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Viernes, 4 de abril de 2014
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NICK CAVE LE IMPRIME VELOCIDAD AL ARRANQUE DE LA COMPETENCIA INTERNACIONAL

Un rocker con el acelerador a fondo

20.000 Days on Earth tiene a Cave como guionista y estrella, pero trasciende el ego trip para convertirse en un film vibrante y, por momentos, incluso poético. La chilena Volantín cortao acusa la influencia de los hermanos Dardenne.

Por Diego Brodersen
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Nick Cave al volante de 20.000 Days on Earth, de los debutantes Iain Forsyth y Jane Pollard.

3... 2... 1... La cuenta regresiva llegó a su fin y las dieciocho competidoras de este año ya están en la línea de largada. La metáfora automovilística es particularmente pertinente este año, con un Festival de Cine Independiente de Buenos Aires que incluye una sección especial dedicada a los deportes en el cine (Sportivo Bafici). Pero no hablamos aquí de bólidos con ruedas (aunque más de un contrincante se destaque por su velocidad), sino de las dieciocho películas –dos menos que el año pasado– que se miden en esta 16ª edición como parte de la Competencia Internacional baficiana. Como suele ser la costumbre, tres son de marca nacional (dos de ellas estrenos mundiales) y el resto de Latinoamérica, que está representada por dos títulos chilenos, uno ecuatoriano, uno brasileño y uno peruano. Es decir, casi la mitad del programa.

Del resto del mundo llegarán, a un ritmo de dos films diarios, largometrajes de Francia, España, Reino Unido, Canadá, Tailandia, Myanmar (más conocida como Birmania) y Estados Unidos, entre varios otros países coproductores. En otras palabras, una selección de películas que representa –para los programadores del equipo encabezado por Marcelo Panozzo, director artístico del Bafici– lo mejor o lo más interesante o atractivo o creativo o relevante del cine contemporáneo. Por supuesto, siempre según las reglas de este juego competitivo, restringido a realizadores que entregan su primera, segunda o tercera obra.

La primera en pisar el acelerador es la chilena Volantín cortao, poético título que podría aludir a la falta de raigambre, a una inestabilidad que se hace transparente cuando los protagonistas chocan a gran velocidad contra los miembros de su familia, pero también contra la sociedad en su conjunto. ¿O estará acaso hablando de cierta idea de libertad una vez que las ataduras son eliminadas? Realizada a cuatro manos por los jovencísimos (ninguno de ellos supera los 25 años) Diego Ayala y Aníbal Jofré, responsables hace un par de años de la docu-ficción Chaitén, el film es el retrato de una breve e intensa relación, la que se establece entre Paulina, una chica de clase media que ha dejado atrás la adolescencia hace muy poco tiempo y está haciendo una pasantía en un centro de rehabilitación de menores, y Manuel, un muchacho de dieciséis años que, a regañadientes, ingresa en la institución (de puertas abiertas, hay que aclararlo) luego de un robo.

A poco de comenzada la proyección, con la cámara siguiendo a Paulina desde atrás mientras atraviesa una parte de la ciudad, el espectador atento notará la influencia del cine de los hermanos Dardenne, que no es sólo formal, sino también ética. Etica cinematográfica, claro está: la película nunca juzgará a ese par de personajes, simplemente registra su encuentro, el comienzo de una confianza mutua y el ingreso de Paulina a un mundo desconocido para ella, el de los barrios marginales de Santiago, Chile. Pero toda la sutileza de la cual hacen gala los realizadores para la pintura del dúo es dejada un poco de lado en los detalles de algunos personajes secundarios, en particular el padre de la chica, más cerca de cierto lugar común de una posible y pequeñísima burguesía, si es que puede llamársela de esa forma. Hay una obligación programática en Volantín cortao que se hace cada vez más evidente con el correr de los minutos, hasta llegar a un desenlace un poco frustrante y obvio.

En un registro por completo distinto, y a una velocidad por momentos arrolladora, 20.000 Days on Earth puede parecer en los papeles otro típico documental sobre una estrella de rock consagrada, pero el debut de los británicos Iain Forsyth y Jane Pollard no se parece a casi nada de lo que uno espera de esa clase de proyectos. Nick Cave es la estrella y también el guionista de un film que cruza el registro documental –en particular un trío de sesiones de grabación en estudio y el fragmento de recital que cierra la película– con escenas de ficción que le entregan al espectador datos, anécdotas y pensamientos en dosis atípicas y estimulantes. Así, recuerdos de infancia o de los inicios del músico australiano en la banda The Birthday Party –tiempo antes de la mucho más famosa The Bad Seeds– son presentados bajo la forma de una sesión de terapia, el encuentro de Cave con colaboradores del pasado (Ray Winstone, Kylie Minogue, Blixa Bargeld) mientras conduce su auto o el recorrido por los archivos personales de Cave en una suerte de bunker de memorabilia.

En esencia, el proyecto no deja de ser un ego trip celebratorio, pero lo es de una manera muy especial. El film es siempre vibrante y, por momentos, profundo y poético. Tampoco es necesario ser un fan de Cave o conocer parte de su discografía para disfrutar de 20.000 Days on Earth: como toda buena película acerca del proceso creativo, sobre los fantasmas y epifanías de un artista, hay una universalidad que va más allá de los pormenores del creador y su obra. Esa es tal vez su mayor virtud. Y la música, por supuesto.

* Volantín cortao se exhibe hoy a las 16.55 en Village Recoleta 6 y el domingo 13 a las 21 en Village Caballito 4.

* 20.000 Days on Earth se exhibe hoy a las 14.35 en Village Recoleta 6 y el martes 8 a las 20.40 en Village Caballito 7.

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