Como lo ha venido haciendo de forma gradual desde que John Lasseter ocupa el cargo de director creativo, con el estreno de Grandes héroes Disney vuelve a acertar con una propuesta que, a caballo del cine infantil, es ni más ni menos que una gran pelÃcula. Sin distinción de edades ni segmentación de públicos. Esta tendencia sostenida tiene mucho que ver con el hecho de que el creador de los estudios Pixar –lÃderes indiscutibles desde hace casi 20 años en la producción de pelÃculas infantiles animadas (aunque sus trabajos son en realidad obras maestras multitarget)– sea el responsable del área desde 2006. Incluso puede decirse que en esta nueva pelÃcula se nota con claridad su muñeca detrás del trazo, imprimiéndole al proyecto un perfil y un pulso que interpelan con naturalidad al espectador contemporáneo. Todo, desde el tema elegido (la amistad entre un niño y un robot) a la construcción multigénero que reúne el relato de superhéroes con la comedia y la tragedia, hace de Grandes héroes un film decididamente moderno. Pero el acierto más grande consiste sobre todo en no enamorarse de manera narcisista del reflejo de esa modernidad, sino que también saca provecho de las posibilidades que ofrecen las estructuras y recursos tradicionales que vuelven al relato vitalmente clásico.
No cabe duda de que una pelÃcula protagonizada por un adolescente tecnófilo (Hiro), en quien la pasión por las riñas callejeras de robots y las apuestas ilegales conviven con el deseo de unirse a un grupo de nerds universitarios tan genios como él, es una pelÃcula que conoce a la perfección las conductas, los deseos y el imaginario de los individuos que conforman su público potencial. La ecuación no es extraña: se trata del mismo patrón que reúne innovación con rebeldÃa y que ha convertido en un inesperado gurú de la autoayuda futurista nada menos que a Steve Jobs. Ese cruce entre tecnologÃa y cultura callejera, entre playstation y hip-hop, es lo que moldea el alma de Grandes héroes. Pero esos signos inequÃvocos de modernidad coexisten en armonÃa con la orfandad del protagonista, elemento distintivo de los grandes cuentos de Disney, y con el vÃnculo fraternal que él mantiene primero con Tadashi, su hermano mayor, y que luego se hará extensivo a su relación con Baymax, un particular robot inflable inventado por el propio Tadashi, que acabará tomando su lugar cuando éste fatalmente ya no esté.
Pero la construcción trágica del héroe no es el único emergente clásico que puede percibirse en Grandes héroes, sino que hay una cantidad de detalles que fortalecen ese carácter. Desde el respeto de Baymax por las leyes de la robótica –creadas en la trilogÃa literaria Yo, robot por el escritor Isaac Asimov, uno de los padres de la ciencia ficción– hasta el diseño del propio robot, que tanto recuerda a la reconocible criatura corporativa que identifica a la compañÃa francesa de neumáticos Michelin, no son pocas las referencias que ayudan a anclar la modernidad manifiesta de la pelÃcula en un molde clásico. Pero el punto de convergencia que mejor expone esa dualidad, incluso de manera gráfica, es la invención de la ciudad de San Fransokyo, espacio urbano que (desde un imaginario estadounidense, aunque universal en tanto cinematográfico) reúne en sà mismo el hÃper futurismo de la capital japonesa con la arquitectura tÃpica de la progresista ciudad de la Costa Oeste norteamericana. Esa doble referencia a la estética y la cultura japonesas que se manifiesta en los nombres de los protagonistas y en la alusión a la ciudad de Tokio representa también un juego, la abierta aceptación de la influencia que el manga y el animé han tenido sobre la cultura occidental. El resultado de esta operación produce un agradable efecto de Moebius. Si los trabajos de Disney habÃan representado una influjo determinante para la fundación de ambos géneros en el Japón durante la década del ’60, entonces podrÃa considerarse a Grandes héroes como un homenaje tardÃo al maestro Osamu Tezuka, creador de un personaje fundacional como Astroboy, tan cercano al espÃritu que alienta a esta agradable aventura que es a la vez clásica y moderna.
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