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Domingo, 11 de noviembre de 2012
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BAIT 3D CONFIRMA AL TIBURON TIGRE COMO EL NUEVO ESCUALO DE MODA

Mucho más que una dentadura bonita

El film de Kimble Rendall –codirector de las dos últimas Matrix– narra cómo, después de un tsunami en Australia, unos cuantos tiburones tigre quedan atrapados en un supermercado. ¿Será el ocaso del primo mayor, el aterrador tiburón blanco de Spielberg?

Por Javier Aguirre
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Infierno acuático en el supermercado: Bait 3D consolida el temor por los tiburones tigre.

Al gran tiburón blanco ya le soplan la nuca. El tiburón tigre –un primo de menor tamaño, pero de fauces igualmente inspiradoras– empieza a ganar fama de criatura temible en la imaginería del espectáculo, y a obtener roles protagónicos aquí y allá. El nuevo chico terrible de la fauna marina será, sin ir más lejos, la estrella de la película Bait 3D, cuyo estreno en los cines argentinos está previsto para este mes. Se trata de una historia de terror que postula que, tras un tsunami en Australia seguido de inundación, un grupo de tiburones tigres queda encerrado en... un supermercado. Bait 3D podría implicar la consagración del tiburón tigre como nuevo icono del horror oceánico, y voltear el reinado del gran tiburón blanco, aquel enorme escualo con boca inmensa y –esto también hay que decirlo– cara de idiota, por cuya popularidad tanto hiciera Spielberg en los ’70. Echales la culpa a Steven y su carnicería en Amity: su hegemónica Tiburón, de 1975 (basada en Jaws, la novela de Peter Benchley), erigió al gran tiburón blanco como el escualo mejor cotizado de Hollywood, disparó demasiadas secuelas y hasta motivó a Mandibulín, el innecesario dibujo animado de Hanna & Barbera. Desde entonces, y hasta la creciente aparición en escena del tiburón tigre, el gran tiburón blanco había sido la indiscutible vedette del elenco de los elasmobranquios en el mundo del entretenimiento. Seguramente el prefijo “gran” adosado al nombre de una bestia ayuda a la hora de imponer respeto, aunque es probable que el prestigio de comehombres y las dimensiones de la quijada del gran tiburón blanco también hayan sumado (hablar de “gran liebre de las pampas” no hará más temible a la mara, sin duda).

Pero Bait 3D impone la hora del tiburón tigre. Más allá de la idea vergonzantemente occidental de “infierno en el shopping”, y de que los supermercados como escenario de horror ya fueron vistos por Stephen King en La niebla, no es casual que el gran pez que tira la dentellada en la película del australiano Kimble Rendall (codirector de las últimas dos Matrix) sea un tiburón tigre. Esta especie ha ido haciendo carrera de a poco. Sus pergaminos como devorador de Homo sapiens en el cine pueden rastrearse ya en ¡1932!, con Tiger Shark (o Pasto de tiburones... ¡un traductor ahí!), de Howard Hawks, cuyas escenas dramáticas casi cándidas, de botes y aletas en blanco y negro, pueden mordisquearse en YouTube. En 1977, ya al calor de Spielberg, la “adolescentemente” berreta producción anglomexicana Tintorera! Tiger Shark eligió –quizá para despegarse, sólo un poquitín, de furor de Jaws– ataques de tiburones tigre como excusa para mostrar unos cuantos pezones y bikinis. También la escudería Marvel tomó nota de este escualo de torso rechoncho y lomo con rayas atigradas a la hora de incorporar al supervillano marítimo Tiger Shark en su plantel de personajes de comic. E inclusive el escualo más célebre entre marchants y galeristas es, también, un tiburón tigre: se trata del inmenso carnívoro marino que el artista británico Damien Hirst condenó a pudrirse lentamente en una pecera llena de formol, en The Physical Impossibility of Death in the Mind of Someone Living, su obra más millonaria.

Tanta exposición no viene sola. A pesar de que –como casi todas las especies animales– el tiburón tigre sufre la convivencia con los hombres, tanto a la hora de ser cazado como a la de ingerir basura, no está particularmente en riesgo. De hecho, ha habido avistamientos de tiburones tigre en lugares que éste no frecuentaba (no en supermercados, sino en zonas marinas, claro), y hasta ostenta el segundo lugar en el ránking de ataques registrados de escualos a seres humanos. Aunque esos datos, referidos a la fauna, suelen ser siempre una trampa estadística manipuladora: es probable que haya más accidentes fatales con cafeteras y tostadoras que con tiburones tigre.

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