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Martes, 27 de mayo de 2014
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Juan Pablo Cadaveira habla de su documental sobre Sergio “Maravilla” Martínez

“El negocio del boxeo te da y te quita”

El director no era un apasionado del boxeo, pero la historia del pugilista quilmeño lo atrapó. Hace tres años, cuando Maravilla se debatía por volver a los primeros planos, comenzó el proyecto que retrata al boxeador, pero también al entorno del deporte.

Por Oscar Ranzani

Nacido hace 39 años en Quilmes, Sergio “Maravilla” Martínez es un indiscutido símbolo del deporte argentino contemporáneo gracias a su calidad como boxeador, cuyas manos lo llevaron a consagrarse campeón mundial en distintas oportunidades. Pero para entender que los héroes –en este caso, deportivo– también son de carne y hueso hay que remontarse a la historia previa al deportista: de chico tuvo que dejar el colegio para trabajar con su padre, cuando su hermano mayor entró al Servicio Militar. Es que Maravilla viene de una familia humilde. Y otra fecha clave en su prehistoria pugilística fue 2001: cuando el país sufría una de las peores crisis, decidió partir a España para tener una mejor vida que en su tierra natal. Aunque hoy parezca increíble, Maravilla estuvo un buen tiempo como inmigrante indocumentado en la Península Ibérica, por lo que no accedió a buenos trabajos. Pero la voluntad por subir al ring pudo más que las adversidades del destino y en 2003 –casi por un hecho fortuito– alcanzó la gloria al obtener su primer título internacional, tras vencer al inglés Richard Williams. Sin embargo, la fama le llegaría mucho tiempo después. Aquellos que no siguen este deporte con asiduidad tal vez hayan visto su rostro por primera vez en la pelea con el mexicano Julio César Chávez Jr., que se llevó a cabo el 15 de septiembre de 2012 en Las Vegas, donde Maravilla se consagró campeón mundial de peso mediano.

Muchas de estas historias están plasmadas en Maravilla, la película, el documental de Juan Pablo Cadaveira que se estrena este jueves y que lo muestra a Maravilla Martínez en su aspecto público, pero también registra parte de su mundo íntimo, a través de los testimonios de sus familiares. A Maravilla la gloria no le nubló el sentimiento de humildad que tiene desde la cuna y por eso dice en la película que no se olvida de sus raíces, ya que sus padres, hermanos y amigos “pusieron su granito de arena” en este presente que está viviendo. Además de contar sobre su infancia y las dificultades para llegar a donde quería, el film también aborda cómo es la rutina de un entrenamiento; incluso, se lo ve a Maravilla en una sesión de masajes, donde explica que siempre tiene algún dolor físico. Por supuesto, no faltan fragmentos de sus peleas más importantes, pero Cadaveira –41 años, egresado de la Carrera de Diseño e Imagen de Sonido de la UBA– también se interna en el aspecto más oscuro de este deporte y los negocios turbios que rodean el ring.

Maravilla, la película es la ópera prima de Cadaveira, quien desde hace varios años estaba buscando un proyecto documental, el género que más le interesa. “Necesitaba una buena historia y un muy buen personaje”, comenta en diálogo con Página/12. En este caso, surgió la idea luego de que un amigo de Cadaveira lo llamara a Nueva York, donde el cineasta residía por entonces, y le dijera: “Voy a filmar una pelea y me quedo en tu casa después”. Y cuando le comentó que iba a pelear Maravilla Martínez, Cadaveira aceptó ir casi por curiosidad, porque no es aficionado al boxeo: hasta entonces nunca había visto una pelea de boxeo. “A partir de ahí, empecé a averiguar quién era Sergio ‘Maravilla’ Martínez, y entonces me enteré de que era un gran campeón argentino”, recuerda el realizador. Pero lo que más lo atrapó fue que Maravilla “se aleja un poco del prototipo de boxeador porque es muy locuaz, muy carismático. Y también me interesó mucho su vida de inmigrante”, destaca el realizador. A su vez, a Cadaveira le impresionó el caso de “un deportista exitoso pero que no es profeta en su tierra”.

