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Miércoles, 17 de octubre de 2012
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Alumbrando en la oscuridad, un documental de Mónica Gazpio y Fermín Rivera

“Nos pusimos en el lugar del otro”

La película va atravesando diferentes aspectos de la adopción y propone al espectador que se haga preguntas para seguir reflexionando. “En realidad, la adopción es un pretexto para analizar cómo construimos nuestros vínculos”, dicen los directores.

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“Queremos que el espectador se haga preguntas y podamos abrir un debate”, señalan Gazpio y Rivera.

Existen distintas maneras de abordar la temática de la adopción de un hijo o una hija, pero casi siempre esas miradas están cargadas de prejuicios y “mucha oscuridad”. Justamente por eso Mónica Gazpio y Fermín Rivera se propusieron mostrar su perspectiva sobre el tema, tratando de romper con esos prejuicios. Y por eso dieron vida a Alumbrando en la oscuridad, un documental que a través de las voces de profesionales, padres, madres e hijos que atravesaron esa experiencia, logra encender una luz entre tantas sombras. “La primera idea con la que trabajamos fue la de no demonizar a la madre biológica ni idealizar al padre adoptivo por el solo hecho de serlo”, explica la actriz, guionista y codirectora Mónica Gazpio. La película además plantea que no existe el “instinto maternal”, sino que es una construcción social. Y que entre hijos y padres se construye un vínculo afectivo que posibilita esa relación. “Todos somos adoptados”, resalta Gazpio a Página/12. Es que, según ella, todos los padres y madres inevitablemente deben atravesar un proceso de aceptación y apego con el hijo, ya sea biológico o adoptivo.

“La mirada que proponemos es un poco más humanista. Tratamos de ponernos en el lugar del otro, pensando en la madre biológica que se ve obligada en situaciones límite a dar a su hijo en adopción. Tratamos de no estigmatizar a esa madre que tiene todas las de perder, siempre”, explica el director Rivera. De esa manera, la película va atravesando diferentes rincones del tema y propone al espectador que se haga preguntas para seguir reflexionando. “En realidad, la adopción es un pretexto para mirar nuestros vínculos y la construcción de ellos. Queremos que el espectador se haga muchas preguntas y podamos abrir un debate”, agrega Gazpio. Los actores Osvaldo Laport, Laura Azcurra, Celina Font, Mariana Richaudeau y Cecilia Rossetto prestan su voz a las de madres y padres que por diferentes motivos no pudieron enfrentar la cámara. Alumbrando en la oscuridad se podrá ver desde mañana, siempre a las 17 y a las 21, en el Espacio Incaa KM 0 Gaumont (Av. Rivadavia 1635).

–¿Sigue siendo un tabú hablar de adopción?

Mónica Gazpio: –Creo que sí. Sigue generándose mucho prejuicio, hay mucha oscuridad todavía. Parece que estamos en una sociedad muy moderna, pero en realidad todavía siguen diciéndote que, si adoptaste, “hiciste una obra de bien”. Y cuando hablan de una mamá que dio a su hijo en adopción, siguen diciendo que “es peor que un animal”.

Fermín Rivera: –Incluso con este documental la gente dice: “Qué bien, qué bueno, pero, ¿cómo lo encaraste?”. Y ahí se nota no sólo que hay un tabú sino que hay historias negras que remiten a apropiaciones, a toda una serie de cosas oscuras. Hay muchos prejuicios y muchos resquemores. La gente va a ver de qué se trata esto. Y ahora con el estreno del documental nos volvemos a encontrar con ese tipo de reacciones.

–¿Y por qué creen que todavía sucede eso?

M. G.: –Es algo de lo que no se habla, de lo que no se habló durante mucho tiempo. Y también está muy emparentado por la historia que nos atravesó: la historia reciente de la apropiación de chicos. Todavía está este prejuicio de la carga genética, del “qué trae este chico”, “vaya a saber de dónde viene”, “¿cómo será la familia?”. Por ejemplo, en este documental no pudimos hablar de parejas del mismo sexo o parejas homoparentales que adoptan, porque todavía hay cosas más antiguas que hay que resolver. Justamente por eso me parecía interesante abrir el juego y generar preguntas. Y algo pasó cuando empezamos a investigar, que no lo sabíamos, y es la idea de que todos somos adoptados. Varias psicólogas contaban que la madre cuando tiene a su hijo biológico, aunque lo haya elegido tener, muchas veces lo mira y no lo reconoce como tal, entonces tiene que hacer como un proceso de “adopción”.

