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Miércoles, 12 de diciembre de 2007
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ENTREVISTA AL DIRECTOR Y EX MILITANTE SILVIO DA-RIN

“Habíamos dado un paso más grande que nuestras piernas”

El cineasta habla de su documental Hércules 56, que evalúa el sentido de la lucha armada durante la última dictadura brasileña.

Por Oscar Ranzani
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Hércules 56, que se estrena mañana, obtuvo el premio al Mejor Documental en el último Marfici.

El hecho marcó un antes y un después en el accionar represivo de la dictadura militar brasileña: el 4 de septiembre de 1969, dos organizaciones armadas enfrentadas a los militares, Acción Libertadora Nacional y Movimiento Revolucionario 8 de Octubre, secuestraron al embajador estadounidense Charles Burke Elbrick, con el objetivo de “canjearlo” por la liberación de quince presos políticos y, a la vez, dar a conocer un manifiesto explicando los motivos de la lucha armada. El acuerdo llegó a consumarse: quince militantes de distintas tendencias políticas de izquierda fueron liberados y trasladados a México en un avión Hércules 56 de la Fuerza Aérea Brasileña, sin posibilidad de retorno a su país. Lejos de apaciguar los ánimos, la represión militar continuó su escalada en tierra carioca. Sobre este hecho puntual, nació la idea de Hércules 56, documental de Silvio Da-Rin que se estrena mañana. “Fue el operativo que tuvo más repercusión a nivel nacional e internacional”, afirma Da-Rin en diálogo telefónico con Página/12, desde Brasil. “Incluso muchos analistas políticos de Brasil creen que éste fue el hecho que causó el cambio de la represión –agrega–. Aunque a mí no me parece. Para mí el cambio de la represión se dio un año antes: en diciembre de 1968. Todo 1969 fue un año donde los brasileños vivimos bajo una represión y una censura muy fuertes. Pero este operativo fue el hecho que tuvo mayor repercusión.”

Contar este suceso, según Da-Rin, permitió una evaluación del sentido de la lucha armada durante aquellos años oscuros. Por eso Hércules 56 está estructurado a partir de los testimonios individuales de nueve sobrevivientes que fueron liberados y con el encuentro de cinco ex integrantes de las organizaciones armadas que participaron en el operativo del secuestro, quienes casi sin la intervención del realizador dialogan apasionadamente a partir de los recuerdos que tienen del operativo y del sentido de la militancia, estableciendo incluso autocríticas. El film de Da-Rin, que obtuvo el premio al Mejor Documental en el Festival Internacional de Cine Independiente de Mar del Plata (Marfici 2007), se completa con un riguroso contenido audiovisual (filmado en aquella época y recuperado en distintos países) que permite situar al espectador en el contexto histórico del suceso y de la dictadura. “Me pareció que aquellos años no pasaron por una evaluación profunda y quise contribuir para eso. No es que un documental pueda hacer una evaluación profunda sino que la idea fue provocar a esa gente con sus memorias y relatos. Sí me propuse contribuir con un esfuerzo más grande de la sociedad brasileña de evaluar su pasado histórico”, sostiene Da-Rin.

–¿Qué significó este hecho en la historia de la dictadura? ¿Funcionó como una bisagra que demostró que las organizaciones armadas aun en dictadura tenían fortaleza?

–En un primer momento, sí. A mediano plazo nos dimos cuenta de que habíamos dado un paso más grande que nuestras piernas. A largo plazo, hoy podemos tener la convicción de que no teníamos la fuerza suficiente para enfrentar a las Fuerzas Armadas.

–¿Por qué se incluye? ¿Usted formaba parte?

–A los diecisiete años empecé una militancia contra la dictadura en una organización política. En 1969, me puse a luchar con una organización armada y a las cinco semanas del secuestro del embajador americano, fui detenido y pasé como ocho meses en la cárcel. Un año y medio después, una vez más fui detenido. Así que yo me considero parte de esta generación que me propuse representar en el documental.

–Pero usted no participó del operativo...

–Yo no participé del operativo, ni siquiera era miembro de ninguna de las organizaciones que hicieron el secuestro. Incluso no participé de ningún operativo armado. Mi sector de actuación era político.

–¿Cuáles eran las diferencias entre Acción Libertadora Nacional y el Movimiento Revolucionario 8 de Octubre, las dos organizaciones armadas que participaron del secuestro?

–Acción Libertadora Nacional era una organización que tenía una jerarquía muy floja. O sea, tenía un líder que era Carlos Marighela, que fue un político que empezó su militancia muy joven en el Partido Comunista Brasileño. Fue diputado en los años ’40, después de la Segunda Guerra Mundial. El, después del golpe militar de 1964, salió del Partido Comunista y empezó en una organización muy poco centralizada, donde sus pares tenían una libertad de acción muy grande dentro de una línea programática general. La otra organización, el Movimiento Revolucionario 8 de Octubre, estaba formada más que nada por estudiantes. Era mucho más politizada, tenía más contenido político e ideológico. Había muchas discusiones y era una organización que sólo aceptó la propuesta de la lucha armada después del cierre político de 1968. En diciembre de 1968 los militares dieron algo que podemos llamar un segundo golpe militar: un golpe adentro del golpe que habían dado en 1964. Cerraron el Congreso nacional, impusieron una censura mucho más fuerte sobre los medios de comunicación, sacaron maestros de las universidades, intervinieron en la Justicia. Fue un acto represivo muy fuerte. En ese momento, algunas de las organizaciones que todavía aceptaban los medios pacíficos de lucha en contra de la dictadura, se dieron cuenta de que no había más espacio político para actuar pacíficamente. El Movimiento Revolucionario 8 de Octubre fue una de estas organizaciones que se decidieron por la lucha armada.

–Visto desde el presente, ¿cuál es su posición con respecto a la lucha armada de aquel entonces?

–Mi posición no es muy distinta a la de casi todos los personajes de Hércules 56. En aquel momento no había mucho más que hacer, no teníamos muchas opciones: era luchar o no luchar directamente porque las condiciones de lucha fueron un poco determinadas por los militares cuando cerraron los espacios de actuación política a fines de 1968. Pero seguro que los medios que nosotros definimos no fueron aceptados por la sociedad brasileña. Muy pocos brasileños siguieron nuestro llamado a las armas, de radicalización de la lucha política. Me parece que hoy está muy claro que esa opción estuvo equivocada, pero en aquel momento la decisión era sencillamente luchar o no luchar.

–¿Cómo puede ser interpretada esta película por quienes no conocen la historia del Brasil de los ’60? ¿A quién apunta específicamente Hércules 56?

–Apunta a quienes vivieron los hechos y también a los jóvenes. Los que lo vivieron porque tienen una oportunidad de rememorar, rediscutir un hecho que fue decisivo en la historia del Brasil contemporáneo. Para los estudiantes y los jóvenes que no tienen una idea muy clara de lo que pasó, es una oportunidad para buscar más información, para leer los libros, para buscar otras películas y para hablar con los más viejos, con sus maestros, incluso, sobre este período decisivo de la historia política.

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