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Miércoles, 7 de mayo de 2014
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Arranca en Cinemark Palermo la primera edición de Cinema Made in Italy

El cine italiano se niega a languidecer

El fenómeno de La grande bellezza lo demuestra: la producción del país con forma de bota no quiere depender exclusivamente del recuerdo de sus años de oro. Las quince películas que integran la muestra vienen a demostrar una buena salud que exige atención.

Por Diego Brodersen
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Salvo, ópera prima de Fabio Grassadonia y Antonio Piazza, sobre un sicario de la mafia palermitana.

Mientras en los cines continúa resistiendo en cartel La grande bellezza –el film de Paolo Sorrentino que se transformó en un pequeño gran fenómeno local, perforando la barrera de los 100.000 espectadores–, desembarca en el Cinemark del barrio de Palermo la primera edición de Cinema Made in Italy, que desde mañana y hasta el 14 de mayo presentará quince largometrajes recientes producidos en el país con forma de bota. Organizado por el Istituto Luce Cinecittà, la Embajada de Italia y el Instituto Italiano de Cultura de Buenos Aires, el evento ha circulado por ciudades como Nueva York, Londres y Tokio y viene a reemplazar al Festival de Cine Italiano de Buenos Aires que, en diversas sedes porteñas, tuvo dos ediciones en los años 2011 y 2012.

“A lo largo de este ciclo, que propone una mirada hacia la última producción italiana, tanto comercial como de autor, el espectador se encontrará frente a las temáticas y las reflexiones que recorren la actualidad italiana, el sentido de la vida y de la muerte, las contradicciones de la política, la lucha contra toda forma de corrupción, el deseo de vivir y de sobrevivir en un mundo cada vez más inestable”, propone desde las páginas del catálogo Maria Mazza, directora del Instituto Italiano de Cultura de Buenos Aires. Lo cierto es que el cine italiano contemporáneo vive a la sombra de sus épocas más gloriosas, desde su renacimiento neorrealista de posguerra a las grandes décadas del ’50 y el ’60, pero año a año da muestras de vitalidad gracias a los esfuerzos y logros individuales de un puñado de realizadores. A nivel internacional, son los festivales de cine los encargados de darles visibilidad a esos títulos y el de Venecia en particular (por otro lado, el festival más antiguo del mundo) es, lógicamente, una de las plataformas de lanzamiento indispensables para la producción de ese país.

Precisamente, gracias a un jurado presidido por Bernardo Bertolucci, viene de ganar el premio mayor veneciano un largometraje documental, el primero en la historia en obtener el preciado León de Oro. Sacro GRA, del realizador Gianfranco Rosi –de quien pudo verse en una pasada edición del DocBuenosAires su notable El Sicario, Room 164–, se propone como una suerte de fresco impresionista sobre la autopista que circunvala la ciudad de Roma, el Grande Raccordo Anulare cuyo acrónimo adquiere características divinas en el título del film. El acercamiento de Rosi a sus criaturas –entre otros, un pescador del Tíber que resiste estoicamente los avances de la modernidad, un enfermero que atraviesa diariamente la autopista a bordo de una ambulancia, una hija y su anciano padre recientemente instalados en un nuevo complejo de departamentos, el ajado descendiente de una aristocracia en vías de extinción, un especialista en insectos obsesionado con la salud de las palmeras de la zona– se transforma, merced a un montaje que salta permanentemente de un personaje a otro, en un muestrario de casos y cosas que nunca pretende hacer del ejemplar un arquetipo de la totalidad. Todos ellos parecen ser algo (o bastante) excéntricos, en el doble sentido de ser dueños de una personalidad que escapa de eso que se entiende como normalidad y de habitar, como asteroides en un anillo de órbitas yuxtapuestas, en los márgenes del centro romano, pero siempre cerca de esa autopista que delimita, atrae y, en algunos casos, también expulsa. En ese sentido, lo anecdótico le gana la carrera a cualquier intento de universalidad.

Estrenada mundialmente en el Festival de Cannes –y, como Sacro GRA, exhibida hace apenas un mes en la última edición del Bafici–, Salvo, ópera prima de Fabio Grassadonia y Antonio Piazza, intenta entrelazar los caminos del cine de género y cierto espíritu autoral en la historia de un sicario de la mafia palermitana y la particular relación que establece con la hermana ciega de una de sus víctimas. Luego de una escena de apertura con suspenso, tiros y persecuciones, Salvo (tal el nombre del lacónico asesino que recuerda, sin muchos esfuerzos, al samurai de Melville y Delon) ofrece uno de esos planos-secuencia que pueden hacer babear al cinéfilo más curtido, al tiempo que el protagonista (el actor palestino Saleh Bakri) se topa por primera vez con la chica no vidente. De allí en más, utilizando los diálogos en contadas ocasiones, el film cruza –a veces con éxito, en ocasiones no tanto– lugares comunes dramáticos y novedades formales, encontrando en un par de personajes secundarios un elemento de leve comicidad y comentario social al paso.

Cinema Made in Italy también ofrecerá una doble dosis de Toni Servillo, el protagonista de La grande bellezza y otros films de Sorrentino. La primera de ellas, Ha sido el hijo (E stato il figlio, de Daniele Ciprì), lo encuentra como protagonista de una negrísima comedia en la cual encarna al líder del clan Ciraulo, una familia empobrecida y algo fea, sucia y mala que, sin embargo, ha logrado hacerse de un dinerillo gracias a la muerte accidental de un familiar cercano a manos de los maffiosi del barrio. En Viva la libertad (Viva la libertà), film de Roberto Andò cuyos derechos, extrañamente, aún no han sido adquiridos para su distribución en Argentina, Servillo interpreta no uno sino dos papeles: el de Enrico Oliveri, un encumbrado político que abandona súbitamente su puesto ante una crisis personal, y también el de Giovanni Ernani, quien abandona el psiquiátrico en el que se encuentra institucionalizado para, previsiblemente, ocupar el lugar de su hermano gemelo. Comedia dramática o drama cómico con identidades cruzadas y un dejo del clásico Desde el jardín de Jerzy Kosinski, Viva la libertad también cuenta con la participación de la actriz ítalo-francesa Valeria Bruni Tedeschi y un tono amable y biempensante que transforma al film en un auténtico y desvergonzado crowdpleaser (esa palabrita del inglés que habla de agradar a la audiencia sin ningún tipo de reservas o pudores).

Entre otros títulos que integran la programación de esta primera edición local de Cinema Made in Italy (ver recuadro), caben destacar el debut como realizadora de la actriz Valeria Golino, Miel (Miele), centrada en una joven cuyo trabajo cotidiano (ciertamente ilegal) consiste en ayudar a aquellos enfermos terminales que desean acabar anticipadamente con su vida, y la coproducción ítalo-argentina El árbitro (L’arbitro), comedia futbolera sobre el enfrentamiento entre dos equipos de un pequeño pueblo de Cerdeña, película que abrirá el ciclo y cuya proyección del día de mañana contará con la presencia de su director, Paolo Zucca, y los actores Jacopo Cullin y Benito Urgu.

* Cinema Made in Italy, Cinemark Palermo (Beruti 3399). Del 8 al 14 de mayo. Entrada general al festival a $50. Chequera de 10 entradas a $450. Programación completa, días y horarios: www.facebook.com/cine mamadeinitalyba

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