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Sábado, 21 de abril de 2012
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CULMINO LA COMPETENCIA INTERNACIONAL Y MAÑANA SE CONOCERAN LOS PREMIOS

Un final con tonos sensacionalistas

La serbia Clip y la australiana Snowtown van desde el cine de “exploitation” hasta la recreación de crímenes horripilantes.

Por Diego Brodersen
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Snowtown se desliza al territorio del horror realista con algo parecido a la vergüenza.

Se acabó. Con la exhibición de la serbia Clip y la australiana Snowtown, óperas primas de Maja Milos y Justin Kurzel respectivamente, se bajan las cortinas de la competencia internacional del 14 Bafici, que mañana tendrá su jornada de premiación. Fue sin dudas una selección heterogénea, caracterizada por sus altibajos, que tal vez estén señalando el estado del cine en el mundo por estos días, donde el ruido comparte espacio con el silencio y la búsqueda de nuevos horizontes estéticos se solapa con el regreso a las fuentes de un cine más tradicional.

Ruido hay, y también música y sexo y drogas, en Clip. Retrato de una adolescente serbia en plena etapa de rebeldía, el de Maja Milos es un film que no se decide por ser un tratado admonitorio sobre la juventud actual, un drama teen con eje en el desengaño amoroso o una película exploitation a la vieja usanza, pero reconvertida a la era digital. Jasna (notable el desempeño de la debutante Isidora Simijonovic, en un rol que le exige un grado de exposición enorme ante la cámara) pasa sus días de fiesta en fiesta, bailando, bebiendo y esnifando un poquito de cocaína, filmando obsesivamente con un teléfono celular su propio cuerpo, el de sus amigas, el espacio escolar y alguna que otra felación al paso a su interés amoroso, un chico algo mayor que al principio no le da ni la hora. La institución educativa es apenas un trámite obligatorio y lo mismo puede decirse del escaso tiempo que pasa en su hogar, de donde intenta escapar para evitar incluso tener que mirar a su padre, enfermo de gravedad. La chica es una calamidad, aunque el film se encarga de aclarar que sus amigas no tienen un concepto de la vida muy diferente.

Por momentos Clip se parece a esos programas de televisión que se escandalizan por las cosas que ocurren en las puertas de los boliches, al tiempo que describen con lujo de detalles borracheras antológicas y banales peleas a puñetazo limpio. Esa delgada línea divisoria entre el “qué barbaridad” y la explotación del morbo no es ninguna novedad en la historia del cine y el film de Milos parece mirar con empatía y algo de piedad a Jasna, al tiempo que utiliza el viejo truco del doble de cuerpo para insertar primeros planos de al menos tres mamadas, lo cual acerca a Clip a esos films eróticos europeos de los cuales se hacían versiones hardcore para los mercados más liberales. No ayudan las escenas de entrecasa, donde la construcción del entorno familiar parece más un esbozo o una caricatura, y una descripción del machismo imperante que por momentos la realizadora parece mirar con un dejo de fascinación. Milos no sabe muy bien qué hacer con el material que tiene en sus manos y el resultado es un largometraje que lleva el sello de la polémica en cada plano, aunque no se conozcan muy bien las razones.

Snowtown, por su parte, recrea el detrás de escena de una horripilante serie de asesinatos ocurridos en el sur de Australia durante los años ’90. Durante su primera hora, el largometraje de Justin Kurzel construye metódicamente la iniciación de Jamie, un joven con problemas psicológicos y familiares de todo tipo, a un grupo de violentos “justicieros” encabezado por Gavin, vecino de la zona harto de los recurrentes casos de abuso sexual de menores. La descripción de ese ámbito de clase baja muy white trash, la particular relación padre-hijo que comienza a desarrollarse entre el abusado Jamie y el salvajemente homofóbico Gavin y el clima de violencia contenida que parece a punto de estallar hacen del primer tramo del film un más que atendible aporte al resbaladizo universo del drama basado en casos reales.

Cuando los crímenes comienzan a ocupar el centro del relato, Snowtown se desliza al territorio del horror realista con algo parecido a la vergüenza, como si se tratara de una versión artie de algún film de los ’70 del tipo The Texas Chainsaw Massacre. Dubitativas, las imágenes fluctúan entre el gore microscópico y el fuera de campo, mientras que la película en su conjunto comienza a perder seguridad y a acumular escenas un tanto irrelevantes hasta llegar a su desenlace.

* Clip se exhibe hoy a las 21.15 en Teatro 25 de Mayo y mañana a las 22.30 en Arteplex Belgrano.

* Snowtown se exhibe hoy a las 11.45 y mañana a las 18.15 en Hoyts 9.

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