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Jueves, 20 de marzo de 2014
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El pasado, escrita y dirigida por el iraní Asghar Farhadi

Caer por el peso de un guión excesivo

A diferencia de La separación, esta película del ganador de un Oso de Oro en Berlín y el Oscar a la película extranjera opera con una acumulación de hechos que, más que atraer, se convierte en un rompecabezas al que le terminan sobrando piezas.

Por Horacio Bernades
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Lo mejor de El pasado es la convincente actuación de la franco-argentina Bérénice Bejo.

Con La separación (2011), el iraní Asghar Farhadi (Isfahan, 1972) conoció su consagración internacional. La película –que no era la primera suya, sino la quinta– empezó ganando el Oso de Oro en Berlín, a fines de año aparecía en casi todas las listas de las mejores de la temporada y en marzo siguiente ganó el Oscar al Mejor Film Extranjero. Organizado según la figura del espiral, ese film arborescente planteaba al espectador una serie de dilemas, que no dejaban de reproducirse. Y que eran, a la larga, irresolubles: eso hacía de ella, en algún punto, una película-límite. En términos de tema y, en cierta medida, de estructura y planteo de problemas, El pasado –siguiente film de Farhadi, presentado en Cannes 2013– guarda lazos inocultables con La separación. Pero ahora no se le ofrece al espectador un rompecabezas ético para armar o desarmar, sino uno que ya viene armado y empaquetado. Y en el que aparecen piezas que al comienzo no estaban.

El disparador es, otra vez, el divorcio de una pareja. Marie (la argentina-francesa Bérénice Bejo, ganadora de la Palma de Oro a Mejor Actriz por este papel) ha pedido a su ex marido, el iraní Ahmad (Ali Mosaffa), que se venga a París, para firmar los papeles de divorcio. Aunque para evitar problemas Ahmad amaga ir a un hotel, Marie lo convence de que, tratándose de unos días, no hay drama con que se quede en su casa. “No hay drama”, suena más que irónico, teniendo en cuenta lo que sucederá de allí en más. Marie vive no sólo con las dos hijas de su primer matrimonio (Ahmad es su segundo marido), sino con su nueva pareja y el pequeño hijo de éste. Hechos de los cuales el recién llegado se desayuna de golpe.

Bastante forzada (por el guión) resulta ya la convivencia entre quienes se están por divorciar, que además debe sumársele la previsible batalla de machos entre Ahmad y Samir (Tahad Rahim, protagonista de Un profeta) y la existencia de dos hijos problemáticos, a falta de uno (Fouad, el de Samir, parece dispuesto a tirar la casa abajo; la adolescente Lucie vive desapareciendo). Last but not least, la anterior pareja de Samir está en coma, tras un intento de suicidio, motivado según parece por el hecho de que aquél la dejó por Marie. Cartón más que lleno. Debe reconocerse que Farhadi narra este superculebrón con contención, cierto distanciamiento y un tempo pausado. Tanto que no lo parece. Funciona un poco como el propio Ahmad, que asumiendo el rol de mediador se la pasa tratando de que las cosas no desborden.

Marie es, en cambio, un personaje mucho más complejo e indiscernible. Se abruma ante un cuadro familiar que la supera. Como queda a la vista en la escena en la que persigue por toda la casa a los dos más chicos, a los que, totalmente sacada, zamarrea violentamente. Pero Marie también esconde secretos, sentimientos de culpa, alguna que otra posible manipulación. ¿Como Farhadi? No puede dejar de apuntarse que Bérénice Bejo, que en El artista parecía poco más que un bonito muñequito móvil, se entrega a su personaje con técnica y corazón, exhibiendo un rango dramático amplísimo. Ahora bien, lo que en La separación se resolvía cinematográficamente, con una carga de verdad que la hacía parecer casi un documental, aquí cae, en más de una ocasión, en el teatro filmado.

Teatro filmado, no tanto por el encierro entre cuatro paredes ni la preeminencia de la palabra –aspectos que perfectamente pueden trabajarse desde lo cinematográfico–, sino al peso de lo escrito en el guión. Que no sólo lleva a poner acciones y sentimientos en palabras, sino que además impone soluciones forzadas a la puesta. Véase, por ejemplo, la escena en que Ahmad reprocha a Marie una organización maquiavélica de los acontecimientos. Faceta de Marie que guarda muy poca relación con lo visto, con lo cual el espectador queda en ascuas. Ni qué hablar cuando a puro golpe de guión, en el tercer acto se devela El Gran Secreto, que pone el tablero entero patas arriba, con total arbitrariedad.

Otro “golpe de guión”: el remate de la película. Que no sólo quiere resolver todo lo planteado en más de dos horas con una última baraja salida de la manga, sino que además esa baraja –que se juega semitapada, o tapada del todo– no define en verdad el juego, como se quiere hacer creer, sino apenas una mano. Si es que la resuelve.

5-EL PASADO

Le passé

Francia/Italia, 2013

Dirección y guión: Asghar Farhadi.

Fotografía: Mahmoud Khalari.

Duración: 130 minutos.

Intérpretes: Bérénice Bejo, Ali Mosaffa, Tahar Rahim, Pauline Burlet, Elyes Aguis.

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