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Domingo, 19 de febrero de 2012
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CESARE DEVE MORIRE, DE LOS HERMANOS TAVIANI, GANO EL OSO DE ORO

Nunca es tarde para volver al ruedo

Los directores de Padre Padrone se llevaron el premio mayor del festival con una adaptación de Shakespeare interpretada por presos de una cárcel de máxima seguridad de Roma.

Por Luciano Monteagudo
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Los Taviani dedicaron el premio a los convictos.

Desde Berlín

Después de casi quince años de silencio fuera de Italia, los hermanos Paolo y Vittorio Taviani volvieron ayer al primer plano internacional con su nueva película, Cesare deve morire, que obtuvo el Oso de Oro al mejor film en la 62ª edición del Festival de Berlín. Los autores de films fundamentales de los años ‘70 y ’80 como Padre Padrone y La noche de San Lorenzo estaban casi inactivos, desaparecidos no sólo de las carteleras sino también del circuito de festivales, pero sorprendieron con su reaparición en la competencia de la Berlinale, donde la película primero se ganó el favor de la crítica y ahora se llevó el premio mayor del festival, en una decisión en la que seguramente tuvo mucho que ver el presidente del jurado, el cineasta británico Mike Leigh, también él un férreo cultor del realismo, como los directores italianos.

Frente a todas las suspicacias, debe decirse que los Taviani –82 años Vittorio y 80 Paolo– volvieron en excelente forma, con un proyecto tan atípico como logrado: el registro de los ensayos y la consiguiente representación de una de las grandes tragedias históricas de Shakespeare, Julio César, según un grupo de internos de la prisión de máxima seguridad de Rebibbia, en Roma. De hecho, fue a ellos a quienes los Taviani dedicaron el premio. “Permítanos que hagamos algunos nombres”, dijeron en la ceremonia del Berlinale Palast. “Porque mientras nosotros estamos aquí festejando, ellos están en la soledad de sus celdas. Hablamos entonces en nombre de Cosimo, Salvatore, Giovanni, Antonio.”

Con el premio en sus manos, los Taviani declararon que “hicimos esta película a partir de las palabras sublimes y simples de Shakespeare y con la intención de que cuando se estrene los espectadores vuelvan a sus casas pensando que incluso un detenido por crímenes a veces terribles también puede tener sensibilidad artística. Y, sobre todo, que también es un hombre”.

Cesare deve morire empieza con el último acto de Julio César, de Shakespeare, representado en el teatro de la cárcel, con familiares y público en la platea. Pero ese registro en colores cede a un espléndido blanco y negro cuando un cartel informa “Seis meses antes” y, a partir de allí, se asiste a la gestación del espectáculo, desde la primera lectura del texto hasta el reparto de personajes. ¿Quiénes harán de César, de Bruto, de Casio, de Marco Antonio? Un integrante de la camorra, un convicto por asesinato, otro por tráfico de drogas, un cuarto por robo a mano armada.

En las voces tronantes, en los rostros curtidos, en las manos temibles de esos convictos las pasiones de las que hablaba Shakespeare cobran una vida impensada. Todos ellos saben, por propia experiencia, de qué trata la obra. Todos han experimentado la lealtad y la traición, el miedo y la ambición de poder, la violencia y la muerte. Al fin y al cabo, Shakespeare escribió sobre Roma y sus hombres y, cuatro siglos después, estos internos de Rebibbia, filmados en sus calabozos, siguen siendo prisioneros de los mismos sentimientos.

Al margen del galardón a los Taviani, hubo dos grandes films que tuvieron que conformarse con premios menores: Tabú, del portugués Miguel Gomes, se quedó con el Alfred Bauer Preis, a la innovación artística; y L’enfant d’en haut, de la suiza Ursula Meier, obtuvo un Oso de Plata especial, que no figuraba en los papeles, como si se tratara de un premio consuelo. Por su parte, el alemán Christian Petzold se llevó muy merecidamente el Oso de Plata al mejor director por Barbara, su retrato de la vida cotidiana en los últimos años de Alemania oriental.

El cine argentino no participó este año de la competencia oficial, pero el documental Escuela normal, de Celina Murga, obtuvo una mención especial dentro del Premio Caligari, que entrega el Forum del Cine Joven. Del Forum también participó la producción cordobesa Salsipuedes, ópera prima de Mariano Luque, y en la sección Generation estuvo Nosilatiaj - La belleza, primer largometraje de la salteña Daniela Seggiaro.

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