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Miércoles, 18 de marzo de 2015
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Seijun Suzuki: el regreso de un rebelde en la reapertura de la Sala Leopoldo Lugones

Cuando un cineasta se adelanta a su época

Uno de los grandes iconoclastas del cine japonés de posguerra, admirado por Takeshi Kitano, Jim Jarmusch y especialmente Quentin Tarantino, Suzuki está considerado no sólo el rey de la clase B asiática, sino también un revolucionario visual.

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El vagabundo de Tokio (1966), una de la cumbres de Suzuki y una influencia en el cine de Tarantino.

No filma desde hace una década y es comprensible: en mayo próximo cumple 93 años. Pero Seijun Suzuki (Tokio, 1923) sigue siendo –con 54 largometrajes firmados con su nombre– uno de los grandes iconoclastas del cine japonés de posguerra, tanto que directores de la talla de Takeshi Kitano, Wong-kar Wai, Jim Jarmusch y especialmente Quentin Tarantino han reconocido su influencia. Casi desconocido en Argentina, el Complejo Teatral de Buenos Aires y la Fundación Cinemateca Argentina, en colaboración con el Centro Cultural e Informativo de la Embajada de Japón, han organizado un ciclo denominado Seijun Suzuki: el regreso de un rebelde, que a partir de hoy marcará la reapertura (ver aparte) de la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (Avda. Corrientes 1530). La muestra estará integrada por quince films, la mayoría inéditos en el país, enviados especialmente desde Tokio por The Japan Foundation en copias nuevas en 35mm.

Esta retrospectiva viene a demostrar por qué Suzuki se convirtió en un director de culto, reconocido internacionalmente por la manera en que subvirtió desde adentro al rígido sistema de estudios del cine japonés, cuestionando los estereotipos y utilizando los géneros como campos de experimentación visual. Además de algunos de sus films más reconocidos, que anticiparon la mejor estética pop en el cine japonés, se exhibirán por primera vez en la Argentina ocho de sus primeros largometrajes para los estudios Nikkatsu, casi desconocidos fuera de su país.

“Hasta que la compañía lo despidió, en 1967, y eventualmente quitó de circulación todos sus films, Seijun Suzuki dedicó su carrera a dirigir largometrajes de clase B para el estudio Nikkatsu: films de bajo presupuesto anclados en géneros preestablecidos que solían exhibirse luego de algún film más prestigioso en las salas de cine de la empresa”, escribió Tony Rayns, considerado el mayor especialista occidental en cine asiático. “Todos estos proyectos eran asignaciones del estudio y generalmente se trataba de largometrajes de identidad genérica clara y bien definida: policiales duros, comedias, films de guerra, películas de yakuzas, melodramas con prostitutas. A un promedio de tres o cuatro realizaciones al año, Suzuki comenzó a encontrar la forma de hacerlas más ‘interesantes’, lo que generalmente implicaba intensificar lo que ya estaba disponible en el guión: utilizar una puesta en escena e iluminación de origen teatral, mostrar la acción desde ángulos excéntricos, destacar los detalles más inesperados, elevar el nivel del humor absurdo.”

El punteo del ciclo completo es el siguiente:

- El pueblo de Satán (1956). Tercer largometraje de Suzuki (dirigido con su nombre de pila real, Seitaro), y su primer film de yakuzas, se trata de “un tour de force visual, en particular cuando llega el momento de representar alguna muerte violenta, con un nivel de ferocidad poco común en la época de su producción” (Chris Desjardins, Outlaw Masters of Japanese Film). (82’) Hoy miércoles.

- Ocho horas de terror (1957). “En una situación que se volvería clásica con el correr de los años y las películas, es un thriller melodramático típicamente japonés transformado por Suzuki en una comedia. Los estudios Nikkatsu intentaron eliminar esos elementos” (Robert Firsching).(77’) Mañana jueves.

- La bella del submundo (1958), rodada en impactante blanco y negro, en formato de pantalla ancha e influenciada por la estética del film noir, es un verdadero festín visual y la demostración cabal del talento temprano de Suzuki. (87’) Viernes 20.

- Senos jóvenes (1958). El cantante Akira Kobayashi interpreta a Yoshi, un adolescente algo alienado que se enamora de la asistente social encargada de seguir su caso. Exitoso film de jóvenes delincuentes que tuvo su secuela apenas un año más tarde. (90’) Sábado 21.