–¿Cree que este documental es sólo para un público al que le gusta el boxeo o no necesariamente?

–Mi objetivo siempre fue hacer un documental para el público en general. Me interesaba el boxeo, a pesar de no ser un fan ni de entender mucho cómo funciona, aunque en realidad me parece un deporte fascinante. Es una gran metáfora de la vida, porque todos tenemos un ring particular en nuestros trabajos, en nuestras familias, como padres. Todos tenemos que salir todos los días para ganar algo. Es como la vida misma. Si uno no lucha por algo que quiere es como que está muerto. La idea siempre fue también tener una mirada fresca, para sacarse los prejuicios. Yo sabía que la gente tiene muchos prejuicios sobre el boxeo. Muchos piensan que no es un deporte, que hay que sacarlo de las Olimpíadas, que es muy agresivo. Y yo creo que hay un arte detrás del boxeo. Y considero que el estilo boxístico de Sergio permite un poco transmitir eso. Me resultó fácil mostrar visualmente que no son solamente golpes. Sergio siempre dice que hay una estrategia, hay un pensar, que no es salir adelante y trompearse.

–¿Por qué decidió mostrar también el lado oscuro de los negocios en torno del boxeo?

–Esa parte fue el foco fundamental de la película. Cuando empecé sabía que no sólo había un personaje sumamente interesante con una vida también interesante, sino también con un presente. Este proyecto empezó hace tres años y, por entonces, no sabíamos si Sergio iba a recuperar el título de campeón. En ese momento, el mundo del boxeo le dio la espalda y le quitó el título fuera del ring. Entonces, el hilo para contar la historia era “acá hay un boxeador de elite que está en un momento crítico de su carrera”. El 2010 fue excelente: fue campeón del año. Y en 2011 siguió peleando, pero el negocio del boxeo le quitó el título y tampoco podía tener las peleas que él quería con los grandes boxeadores. Entonces, el negocio del boxeo es clave en esto: te da y te quita, maneja los tiempos cuando quiere y la carrera profesional de un boxeador está a merced de eso. Eso fue clave porque creo que la mayor parte de la gente no lo sabe: cree que el boxeador va a pelear arriba del ring, se entera y ya está. Pero hay un negocio muy grande. El boxeo es un deporte, un espectáculo y es un negocio.

–¿La pelea con Chávez Jr. funcionó como una bisagra en su carrera?

–No lo veo como una bisagra en su carrera boxística, pero sí en su carrera popular. Y también a nivel fama y ganancia de dinero. Creo que a nivel boxístico no lo fue porque se enfrentó antes con mejores boxeadores que Chávez y tuvo mejores peleas que con Chávez.

–¿En la Argentina tuvo un reconocimiento tardío?

–No sé cómo llamarlo, pero creo que a él lo hubiera beneficiado tenerlo mucho antes. Sergio siempre dice que el mejor momento de su carrera siempre es la pelea que viene. Las peleas que tuvo en 2010 fueron maestras. Peleó con grandes boxeadores y tuvo un desempeño increíble, que lo llevó a coronarse como Boxeador del Año por toda la prensa boxística de Estados Unidos. En la Argentina eso le pasó en 2012. Hay como un desfasaje. Y una cosa que cuenta la película son los caminos diferentes por si lo queremos comparar, por ejemplo, con Monzón, a quien el pueblo lo fue acompañando y así fue creciendo como boxeador. En cambio, lo de Sergio fue como algo más abrupto. Pero también vivió fuera de la Argentina. No sé si llamarlo tardío. Para muchos será “un fenómeno” que apareció e inundó la pantalla televisiva y después como que se retiró un poco porque dejó de pelear. Pero mi intención era contar su realidad. Lo interesante era hacerla en el momento en que a Sergio le estaban pasando estas cosas y no diez años más tarde. Esa fue la apuesta.

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