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Martes, 7 de abril de 2015
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Culminó el festival Uncipar, evento cumbre del cortometraje en Argentina

El espíritu libertario del viejo Gesell

El corto Sé, de María Amanda Celi, que narra el corajudo amor adolescente de dos compañeras de colegio secundario, arrasó con los premios. El film fue destacado por el jurado “por la mirada desinhibida de una directora que toma riesgos”.

Por Juan Ignacio Provéndola
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Invisible, de Juan Echalecu (premio al mejor director), uno de los cortos que irán de gira por el mundo.
Desde Villa Gesell

Alexia y Josefina son compañeras del colegio. Esperan que termine el horario de clases para escaparse juntas. Se aman como pueden hacerlo dos adolescentes: apasionadamente, sin pruritos, corriendo riesgos, buscando lo eterno en lo efímero. No están solas, claro. Más allá de sus cuerpos, las rodea el peligro de que las descubran. La condena ajena de un juicio que no merecen. ¿Qué diría Carlos Gesell si viera a dos chicas desnudas amándose fuerte en el corazón de su ciudad? ¿Primaría la rígida crianza que padeció a principios del siglo pasado o el espíritu libertario que intentó imprimirle a su creación tiempo después? Poco le importa a María Amanda Celi: Sé, su última película, fue consagrada como la mejor de todas las que se exhibieron el fin de semana en la Casa de la Cultura de Villa Gesell. Allí, desde hace 37 pascuas, se realiza el festival Uncipar, evento cumbre del cortometraje en Argentina.

El film fue destacado “por la mirada desinhibida de una directora que se arriesga con una temática referida a la sexualidad adolescente y construye ese universo con riqueza narrativa”. Así lo señaló el jurado de la Competencia Nacional, una de las secciones más importantes del certamen anual, revigorizado este año además con la entrega del Carlos Gesell, algo así como un Uncipar de oro. Pero estos dos no fueron los únicos galardones con los que se alzó la obra de Celi: también le correspondieron el reconocimiento de Dinamic Films y nada menos que el Georges Méliès, premio que desde hace 32 años otorga la Embajada de Francia a realizaciones sudamericanas con el fin de exhibirlas luego en festivales galos.

El otro gran laureado del Uncipar 2015 fue Payada pa’ Satán, de los hermanos Carlos y Antonio Balseiro. El corto, de casi 8 minutos de extensión, venía de ser premiado en el Festival de Cine Latinoamericano de La Plata. Ahora, de Villa Gesell, volvió con nuevas medallas, entre ellas el Premio del Público y el del Incaa TV (que lo exhibirá en su programación durante los próximos cinco años), además de terminar segundo en la Competencia Nacional. La historia ubica en el centro de la atención a un gaucho del interior profundo que descubre al Ejército realizando maniobras en beneficio de una contaminadora empresa minera. Derivaciones modernas de un Martín Fierro, releído más de cien años después bajo los efectos de los pesticidas que asuelan tierras de su pampa y las nuevas narrativas digitales.

Payada... no fue la única animación reconocida en el Uncipar 2015. Así lo evidenció Dinner For A Few, en donde el griego Nassos Vakalis apeló a la metáfora orwelliana de los chanchos como símbolo del poder opresivo en la granja universal para graficar el tenso escenario en el que debate la actual sociedad helénica, inmersa en una crisis que desvela a toda la Comunidad Europea. Su corto fue ungido como el mejor de la Competencia Internacional, cuyo segundo lugar fue compartido entre Save the World, del suizo Sylvain Renou, y Herman the German, la historia de un hombre que se dedica a desactivar algunas de los miles de bombas sumergidas en suelo alemán desde la Segunda Guerra Mundial. Según el jurado, la sección presentó una importante cantidad de piezas competitivas. Muestra de ello fue que, por primera vez, tuvieron que entregarse siete menciones adicionales, cifra inédita. Por otra parte, el Premio del Jurado recayó en Zombies, de Sebastián Dietsch, impensado relato de ciencia ficción a consecuencia de una simple y cotidiana pelea de celos entre los miembros de una pareja.

A diferencia de las ediciones anteriores, esta vez el Uncipar no ofició como preliminatoria argentina de los Premios Unica. Es que el certamen internacional más antiguo de cine independiente (con décadas de realizaciones en distintas sedes del mundo) ya no goza del prestigio de antes, entonces desde Uncipar decidieron obviar este paso. En su lugar, el organismo nucleante del paso reducido criollo escogió en su reciente festival una serie de cortos argentinos que formarán parte de la muestra itinerante oficial que representará al país en distintos eventos del planeta. Serán, en total, nueve: los tres premiados en la competencia nacional más El paso, de Victoria Mammoliti; Hasta el dominó, siempre, de Tian Cartier; Invisible, de Juan Echalecu; La ventana abierta, de Lucila Las Heras; Un día especial, de María Tomsig y Yo te quiero, de Nicolás Conte.

Una de las principales novedades que ofreció Uncipar este año fue la inclusión de una sección exclusivamente gesellina, interesante propuesta para estimular la producción cinematográfica local. De eso se trató el “Desafío 48 horas”, en donde cinco finalistas tuvieron que filmar y editar una pieza de un minuto durante el fin de semana anterior al festival. Aunque las obras debían tener un anclaje visual y narrativo que referenciara a la Villa, cada uno de sus realizadores aprovechó la oportunidad para dejar tras su paso un mensaje trascendente. Contrastes, de Rocío Salas, mostró las consecuencias ocultas de la contaminación en las playas según lo que ocurre en la maravillosa y remota Reserva Querandí, al sur de la ciudad, mientras que Familias azules, de Manuela Pujadas, describió que el primer obstáculo del autismo (padecimiento de varios niños gesellinos) no es el sanitario, sino el social. Puertas, de Omar Capurro; Un día, de Delfina Rodríguez; y Juventud, de Camila Carrizo completaron la nómina con idéntico esmero.

Las Menciones Especiales compensaron esfuerzos y detalles puntuales. Estacionamiento, de Luis Bernárdez, fue ponderado por su montaje, La piel, de Enrique Yanco, por su fotografía y El paso, de Victoria Mammoliti, por su guión. Yo te quiero, de Nicolás Conte, fue señalado como el mejor corto animado, mientras que destacaron por el abordaje en el cine de terror al corto Hasta las entrañas, de Leandro Cotzi, película en la que participó Paula Carruela, elegida por el jurado como la mejor actuación del festival. En tanto, Juan Echalecu ganó como mejor director por Invisible.

Después de entregar los premios y antes de bajar el telón de esta edición, Liliana Amate, principal organizadora del festival, alzó la vista, observó el auditorio repleto de gente y emociones y dijo, casi como grito de guerra: “¡Gracias a todos por venir! ¡El cortometraje está más vivo que nunca!”. Un último aplauso selló la sentencia, dio por concluida la edición y reinició la expectativa de cara a 2016.

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