirante. De hecho, ante el problema que surge, él la ayuda, con reproches pero la ayuda. No parece haber sido una pareja que haya terminado muy mal.

–Siguen necesitándose. Ella lo llama a pesar de que sabe de qué manera él va a reaccionar y la va a tratar. El necesita protegerla y hacerse cargo de esos chicos, a pesar de la violencia que sigue teniendo el vínculo.

–¿Cómo influye en el conflicto la relación que la protagonista tiene con su madre?

–Ahí viene otra pata del asunto: las abuelas ya no son como la mía, que estaba en casa cocinando y que cuidaba a sus nietos. Esta es una abuela que trabaja, que vive ocupada, que tiene su vida social y que tampoco tiene tiempo para esos nietos. Puede visitarlos una vez al mes pero tampoco es la abuela que pone el cuerpo. Y ahí también está el reclamo de Julieta.

–Más allá del desgaste, Julieta parece vivir con felicidad y amor la maternidad. Usted parece establecer un pacto de complicidad con el espectador, en el sentido de que cuando uno ve lo que le sucede a Julieta, lo siente como una injusticia, en algún punto.

–También es lo que yo sentí la primera vez que vi un caso así. Cada persona que es acusada de haber lastimado a su hijo, va a sentir lo mismo. Y yo quiero que el espectador sienta lo mismo.

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