- Pasaporte a la oscuridad (1959). Ibuki, un joven trompetista, viaja con su mujer de luna de miel, pero ella desaparece. Con la certeza de que ha sido abandonado, regresa a su hogar, pero allí encuentra el cuerpo sin vida de su esposa. La policía sospecha inmediatamente de Ibuki, quien debe escapar e infiltrarse en el submundo criminal si desea hallar al asesino y probar su inocencia. (88’) Domingo 22.

- La edad desnuda (1959). Una banda de delincuentes juveniles sobreviven gracias a pequeños robos, pero todo comienza a salir mal cuando accidentalmente roban una gran cantidad de dinero que le pertenece a la yakuza. El protagonista, Keiichiro Akagi, fue promovido por los estudios Nikkatsu como el James Dean japonés. Irónicamente, Akagi también murió en un accidente automovilístico antes de alcanzar todo su potencial como estrella. (53’) Miércoles 25.

- Apunten al camión de policía (1960). Un film pletórico de “callejones sin salida, asaltos inesperados, montajes delirantes y una proliferación wellesiana de matones enmascarados y muertes fingidas” (Chuck Stephens). (79’) Jueves 26.

- Todo sale mal (1960). Uno de los films más injustamente desconocidos del realizador, Todo sale mal “presenta las frustraciones de su país a través de una juventud desilusionada y marginada, acompañando el nacimiento de una nueva clase de cine japonés” (Kimberly Lindbergs). (71’) Viernes 27.

- El canal sangriento (1961). Una colección episódica de historias de acción de los guardias costeros, vehículo perfecto para Koji Wada, que se transformaría gracias a esta película en la nueva estrella adolescente. El enorme éxito de este film le permitiría al realizador mayor libertad creativa en sus siguiente proyectos, dando inicio al mejor período de su larga carrera. (83’) Sábado 28.

- La juventud de la bestia (1963) pone en pantalla por primera vez las imágenes alucinadas y coloridas composiciones que se transformarían en la marca registrada del realizador. “A Suzuki le interesan menos las vueltas de tuerca del guión que las formas geométricas y las composiciones de cuadro fracturadas. Es el triunfo de la abstracción en el seno de un contexto híper comercial” (Howard Hampton). (92’) Domingo 29.

- El vagabundo de Kanto (1963). Fiel a códigos ancestrales, un yakuza intentará llevar una vida según las viejas tradiciones, algo nada sencillo en un mundo moderno donde el honor ya no parece tener lugar. “Un clímax que deja sin aliento. Nuevamente, este realizador de films clase B logra efectos estéticos sorprendentes y vanguardistas” (Shigehiko Hasumi, Universidad de Tokio). (92’) Lunes 30.

- El tatuaje del dragón blanco (1965). Uno de los films más influyentes en la carrera de Suzuki –su secuencia final fue homenajeada por Quentin Tarantino en la primera parte de Kill Bill–, es además el título que prefigura la posterior independencia estilística absoluta del realizador. Para el especialista Tony Rayns se trata de “un film de yakuzas tan estilizado como una obra de teatro kabuki”. (87’) Martes 31.

- El vagabundo de Tokio (1966) “empieza en blanco y negro, y no precisamente del modo más esperable para una película de gangsters (un yakuza le pide a su rival que lo mate), y de pronto el protagonista mira hacia abajo y ve algo de color rojo. A partir de ese momento, la película es en colores. Y qué colores: el matón protagonista jamás se saca su traje celeste cielo ni sus zapatos blancos (¡ni siquiera en medio de paisajes nevados!). Todo esto hizo Seijun Suzuki, sin haber visto jamás ni un plano de Pierrot, el loco” (Horacio Bernades). (83’). Miércoles 1 de abril.

- Marcado para matar (1967) es una pesadilla surrealista de extraordinaria fuerza creativa. Los directivos del sello Nikkatsu, al asistir a la versión definitiva del film, decidieron “prescindir” de los servicios de uno de sus directores más prolíficos y fieles. Para muchos críticos e historiadores se trata de la obra maestra del realizador. (91’) Sábado 4 de abril.

- Pistol Opera (2001). “Suzuki emprende esta divertida, juguetona y deslumbrante reescritura de Marcado para matar, dándole al argumento clásico una vuelta insospechada a partir de la expansión narrativa de una reflexión sobre la demora, la postergación, el desplazamiento” (Hugo Salas). (112’) Domingo 5 de abril.

Todas las funciones serán a las 17, 19.30 y 22 horas. La entrada general es de $ 25 pesos y $ 15 para estudiantes y jubilados.

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