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Lunes, 14 de mayo de 2012
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Entrevista al realizador Daniel Nettheim, director de The Hunter

Tasmania siempre estuvo cerca

Con el aporte de pesos pesado como Willem Dafoe y Sam Neill, el director australiano retrata la obsesión de la ciencia por encontrar un ejemplar del extraño tigre de Tasmania. Pero advierte que no se trata de un film ecologista: “Me interesan las personas”.

Por Javier Aguirre
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“Tasmania es una línea de fuego en el conflicto ambiental, ha sido así por décadas”, dice Nettheim.

Las corporaciones dedicadas a los bionegocios están tras la huella de un animal ausente, nativo de la selva de la isla australiana de Tasmania, que se considera formalmente extinguido por la caza desde hace ochenta años, pero del cual, cada tanto, suele haber presuntos (e incomprobables) avistamientos. Es el punto de partida de The Hunter, el segundo largometraje –aún sin fecha de estreno en la Argentina– del director australiano Daniel Nettheim, que cuenta la historia de un cazador mercenario contratado para que atrape a los tiros, si es que existe, esa potencial fuente de ADN único e irrepetible, que podría estar perdida en la selva. El cazador es Willem Dafoe, y su fantasmal target, el tigre de Tasmania, una criatura extrañísima, digna exponente de la fauna inverosímil de Oceanía. También llamado tilacino, era un lobo marsupial carnívoro, con hocico largo y lleno de dientes, cola como de canguro y rayas negras sólo en la mitad trasera del lomo. De esta especie sólo queda un nostálgico video de 1936 (¡YouTube lo hizo!) que permite ver, en cautiverio, al último ejemplar documentado. El tigre isleño se convirtió en icono australiano del pisoteo a la vida salvaje en pos del “desarrollo”, y en una doble obsesión: la de encontrarlo, o la de esconderlo para preservarlo, según la novela de Julia Leigh en la que se basa la película. Página/12 entrevistó al director Daniel Nettheim.

–¿Acaso el verdadero demonio de Tasmania es el progreso?

–Tasmania es una línea de fuego en el conflicto ambiental, ha sido así por décadas. La propia historia del tigre de Tasmania alude a este tema, era una criatura hermosa que fue barrida por la mano del hombre en nombre del “progreso”. Es imposible hacer una película en escenarios naturales de Tasmania sin mencionar la batalla ecológica que tiene lugar ahí, con la industria maderera tratando de derribar selvas, y con los movimientos verdes intentando detenerlos.

–¿The Hunter es una película ecologista?

–No me interesa tanto la vida salvaje como la gente. El tigre es un disparador para el recorrido del protagonista, un hombre emocionalmente cerrado que, gradualmente, se abre. Un cazador de elite, que en el final de su carrera es enviado a buscar una criatura que tal vez no existe. La experiencia de ver una película es personal, y una misma película genera cosas distintas en personas diferentes. Los mensajes ecológicos también son complicados. He hablado con gente de ambos lados del debate sobre los bosques, y todos tienen argumentos persuasivos. La gente que vio la película respondió de maneras distintas, pero más allá de lo que piensen, todos resultan involucrados.

–¿Haber contado con actores como Willem Dafoe o Sam Neill dio un perfil más “global” a una película que podría considerarse “local”?

–No hay duda de que las presencias de Sam y Willem ayudaron a financiar la película. De todos modos, el rol principal, el de Willem, siempre fue un extranjero, un outsider que venía a Tasmania desde lejos, así que tenía sentido que el actor protagónico no fuera australiano. Como se trata de un personaje con poco diálogo, quería un actor con una cara interesante y expresiva. Y Willem era el primero en esa lista.

–En la película aparecen los célebres demonios de Tasmania. ¿Trabajó con animales verdaderos?

–Es difícil responder sin develar algunos de los misterios del film. Trabajamos con algunos animales vivos, como los demonios de Tasmania, en parques de vida salvaje. También trabajamos con animales muertos, obviamente con licencia, y puedo confirmar que los animales muertos son más fáciles de dirigir...

–¿Qué opinión tiene de los intentos por clonar el tigre de Tasmania?

–Soy muy cínico sobre esas cosas. No parece posible con la tecnología actual, aunque es el tipo de aventura científica de alto perfil que puede atraer publicidad y fondos a cualquier institución que lo intente. Lo traicionero sería que la posibilidad de resucitarlo nos saque la culpa por haberlo extinguido.

–¿Durante el rodaje, ahí en medio de la selva y la montaña, tuvo la secreta esperanza de avistar uno?

–¡Por supuesto! ¿Sabe la publicidad que habría tenido la película si hubiésemos encontrado uno? Mi hermano, que es fotógrafo y trabajó en la película, estuvo con su cámara lista cada día de rodaje, por si aparecía alguno. Pero es sospechoso que, a pesar de la cantidad de avistamientos reportados que hay cada año, nadie nunca haya tomado una foto convincente, ni siquiera ahora, que cualquiera tiene una cámara en su teléfono.

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