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Desde San Sebastián
“Mediocre final para un mediocre festival”, rumia el colega, recién enterado de los premios de la 58ª edición de San Sebastián, y da con la definición justa. El Palmarés anunciado en la capital de Guipúzcoa estuvo a la altura de una edición que retrotrajo este festival a pasados y peores años. Dos meses antes de iniciarse, el Donostia Zinemaldia se ponía la pistola en la cabeza: en julio el Comité de Dirección del festival no tuvo mejor idea que anunciar la renuncia de Mikel Olaciregui, su director durante los últimos diez años. Por algún motivo que tal vez algún psicoanalista de grandes eventos pueda interpretar, el anuncio no se hizo al final del festival, como el sentido común aconseja hacerlo, sino con la suficiente antelación como para que todo el mundo tuviera bien claro que lo que se avecinaba no era un festival sino un velorio. Por lo visto muchos concurrentes decidieron recusar la fúnebre invitación y no hubo problema en conseguir lugar. Ni en la más grande ni en las funciones de gala. ¿Para ver qué? Es otro tema.
La gran ganadora de San Sebastián 2010 (Concha de Oro a la Mejor Película, Concha de Plata al Mejor Actor) resultó Neds, del escocés Peter Mullan. Una película de pandillas en la que, más allá de alguna energía y osadías no siempre bien encaminadas, todo resulta entre ya visto y forzado, no sin algún flor de golpe bajo de por medio. Golpes bajos no faltan en la catalana Pa negre (Pan negro), ganadora del premio a Mejor Actriz. En su intención de mostrar la barbarie rural de posguerra civil, la película de Agustí Villaronga empieza con un mazazo aplicado sobre un caballo y su despeñamiento posterior, que incluye dos o tres rebotes del pobre animal contra la roca. La española más premiada resultó Elisa K, Premio Especial del Jurado (segundo en importancia), que antes que en el drama de la protagonista, una chica abusada, parece interesada en el truco formal de que uno de los directores filme la primera parte en blanco y negro y el otro, la segunda, en color y con muchos cortes.
La Kontxa a Mejor Dirección para Misterios de Lisboa, del chileno Raúl Ruiz, era tan de cajón (da toda la sensación de ser el punto de consumación de una obra de más de cuarenta años) que si no se la hubieran dado, el paro general anunciado en España para el miércoles se hubiera adelantado para ayer, en protesta. Mientras que el premio a Fotografía para Aita, la más interesante de las cuatro españolas, parece poca cosa para una de las pocas películas verdaderamente distintas de la competencia oficial. ¿Debería condenarse a la pira eterna por estas decisiones al Jurado Oficial, presidido por el serbio Goran Paskaljevic e integrado entre otros por el argentino Pablo Trapero y Raya Martin? Si hubieran tenido mucho más para elegir, tal vez. Pero así como estaba la cosa, era cuestión de declarar desierto el kontxerío o tirar la monedita y ya.
No le fue mal al cine latinoamericano, el mexicano sobre todo, en el Palmarés de este año (ver aparte). No tan bien para el argentino, que todo lo que se lleva de una plaza amiga es el Premio Otra Mirada, que Televisión Española concedió a Cerro Bayo, única en competencia oficial. Queda como consuelo la Mención Especial del Premio Nuevos Directores otorgado a La vida útil, gran pequeña película del uruguayo Federico Veiroj, de la que Página/12 venía llamando la atención desde el año pasado, cuando fue parte de la iniciativa Cine en Construcción. ¿Qué debería esperarse de San Sebastián desde la próxima edición, a cargo de José Luis Rebordinos, sucesor de Olaciregui? Por el momento, sería suficiente con recuperar el nivel de las tres ediciones anteriores, que sin ser la maravilla universal dieron menos tristezas que ésta. De aquí a un año se sabrá si lo logran.
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