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Martes, 11 de junio de 2013
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La semana próxima llega a los cines del mundo la precuela Monsters University

Los monstruos y los desafíos de Pixar

Aunque sigue siendo un sinónimo de calidad, el nombre Pixar ya no implica necesariamente una garantía de excelencia, con una abundancia de secuelas no siempre justificadas. El panorama de los próximos años, de todos modos, incluye proyectos de ideas originales.

Por Tim Walker
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El personaje de la decana Hardscrabble promete.

En un momento de 1994, poco después de haber terminado la producción del primer largometraje de Pixar, Toy Story, cuatro de los directores creativos del nuevo estudio de animación se juntaron para un almuerzo de “tormenta de ideas” que pronto se convertiría en una leyenda. En sólo un par de horas, el director de Toy Story, John Lasseter, y sus coescritores Andrew Stanton, Pete Docter y Joe Ranft delinearon el concepto para otras cuatro películas de Pixar: A bug’s life (Bichos, una aventura en miniatura); Monsters, Inc.; Finding Nemo (Buscando a Nemo) y WALL-E.

Meses después, Toy Story fue lanzada y obtuvo una aclamación universal. El puñado de películas formuladas en ese único encuentro para comer terminó obteniendo 15 nominaciones al Oscar y más de 2200 millones de dólares en la taquilla. A los quince años de Toy Story, Lasseter, Stanton, Docter y el codirector Brad Bird contabilizaban una inigualable cadena de triunfos creativos. Desde 2010, sin embargo, Pixar ha producido sólo una película original, Brave, y tres secuelas: Toy Story 3, Cars 2 y la inminente Monsters University. Aunque continúa siendo un lugar de trabajo colaborativo, el estudio tiene ahora más de 1200 empleados, comparados con los 120 que trabajaron en Bichos en 1995. Algunos de sus celebrados directores hicieron la transición a películas de actores, con resultado dispar (y si no se le puede preguntar a Stanton por John Carter). Con una nueva generación de cineastas llegando a la madurez en Pixar, ¿cómo hará el estudio para retener el encanto creativo que los hizo únicos?

La actual casa de Pixar fue construida en 2000, un gran campus situado en el paisaje de graneros de Emeryville, California, al otro lado del Bay Bridge de San Francisco. Aunque su listado de secuelas-tanque de verano se parece al de cualquier otro estudio cinematográfico, se sigue manteniendo más cerca de Silicon Valley que de Hollywood, geográfica y espiritualmente. Sus empleados se visten como amistosos

geeks, no como despiadados ejecutivos. Y su edificio principal fue recientemente rebautizado The Steve Jobs Building, en honor al fallecido jefe de Apple, que fue cofundador de Pixar y jefe ejecutivo. En abril, el estudio fue redecorado para que parezca el set de su film más reciente, Monsters University, secuela de la maravillosa Monsters Inc., dirigida por Docter. Conocida en Pixar como “MU”, la nueva película aborda los años de colegio de Mike y Sulley, el equipo de asustadores profesionales de “MI”. Su amplio y variado reparto incluye al menos a un potencial nuevo icono de Pixar, la decana Hardscrabble: un terrorífico monstruo parte dragón, parte ciempiés gigante con la voz de Helen Mirren, que preside la Universidad de Monstruos.

Como en cualquier nuevo lanzamiento de Pixar, el film presenta algunos logros técnicos. Si en MI Sulley presentaba 2,3 millones de pelos animados, ahora son 5,5 millones. El film promedio de Pixar contiene diez personajes por toma; en MU esa marca llega a 25. La película también requirió 100.856 storyboards, más que ninguna otra en la historia del estudio. En ese mismo abril, los periodistas pudieron ver una proyección de 40 minutos de Monsters University y, tal como el mundo espera de Pixar, resultó brillante: ingeniosa, emocionalmente cargada y visualmente cautivante. Pero el hecho que permanece es que es una secuela –una precuela, para ser precisos–, y no hay manera de que produzca la misma maravilla, la misma sorpresa que generó su predecesora. Los creativos de Pixar han declarado en el pasado que sólo harán secuelas si pueden producir una historia tan buena como la original. Durante cierto tiempo, la remarcable Toy Story 2 pareció un caso especial, si se quiere como un Padrino 2 de Pixar.

