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Lunes, 17 de abril de 2006
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TRES FILMS DE DIVERSO ORIGEN Y PERFIL EN LA COMPETENCIA OFICIAL DE LA MUESTRA

Todos los mundos en el universo del cine

Se trata de Pavee Lackeen: A Traveller Girl (de Perry Ogden), Les invisibles (Thierry Jousse) y En el hoyo (Juan Carlos Rulfo).

Por Horacio Bernades
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En el hoyo, un documental con paisaje obrero, en el DF mexicano.

Los títulos programados para estos días en su competencia internacional le siguen permitiendo al VIII Bafici desplegar su variedad de propuestas. Una muestra acabada de realismo social a la inglesa (Pavee Lackeen: A Traveller Girl, del debutante Perry Ogden), una suerte de thriller erótico-fantástico-existencial (Les invisibles, de Thierry Jousse) y un documental de creación, más cerca del retrato de personajes que de toda forma de didáctica (la mexicana En el hoyo, de Juan Carlos Rulfo) estimulan en el espectador del festival porteño la sensación de que el mundo del cine contiene muchos mundos, más de los que él mismo puede concebir. Esa es justamente la máxima esperanza de todo cinéfilo curioso.

Opera prima de Perry Ogden, que viene de una larga experiencia en las artes plásticas y la fotografía, Pavee Lackeen documenta una realidad poco conocida, la de los llamados pavees irlandeses, que viven en casas rodantes estacionadas en la calle tras haber sido desalojados de sus hogares. Inscripta en la más estricta tradición del realismo británico, la película de Ogden tiene por protagonista a una niña de diez años, que vive en un trailer con su mamá y cuatro de sus nueve hermanos. La mamá es alcohólica, analfabeta y desempleada. Y la edad de Winnie no es fácil de comprobar, ya que la niña no está muy segura de su fecha de nacimiento.

Así como Winnie se cría de modo semisalvaje, pasando la mayor parte del día en la calle (con eventual aspiración de alguna sustancia intoxicante), la situación familiar se complica cuando uno de sus hermanos cae en prisión por robo. Casi al mismo tiempo, el municipio les hace llegar una orden de desalojo. En otras palabras, la mesa está servida para ese regodeo con la miseria ajena al que se conoce como miserabilismo. Y para ese otro regodeo (más específicamente inglés) con el tema de la infancia sojuzgada. Sin embargo, no hay el menor asomo de ello en Pavee Lackeen. Ogden se limita a exponer los hechos del modo más seco y austero imaginable, sin caer tampoco en el falso pietismo. Lo cual no impide que sea visible la cálida corriente que liga al realizador con sus criaturas. Que, por otra parte, “hacen de sí mismas”: Winnie es Winnie Maugham, su mamá es su mamá en la vida real, y así sucesivamente. Y hay que ver cómo lo hacen: ésta es una de esas películas que piden a gritos un premio de actuación para el elenco entero.

Les invisibles despertaba un fuerte interés, en tanto se trata de la ópera prima de Thierry Jousse, crítico de cine y música que supo ser, durante buena parte de los ’90, jefe de redacción de la mítica Cahiers du Cinéma. Y hay que decir que durante buena parte del metraje la película de Jousse sostiene ese interés sobradamente, para caer vencida finalmente por el exceso de pretensiones y la confusión argumental. El título del film refiere a los encuentros sexuales que el protagonista mantiene, a oscuras, con una desconocida, en un cuarto de alquiler, condición que la mujer impone. Músico especializado en el sampleo sonoro, Bruno es tanto un espía del sonido ajeno como un esclavo de su propio deseo auditivo. Lo cual lo lleva a participar de una suerte de hot line grupal, donde conoce a la chica que terminará obsesionándolo mal.

Gracias a un manejo muy preciso del punto de vista, Jousse mete a fondo al espectador en el viaje pulsional de Bruno. Pero llegado el punto en el que la película hace su mayor apuesta, deslizándose de lo real a lo fantástico, el propio relato parece perderse tanto como el protagonista. Pierde también al espectador en un laberinto de citas (la Blow Out de De Palma, Ojos bien cerrados, el mito de Orfeo y Eurídice, Pedro y el lobo) y referencias (el sampleo como metáfora de la vampirización, las relaciones entre el jazz y el tecno y entre crítica de arte y producción artística). Aunque suene contradictorio, la competencia recupera su altura al meterse En el hoyo, uno de los dos documentales que este año presenta la sección(la otra es la española La leyenda del tiempo). Tercer opus del mexicano Juan Carlos Rulfo (hijo del escritor) luego de las magníficas El abuelo Cheno y Del olvido al no me acuerdo, el foco de interés de En el hoyo es, como en aquéllas, el paisaje humano.

Paisaje obrero, en este caso, ya que el ambiente en el que se mete Rulfo es el de los trabajadores que, entre el año 2003 y éste, ayudaron a construir una autopista circunvalatoria en las afueras del DF mexicano. Obra de enormes dimensiones, la construcción del llamado “Periférico” apunta a resolver un problema del mismo tamaño: el del tránsito. Hasta tal punto el ojo de la cámara es parte de lo que registra, que el Chaparro, el Grande y los otros inolvidables fierreros incluyen al realizador en el diálogo, apodándolo Huero (“blanquito”, para los mexicanos). El diálogo es, justamente, el verdadero protagonista de En el hoyo, con todos los fierreros haciendo gala de la gracia y ocurrencia que caracterizan a los habitantes del DF. Los muchachos hablan de sexo, Dios y política, llegando a la conclusión de que “a todo se acostumbra uno, menos al trabajo”.

A la vista de En el hoyo y teniendo en cuenta los tres premios que se llevó el año pasado El cielo gira (cuya directora es miembro del jurado oficial este año), a lo que puede llegar a acostumbrarse el Bafici es a premiar documentales. La respuesta, el próximo sábado.

(Pavee Lackeen se proyectará por última vez hoy a las 18.45 en el Atlas Santa Fe 1. Les invisibles, también por última vez hoy a las 21 en la misma sala. En el hoyo, hoy a las 22 en el Hoyts 6 y mañana a las 18.45 en el Atlas Santa Fe 2.)

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