F. R.: –En el documental hablamos del apego, que es una construcción social. Y eso puede ser fuerte para mucha gente. También se habla de que no existe el instinto maternal sino que también es una construcción. Es algo que se va armando. Y eso a algunos puede ayudarlos a desestructurarse, pero no a nuestras abuelas o madres, por una cuestión generacional. La idea del instinto maternal está muy arraigado en nuestra sociedad y ni qué hablar de los medios de comunicación, que son los que construyen un prejuicio sobre la madre que da en adopción. ¿Cómo tratan los medios a esa madre? Y sin tener en cuenta todo lo que le sucede antes: el abandono por parte de toda la sociedad y del Estado.

–¿Cuál es esa “otra mirada” que proponen?

F. R.: –La mirada del prejuicio, lamentablemente, es hegemónica. La que proponemos es un poco más humanista. Tratamos de ponernos en el lugar del otro, pensando en la madre biológica que se ve obligada en situaciones límite a dar a su hijo en adopción, que en cierto modo también es un acto de amor, porque cuidó a ese bebé durante nueve meses. En realidad, el punto de vista tiene que ver con ponernos en diferentes lugares. Y también se trata de quebrar algunos supuestos. Decimos que el instinto materno no existe, tratamos de desestigmatizar a la madre biológica que tiene todas las de perder, siempre. Y en el caso de las madres que dieron en adopción, para cuidarlas del tratamiento mediático, trabajamos con textos que interpretan las actrices. Son textos que en forma de monólogos fueron dichos por actrices como forma de darles un tratamiento distinto.

M. G.: –La otra mirada tiene que ver con la idea de que todos somos hijos. Pensamos cómo se construyó nuestro vínculo. En realidad, la adopción es como un pretexto para mirar nuestros vínculos y la construcción de ellos. Y hablar de los estigmas. Queríamos que haya mucha luz que ilumine todo.

–¿Cómo ven el sistema de adopción?

M. G.: –Ahora, con la modificación del Código Civil, se están empezando a cambiar algunas cosas, pero suceden algunas inconcebibles desde el punto de vista del niño que espera a una familia. El chico entra en un instituto, porque se prioriza muchas veces un vínculo biológico y entonces tarda mucho tiempo en declararse en estado de adaptabilidad. Igual, estas cosas de a poco van cambiando.

–¿Por qué creen que hay tantos obstáculos para adoptar?

F. R.: –Por un lado hay una corriente que hace prevalecer esta línea sanguínea. Y también hay una serie de cuestiones vinculadas con algunos jueces de menores e instituciones que están relacionadas con el poder eclesiástico, que tienen mucho peso. Y no deberían tenerlo a la hora de definir ciertas cosas. También se presentan situaciones, sobre todo en el interior, en donde la Iglesia tiene mucha injerencia en la toma de decisiones de algunos jueces de menores.

–¿De qué manera?

F. R.: –Nos encontramos con un montón de situaciones oscuras. Una jueza de menores en el documental cuenta cosas que son inverosímiles. Incluso de empleados que hacían y deshacían, o les daban prioridad a algunos casos y a otros no o hacían circular cierta información y otra no. Nos parecía que era muy importante que la información circule, que sea ágil y lo más transparente posible.

M. G.: –Hay una cuestión de desidia en general. Pero esto tiene que ver con la cultura de este país. La apropiación fue previa a la época de los militares, es decir, los hijos de los pobres se los quedaban los ricos y los del interior se los quedaban los de la Capital. Además de la cuestión de la cúpula, es una cuestión de que a algunos jueces no les importan los pibes, porque para algunos son un número más. Sin embargo, creo que todos los debates que se están dando en la sociedad están abriendo puertas, aunque todavía falta mucho. Es un proceso largo y complejo.

–Hacen una crítica a la idea de que la realización de la mujer se alcanza a través de la maternidad. ¿Por qué creen que socialmente está tan consolidada esa postura?

M. G.: –Cuando yo adopté a mi hijo, en algún momento solté todo esto. Traté de buscar mi realización personal a través de trabajos sociales, porque en realidad tus hijos no son tuyos, son hijos de la vida. Hay toda una construcción que ayuda a reforzar la idea de la realización a través de la maternidad. Y hay mucho más que eso.

Informe: María Luz Carmona.

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