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Jueves, 21 de septiembre de 2006
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“DEAR WENDY”, DE THOMAS VINTERBERG, CON GUION DE LARS VON TRIER

Western típicamente europeo

El director de La celebración filmó una nueva invectiva del autor de Dogville contra Estados Unidos, la historia de un grupo de adolescentes para quienes las armas son objeto de adoración.

Por H. B.
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Los chicos lucen accesorios de todas las guerras emprendidas por EE.UU. a lo largo de su historia.

Se expande la trilogía americana de Lars von Trier. El inventor del Dogma había iniciado su viaje por una América de la mente ya antes de Dogville, con Bailarina en la oscuridad. Ahora, casi al mismo tiempo que Manderlay y antes de la anunciada Wasington (sic), Von Trier practica, con Dear Wendy, un desvío que lo dirige al mismo lugar. El lugar es la idea –no precisamente original, aunque indiscutiblemente cierta– de que los Estados Unidos se fundaron por la violencia, gracias a ella llegaron a regir el mundo y es con su obstinado ejercicio que defienden ese lugar. El desvío consiste en que esta vez Von Trier firma el guión, produce y hasta coloca como director de fotografía a su habitual brazo derecho, Anthony Dod Mantle, pero no dirige. Esa función ha quedado a cargo de su viejo compinche del Dogma danés, Thomas Vinterberg, realizador de La celebración.

Aun así, hay más Von Trier que Vinterberg en Dear Wendy. “Querida Wendy”, escribe el protagonista, Dick Dandelion, encarnado por el magnífico Jamie Bell, el de Billy Elliot y Undertow. La que Dick escribe, y que de allí en más se dejará oír en el off, no es una típica carta de amor. Como que está dirigida a... un arma. Wendy es el nombre con que Dick ha bautizado al viejo pistolón que compra, creyendo que es de juguete y enterándose pronto de que no lo es. Dick no pretende matar a nadie: dice ser pacifista. Lo mismo que los otros chicos del pueblo, que bajo su influjo formarán un gang, una pandilla. Como no es difícil adivinar, terminarán usando a repetición aquello que, dicen, nunca quisieron gatillar. Pobres perdedores, desplazados de un pueblito tan representativo como los que dan nombre a Dogville o Manderlay, todos ellos formarán una secta con nombre propio: los Dandies.

Eligen como refugio las instalaciones de lo que alguna vez fue una mina, adoptan una jerga en la que “matar” se dice “amar” y desarrollan una serie de rituales que de allí en más los distinguirán. Estos incluyen un leitmotiv musical (The Time of the Season, de The Zombies, grupo pop de fines de los ’60), trajes de época y un ceremonial pagano en el que las armas, por supuesto, pasan a ser objeto de adoración. Los trajes, que incluyen accesorios de todas las guerras emprendidas por Estados Unidos a lo largo de los primeros siglos de su historia, le van dando condición de viaje al origen a lo que en un comienzo fue deliberada atemporalidad. Basta sumar a esas vestiduras las reverenciadas armas y el fatal enfrentamiento con las autoridades al que la historia se encamina, para quedar inmersos en el más americano de los géneros cinematográficos: el western.

Con muy oscuros interiores iluminados por el muy talentoso Dod Mantle y el tono sobrio, asordinado y eventualmente irónico que Vinterberg impone, Dear Wendy es, en tal caso, un western típicamente europeo. Esto es, reflexivo, melancólico y representativo, antes que ceñido a la acción. Representativo quiere decir en este caso simbólico, y ese carácter debe entenderse tanto en sentido proyectivo, con los Dandies como miembros de un nuevo Dogma (y Dick como evidente alter ego de ese autócrata de Von Trier), como por su transparente intención alegórica. Como viene sucediendo con la obra de Von Trier, más que personajes dramáticos hay aquí representaciones de ideas. Ideas preconcebidas que gobiernan la ficción entera, con tanta mecanicidad como la que emplea Dick Dandelion para imponer sobre sus pares caprichosos rituales, músicas favoritas y raros vestidos viejos. Mecanicidad que, como sucede en Dogville y Manderlay, liga a Dear Wendy con el discurso o el sermón, en lugar del drama específicamente cinematográfico.

6-DEAR WENDY

Dinamarca/Francia/Alemania/

Inglaterra, 2005.

Dirección: Thomas Vinterberg.

Guión: Lars von Trier.

Fotografía: Anthony Dod Mantle.

Intérpretes: Jamie Bell, Bill Pullman, Michael Angarano, Alison Pill y Mark Webber.

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