Ser espectador de una pelÃcula de Gaspar Noé es estar viendo algo que está afuera del sentido común de este exacto tiempo. Enter the Void es otra pelÃcula fuera de nuestro tiempo lineal. Otra puerta de percepción.
Gaspar es una cámara que narra, un ojo que nos lleva por ese largo y a la vez corto friso que es su pelÃcula. Un buen ejercicio para analizarla serÃa trazar el exacto perÃmetro donde se mueve la cámara, insoportable, provocadora, no sólo en los exteriores por donde se sobrevuela, sino también los adentros, los recuerdos de los personajes, los google maps de cada flashback. Y la psicodelia.
Gaspar es un heredero intransigente de Stanley Kubrick. Noé no hace pelÃculas, filma experiencias. Que, en mi caso, me conmueven, como lo hicieron Solo contra todos, Carne, Irreversible, Tintarella di luna.
Nadie transmite la paranoia alucinógena en tiempo real como aquÃ. El autocontrol espasmódico ante el Control amenazante.
Otro ejercicio: el cronometraje del tiempo real de los acontecimientos y la suma de instantes recordados. Gaspar no se contenta con el tiempo real, y vuelve a recrear la experiencia, restaurando el sentido, como dirÃa el poeta.
Promesas infantiles, DMT, cÃrculos, subjetivas a centÃmetros de las espaldas del protagonista, más cÃrculos, MDMA, sexo, amor, poder, dinero, fetos de dosmiluno, sangre, cÃrculos del infierno, balcones, vuelos, el vacÃo.
A fuerza de autores cambia el cine.
¿Acaso cine no es también una cámara que se mueve?
He tenido una percepción nueva, en una ciudad remota, con una experiencia que no tuve, sentado en una sala oscura, gracias a un cineasta irrepetible.
Maréense, entren en el vacÃo.
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