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Domingo, 4 de octubre de 2015
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TERRY GILLIAM SIGUE BATALLANDO CON SU PELICULA THE MAN WHO KILLED DON QUIXOTE

Cabalgando contra los molinos de viento

Quince años después de haber iniciado el proyecto, que sufrió todo tipo de calamidades y defecciones en su elenco, el realizador de Brazil no se amilana y sigue con su idea, ahora con respaldo de Amazon, el sitio web devenido casa productora.

Por Horacio Bernades
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Terry Gilliam, un Quijote de camisa hawaiana dispuesto a continuar con su proyecto a toda costa.

“La cuarta muerte del hombre que mató al Quijote”, podría llamarse, a esta altura, la película sobre la película imposible de Terry Gilliam. Ya cumplió tres lustros el romance frustrado del realizador de Brazil y 12 monos con el personaje de Cervantes, que llevaría por título El hombre que mató a Don Quijote y que, tanto como para adherir al aniversario, acaba de troncharse por cuarta vez. El nuevo parate tuvo lugar un par de semanas atrás, cuando los productores se enteraron de que el nuevo Alonso Quijano, John Hurt, sufre de cáncer de páncreas. “Recién está en su fase inicial”, intentó disculparse el genial secundario de Alien, El hombre elefante y Dead Man, entre otras mil películas. Pero la gente de Amazon Studios –novísima subsidiaria cinematográfica de la célebre firma de ventas online y productores del film de Gilliam– no quiere saber nada con el tema y dejó en suspenso el inicio del rodaje, previsto para noviembre próximo y con hipotética fecha de estreno para mayo de 2016.

Supersticiosos tal vez, los directivos de Amazon quizás hayan tenido en cuenta que al ex integrante de los Monty Python ya se le murió un actor en plena producción. A los 29 años, Heath Ledger fue hallado en el piso de su departamento de Manhattan, con un frasco de pastillas cerca de su mano y en medio del rodaje de El imaginario mundo del doctor Parnassus, estrenada en 2009. Como se recordará, Gilliam solucionó el problema de modo tan extravagante como lo son sus películas. Convocó a Johnny Depp, Jude Law y Colin Farrell para completar la parte de Ledger, cuyas escenas previamente filmadas quedaron también en el corte final. ¿Podría arredrarse este hombre con el simple cáncer de páncreas del actor protagónico?

Gilliam empezó a filmar The Man Who Killed Don Quixote por primera vez quince años atrás, en la provincia española de Navarra y con respaldo del británico Jeremy Thomas, uno de los productores independientes de espaldas más anchas. Como que fue quien solventó El último emperador, El almuerzo desnudo y Pina, entre otras, permitiendo al realizador de Miedo y locura en Las Vegas abordar su proyecto económicamente más ambicioso. El francés Jean Rochefort –que da el physique du rôle como nadie– y Johnny Depp eran los protagonistas. ¿Depp como Sancho? Sí pero no. Como se imaginará, la de Gilliam es una paráfrasis libérrima del Quijote. A la manera de Un yanqui en la corte del Rey Arturo, de Mark Twain, que sirvió de modelo confeso, en ella un ejecutivo publicitario viaja en el tiempo, confrontándose con el hombre de La Mancha, que lo confunde con su escudero. El nombre del coguionista es Tony Grisoni. El del personaje de Depp, que viene sobreviviendo hasta el día de hoy los sucesivos volantazos del guión, Toby Grisoni.

Tal como testimonia el documental Perdidos en La Mancha, que se puede bajar de internet, las calamidades sucedidas durante el rodaje no tuvieron mucho que envidiarle a las de Apocalypse Now!, caso decano en la materia. No hubo que esperar mucho para ello: al segundo día de filmación, una inundación barrió con los decorados, arrastró equipamiento y de paso le cambió el color al paisaje, volviendo inutilizable lo previamente filmado. A todo eso, el estruendo de los jets que iban y venían de una base militar vecina hacía de las escenas una versión con turbinas de la novela de Cervantes. Intentando trepar al Rocinante de turno, al septuagenario Rochefort su condición de hábil jinete no le permitió evitar una doble hernia de disco. Tras haber invertido siete meses en clases de inglés, el protagonista de El marido de la peluquera debió volar de urgencia a París, abandonando definitivamente el rodaje y obligando a Gilliam a suspenderlo para siempre. Pero la pesadilla recién empezaba: una agencia de seguros demandó a la compañía de Jeremy Thomas por abandono de la producción, ganando el juicio, cobrando 15 millones de dólares y quedándose con los derechos sobre el guión.

Tras una década de tiras y aflojas legales, Gilliam El Indoblegable recuperó los derechos perdidos, poniendo fecha para un nuevo comienzo: comienzos de 2010, con Robert Duvall en lugar de Rochefort y Depp manteniendo su papel. A esa altura, Gérard Depardieu y el ex Monty Python Michael Palin ya habían sido barajados y descartados para el protagónico. Sin que los quince millones pateados lo hicieran recular, Jeremy Thomas volvía a anotarse en el proyecto. Mientras él se subía, Depp se bajaba, incapaz de hacerse un resquicio en la agenda, pero también bastante desinteresado en seguir remando el maldito proyecto. Sale Depp, entra Ewan McGregor y en setiembre 2010 Gilliam admite que el proyecto se volvió a caer, por falta de fondos.

En enero de 2014, el cineasta, Quijote de camisa hawaiana, fija nueva fecha de inicio: setiembre del año pasado, ahora con productor español y guión drásticamente reescrito. “Continúo incorporando mi propia vida y cambiando el libreto”, sostenía por entonces. En la nueva versión, Grisoni –a quien ahora interpretaría el británico Jack O’Connell, protagonista del bodrio Invencible– vuelve al pueblito español donde en sus tiempos de estudiante de cine filmó una versión del Quijote, encontrando que sus ex compañeros ahora son borrachos, locos o putas. ¿Qué pito toca el Quijote en todo esto? No está claro. Lo claro es que el realizador de Las aventuras del barón Munchhausen sigue sin poder matarlo. Recién estrenada su postergación 2015, Gilliam acaba de mejorar su record y ahora completa dos interrupciones en dos años.

Desde ya que nada de esto le hace perder el optimismo. “Amazon piensa estrenar la película en cines, y uno o dos meses después lanzarla para ver online. Me parece una buena idea, porque te permite verla en pantalla grande, si querés, y si no en tu casa”. La inexperiencia en el rubro de la más famosa tienda online le parece buenísima. “Es interesante, porque todavía están en su etapa formativa. No son una burocracia cristalizada, como los estudios de cine, y están llenos de gente abierta a ideas nuevas. Es buen momento para trabajar con ellos.”

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