A comienzos del nuevo siglo, Pixar se resistió a hacer nuevas secuelas, a pesar de las demandas de Disney, su socia hambrienta de franquicias. Entonces Disney, dueña de los derechos sobre los personajes de Pixar, empezó a desarrollar sus propias secuelas de Toy Story, Buscando a Nemo y Monsters Inc. La pelea entre las dos compañías sólo llegó a su fin cuando Disney compró Pixar en 2006, instaló a Lasseter como jefe creativo de Pixar y Disney Animation y le devolvió el control de Sulley y compañía a sus creadores originales. Y ahora finalmente Disney se está saliendo con la suya. Para sumar a Toy Story 3, Cars 2 y Monsters University, Pixar anunció recientemente que Stanton retornaría para una secuela de Nemo, Buscando a Dory, que se estrenaría en 2015. Disney también se dispone a lanzar Planes (Aviones), un spin off de Cars.

Eso no quiere decir que la cantera creativa de Pixar se esté secando. La agenda del estudio para los próximos años contiene algunos proyectos originales realmente excitantes, incluyendo dos a cargo de directores de Pixar de segunda generación. Bob Peterson, que codirigió Up en 2009, está actualmente dándole los toques finales a The good dinosaur, a estrenar en 2014. Y Lee Unkrich, director de Toy Story 3, trabaja en una película aún sin título sobre el Día de los Muertos, feriado nacional mexicano. Mientras tanto, Docter volverá con Inside Out, sobre el trabajo interno de la mente de una niña.

Dan Scanlon, el director de 36 años detrás de Monsters University, trabajó como artista de storyboard en Cars y Toy Story 3 y codirigió el corto animado Mate y la luz fantasma con Lasseter. Dice que la atmósfera colegiada de Pixar hace que haya una transición permanente entre los directores originales del estudio y los talentos emergentes. “Aquí siento mucho apoyo, de parte del equipo y de los demás directores y productores –dice–. Es una compañía donde no es difícil hablar con John o ir a almorzar con Pete Docter. Hay un grupo de apoyo de directores experimentados que han atravesado varias cosas. John está siempre involucrado en todos los films como productor ejecutivo. Se encuentra con nosotros a menudo, ve las secuencias, hace apuntes, chequea todas las etapas del proceso. Aprendí todo lo que pude de él y de Pete. Toda esta experiencia se vive como un colegio: tomó cuatro años hacer Monsters University, y todo el tiempo me sentí como un estudiante.”

Hasta ahora, todo director de un título de Pixar fue estadounidense, y la mayoría de sus películas respetaron la tradición norteamericana: cowboys, automóviles, escuelas secundarias, superhéroes. Un paso más allá para el estudio es tomar más recursos de una base de empleados internacional, y es significativo que los dos últimos cortometrajes hayan sido realizados por directores no norteamericanos, con sensibilidad europea. El italiano Enrico Casarosa hizo La Luna, ganador de un Oscar, que se exhibió antes de Brave; los espectadores de Monsters University podrán ver antes de la proyección principal The Blue Umbrella (El paraguas azul), dirigido por el realizador alemán Saschka Unseld: un corto que, desde el punto de vista estético, no se parece a ninguna producción que haya hecho Pixar en el pasado. Unseld vio Toy Story poco después de graduarse y consiguió un trabajo en Pixar en 2008, donde su primer crédito apareció precisamente en Toy Story 3. Entre sus influencias del mundo de la cinematografía cita a Las alas del deseo, de Wim Wnders, y las películas de Wong Kar Wai. En The blue umbrella, los objetos inanimados de una calle en una ciudad –picos de agua, edificios, caños, desagües– cobran vida para ayudar al paraguas del título a encontrar su pareja: un paraguas rojo. Las semillas de la películas brotaron cuando Unseld empezó a animar las instantáneas que había sacado con su teléfono. “Cuando las puse en movimiento, John Lasseter estaba entusiasmado con la posibilidad de hacer algo completamente diferente”, dice Unseld.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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