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Jueves, 25 de octubre de 2007
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“HONOR DE CAVALLERIA”, DEL CATALAN ALBERT SERRA

La libertad como horizonte

Cine radical, pensado al margen de las necesidades del mercado y de la industria, la notable ópera prima de Serra se inspira en Don Quijote, pero se permite ser una película ajena a todo lastre literario.

Por Luciano Monteagudo
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Dos actores no profesionales (Lluís Carbó, Lluís Serrat) y un paisaje rústico como único escenario.

Contra el academicismo y la tiranía del guión que dominan desde hace años al cine español, Honor de cavallería propone a cambio –como un desafío– un film de una libertad y una frescura fuera de lo común, que convirtieron a la sorprendente película catalana del debutante Albert Serra en la revelación del Festival de Cannes 2006. La paradoja es que esta película tan joven y tan viva está inspirada en el libro de los libros de la literatura española, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Pero a diferencia de tantas adaptaciones plúmbeas, ahogadas por el peso de la producción y el vestuario, esta derivación cervantina se reduce a lo básico, a lo esencialmente cinematográfico: apenas Don Quijote y Sancho Panza viajando en silencio por un paisaje agreste, conversando apenas a veces (en catalán en vez de castellano), e incluso durmiendo, para que el espectador pueda compartir con ellos la experiencia de pasar la noche a cielo abierto, bajo el arrullo de las estrellas y los grillos.

En vez de elegir aquellos episodios más famosos y trillados (no hay a la vista ni un solo molino de viento), deliberadamente Serra prefiere narrar –a la manera de un Yasujiro Ozu mediterráneo– el paso del tiempo y los espacios vacíos, los pasajes en blanco, las notas al margen. Allí están entonces, en largos planos-secuencia, la amistad tácita y los silencios compartidos: cuando cae la noche (y el film se oscurece en su totalidad) y también cuando vuelve el día y se escucha el deslumbrante despertar de la naturaleza. Una belleza áspera, una poesía austera, un humor genuino son algunas de las muchas virtudes de este film tan libre como insólitamente fiel al espíritu del libro que lo inspira.

Esa fidelidad, se diría, tiene que ver precisamente con la libertad con que Serra se enfrentó al libro de Cervantes. “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres” (Segunda parte, capítulo 58). Para escapar del cautiverio del cine narrativo, Albert Serra recupera la idea del cine de poesía de Pier Paolo Pasolini: los actores no profesionales –notables Lluís Carbó y Lluís Serrat– que le dan una carnadura y una verdad infrecuentes a sus personajes; el paisaje rústico, silvestre, como único escenario; y la noción de un pasado mítico, capaz de recordarle al presente el origen y la esencia del hombre.

Nunca deja de ser sorprendente lo que sucede con esa relación siempre inestable, con ese matrimonio muchas veces mal avenido del cine y la literatura. En el documental Crónica de una mujer china, de Wang Bing, que acaba de verse en el DocBsAs/07, el relato en crudo, a cámara, de un personaje que narra durante tres horas, sin solución de continuidad, medio siglo de su vida, se convierte en una monumental novela-río, en un relato capaz de disparar la imaginación del espectador como solo puede hacerlo un gran escritor. A su vez, Honor de cavallería toma la novela primigenia de la literatura castellana y de sus más de mil páginas extrae un objeto puramente cinematográfico, un documental de Don Quijote y Sancho Panza en tiempo presente, como si una cámara se hubiera infiltrado en pleno siglo XVII y hubiera logrado captar su cotidianidad, el simple devenir de sus días y sus noches.

Si, como dice Vargas Llosa, “el gran tema de Don Quijote de la Mancha, su razón de ser, es la ficción”, se diría que el tema del film de Serra es la preficción, aquello que la antecede y la modela. La fantasía, la locura, la vida interior del Caballero de la Triste Figura, Serra las encuentra materializadas en su comunión con el sol y con la luna, con los cielos desencadenados, con las nubes que se ciernen sobre su cabeza.

Cine radical, pensado al margen de las necesidades del mercado y de la industria, Honor de cavallería es un film que se inscribe en una genealogía, en un árbol amplio y generoso que tiene en sus raíces y su tronco no sólo a Ozu y a Pasolini, sino también ramificaciones que conducen al Bresson de Lancelot du lac y al Rohmer de Perceval el galo. No se trata tanto de influencias como de volver a reconocer la nobleza esencial del cine, de recordar sus posibilidades expresivas, de ampliar sus horizontes y el de sus espectadores.

9-HONOR DE CAVALLERIA

(España/2006).

Dirección: Albert Serra.

Guión: Albert Serra, Jimmy Gimferrer y Montse Triola, inspirado en la novela El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra.

Fotografía: Christophe Farnarier y Eduard Grau.

Música: Ferrant Font.

Sonido: Joan Pons, Jordi Ribas.

Intérpretes: Lluís Carbó, Lluís Serrat, Albert Pla.

Estreno exclusivamente en el cine Lorca (en copia 35mm.)

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