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Como toda película de “concepto” que no utiliza éste como punto de partida sino como tránsito rectilíneo y destino final, el último largometraje del francés Patrice Leconte se hunde casi desde su mismo inicio en el lodazal de la previsibilidad y el tedio narrativo. El concepto aquí descansa en la imposibilidad de François Coste (Daniel Auteuil), un anticuario que no posee ni una pizca de simpatía, de tener un amigo verdadero. Más detalles: el caballero, un asco de tipo que sólo piensa en las relaciones interpersonales como medio para conseguir algún que otro beneficio laboral, debe conseguirse un amigo real en una semana si es que quiere ganar una apuesta y no perder un jarrón griego de enorme valor en el mercado de antiguallas.
Para ello, una vez descartada una serie de candidatos que le darán la espalda sin mayor explicación que la más evidente de las verdades, a François no le quedará más remedio que encontrar un candidato por fuera de su círculo de conocidos. Allí hace su entrada Bruno (Dany Boon), un taxista que es todo corazón, simpatía y bondad, un hombre común con una inusual capacidad para acumular conocimientos de cultura general, de esos que resultan ideales para participar de algún programa televisivo de preguntas y respuestas.
Si los buenos sentimientos hicieran buenas películas, Mi mejor amigo sería una obra maestra: una vez superadas las diferencias y rencores que separan a la dupla protagonista, el taxista se transformará en el amigo fiel del marchand, una verdadera lección de amistad contra las adversidades de la vida. Leconte, director de títulos interesantes como La chica del puente, El perfume de Yvonne y La noche es mi enemiga, además de otros films más cerca de un espíritu popular como El marido de la peluquera, declaró recientemente que abandonará su profesión para dedicarse a otros menesteres. Quizás esa sea una de las razones por las cuales Mi mejor amigo se siente tan librada al azar, tan automatizada en su desarrollo e implicancias, un film que no se toma ningún esfuerzo en crear personajes más allá de la superficie y que expone sus mecanismos dramáticos como carteles en una ruta, avisándole al espectador qué es lo que va a ocurrir de antemano.
Las razones por las cuales el film no cae en el más absoluto de los ridículos y sobresale apenas por encima de la línea de flotación radican precisamente en el buen desempeño de los dos actores –particularmente Auteuil, quien logra hacer de un personaje en extremo desagradable algo más que un simple estereotipo– y en un tono medido que evita que las emociones en pantalla se desmadren por completo. Pero no alcanza, y no es casual que el relato se apropie literalmente del suspenso televisivo durante casi quince minutos de metraje como única vía para generar algún tipo de impacto emocional (venciendo su nerviosismo, Bruno finalmente participa en la versión francesa de ¿Quién quiere ser millonario?). Ciertamente, la comedia popular francesa ha conocido mejores amigos que esta pareja demasiado despareja.
5-MI MEJOR AMIGO
(Mon meilleur ami, Francia, 2006)
Dirección: Patrice Leconte.
Guión: Patrice Leconte y Jérôme Tonnerre.
Fotografía: Jean-Marie Dreujou.
Montaje: Joëlle Hache.
Música: Xavier Demerliac.
Intérpretes: Daniel Auteuil, Dany Boon, Julie Gayet, Julie Durand, Henri Garcin.
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