Mi padre siempre se sintió muy cercano al Delta y las islas. No sólo habÃa visto sus canales desde botes o barcos, sino que los habÃa sobrevolado mucho antes, cuando estudiaba para ser piloto civil. Luego vino la casa. A principios de los setenta, estar ahà era soportar una vida rural con todas las letras, sin luz ni servicios básicos, sin calefacción ni servicios sanitarios. No obstante, la pasábamos bien en invierno y en verano.
HabÃa incomodidad, sÃ. Pero esa incomodidad era simultánea al encanto. Desde muy temprano en la mañana habÃa que armar todos los vÃveres y después remar juntos hasta la entrada. Una vez que descendÃamos al muelle, los chicos nos Ãbamos a jugar y Haroldo se ponÃa a hacer distintos trabajos, se iba a visitar amigos o escribÃa: se sabe que ahà redactó, por ejemplo, Perfumada noche. Claro que, debido a que yo era niño, mis memorias son sencillas. Son las imágenes que retiene cualquier hijo. Un paseo en bote, una parada en el muelle para comprar unos sandwiches, una música. Gestos minúsculos que me quedaron grabados.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.