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Miércoles, 6 de julio de 2016
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Se esterna S.C. Recortes de prensa, de Oriana Castro y Nicolás Martínez Zemborain

Para saltar el cerco informativo

El documental investiga la historia del periódico Sin censura, que con las firmas de Cortázar, García Márquez, Bayer, Soriano y Galeano, entre otros, comunicaba en América latina, en forma clandestina, aquello que las dictaduras no permitían informar.

Por Oscar Ranzani
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Castro, una de las directoras del film que se verá desde mañana en el C.C. de la Cooperación.

Algunos grandes intelectuales que estaban exiliados en Europa durante las dictaduras latinoamericanas transformaron ese dolor de la lejanía en un proyecto editorial que buscó saltar el cerco informativo que utilizaron los militares del Cono Sur. La idea era comunicar en la propia América latina aquello que los regímenes no permitían informar. Fundaron un periódico editado en Francia, con corresponsalías en toda Europa e impreso y distribuido desde Estados Unidos que ingresaba a los países del continente sudamericano de manera clandestina. Se llamó Sin censura: el nombre fue elegido por Julio Cortázar, uno de los fundadores de la publicación, donde podían leerse los escritos de Gabriel García Márquez, Osvaldo Bayer, Osvaldo Soriano y Eduardo Galeano, entre otros grandes intelectuales. Oriana Castro y Nicolás Martínez Zemborain investigaron la historia del periódico y la plasmaron en el documental S.C. Recortes de prensa, que se estrena mañana a las 21 en el Centro Cultural de la Cooperación (Corrientes 1543) y que podrá verse todos los jueves de Julio.

El film reconstruye todo lo sucedido en torno del periódico y cuenta con los testimonios de Carlos Gabetta, Miriam Lewin, Gino Lofredo, Osvaldo Bayer y Catherine Soriano, entre otros entrevistados. El puntapié inicial vino de parte del codirector del film, Nicolás Martínez Zemborain, hijo del periodista Chino Martínez Zemborain. Junto a su pareja Oriana Castro, el documentalista estaba revisando unos papeles en casa de su padre y se toparon con dos ejemplares de Sin censura. “Me gusta mucho la literatura y lo primero que me llamó la atención fue ver a Cortázar en esa publicación”, cuenta Castro, en diálogo con Página/12. Ella no sabía que habían llegado a editarse seis periódicos y empezó a debatir con Zemborain (h) sobre la posibilidad de concretar un documental que diera cuenta de los orígenes y del propósito de esa publicación.

–¿El objetivo primordial del periódico era vencer ese cerco informativo que imponían las dictaduras?

–Sí. Además de que había un Comité de Dirección y apoyo internacional, tenía dos particularidades que nos resultaron interesantes: por un lado, estaba hecho para ser leído en los países con dictaduras y no en los países donde estaban los exiliados. Ellos mandaban desde París, donde estaba la redacción, las hojas para imprimir en Washington. Y desde esa ciudad (un lugar menos sospechoso de que se enviaran sobres a la Argentina) se mandaban ejemplares en sobres de diferentes colores a la Argentina, Bolivia, Paraguay, Uruguay y Chile. Nos interesaba toda esa logística y, además, también el hecho de que no era una publicación partidaria. En el exilio se hacían publicaciones entre grupos más cercanos en cuanto a lo partidario. En este caso, era bastante variado: había del PRT, radicales y de otros.

–Tenían distinta extracción política pero los unía la idea de escribir contra el régimen. ¿Llegaron a investigar cómo se manejó esa línea editorial?

–Sí. Tuvimos diálogo con los que habían participado y colaborado. Siempre tuvimos muy buena recepción para dar testimonios. Y del Comité Directivo, que estaba integrado por seis personas, hablamos con las cuatro que están vivas. Gabetta es muy ordenado y tiene una colección de cartas de esa época. Y la línea editorial estaba definida en esas cartas que se mandaban entre ellos. Carlos era como el Jefe de Redacción y Gino Lofredo era el que conseguía los fondos y estaba en Washington. Ahí se definía la línea editorial. No era todo color de rosa, no estaban de acuerdo en todo, pero el periódico era bastante plural.

–Hoy parece impensable ejercer el rol de periodista sin recurrir a Internet y cuesta imaginarse cómo lograron esos grandes periodistas distribuir la publicación en distintos países del mundo sin tener recursos tecnológicos.

–Sí, y tampoco económicos. Es un delirio. Nosotros hacíamos una lectura de que en tan poco tiempo, treinta años, haya cambiado todo tan radicalmente también en cuanto a lo tecnológico. Uno de los periodistas, cuando lo cuenta, casi que le causa gracia y dice: “Hoy haríamos todo de otra manera, tendríamos puntos de impresión en distintos países”. Pero bueno, era lo que tenían. Y trabajaban así y lo hacían muy bien.

–¿Uno de los objetivos que se propusieron ustedes fue reflexionar también sobre el oficio del periodista?

–Sí, del comunicador, pero hablamos del periodismo, que me parece una profesión apasionante. Y también porque desde hace unos años se está discutiendo mucho cuál es el rol del periodista y el lugar que ocupa en la sociedad. Eso nos parecía interesante. Creo que al hablar de ese momento, que era un momento tan oscuro y siniestro, uno puede leer a la distancia ciertas cosas con mayor claridad. Por ahí, es más fácil detectar dónde están los montajes informativos, pero no creo que sea un panorama que haya cambiado demasiado. Tal vez las cosas que se esconden en el medio son siniestras, menos siniestras, pero bueno, termina siendo un poco un documental sobre el periodismo.

–Es que hablar de Sin censura es también hablar, por contraposición, de las alianzas estratégicas entre la dictadura y los medios hegemónicos, ¿no?

–Sí. En estos últimos años, ya desde el hecho de empezar a decir “dictadura cívico-militar” se trabaja un poco más en profundidad el hecho de que no fueron unos señores malos que vinieron y pasaron por encima de toda una sociedad sino que la sociedad participó de diferentes modos. Y los medios de comunicación cumplen un rol fundamental porque son corporaciones económicas con intereses políticos que terminan siendo intereses económicos. Entonces, nosotros partimos de la base de que no es que fueron cómplices sino que fueron socios de la dictadura. Papel Prensa es un ejemplo muy claro de eso. Por suerte, hay mucho trabajo hecho sobre la dictadura. Pero no se había hecho tanto desde lo cinematográfico sobre los medios. Nos pareció interesante este disparador de una publicación hecha afuera.

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