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Jueves, 20 de marzo de 2008
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Viaje a Darjeeling, de Wes Anderson, con Owen Wilson, Adrien Brody y Jason Schwartzman

Tres hijos en busca de la figura paterna

El director de Los excéntricos Tenembaum y Vida acuática vuelve a constituir una familia atípica, esta vez a bordo de un tren que atraviesa la India al ritmo de la música de The Kinks.

Por Luciano Monteagudo
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El humor de Anderson tiene mucho del universo pop: sus personajes parecen escapados del Help! (1965), de Richard Lester.

Por acción u omisión, la figura del padre es determinante en el cine libre y extravagante de Wes Anderson. De una u otra manera, el pater familias siempre deja su marca, hace que los personajes sean lo que son y añoren lo que podrían haber sido y no fueron. Le pasaba al retraído protagonista de Tres son multitud (Rushmore, 1998), incapaz de sustraerse al influjo de ese padre sustituto que era Bill Murray; le sucedía a la familia entera de Los excéntricos Tenembaum (2001), cuya órbita gravitaba alrededor de la figura patriarcal de Gene Hackman, y hasta esa especie de Capitán Cousteau de pacotilla que era el protagonista de La vida acuática (2004) –también encarnado por el bueno de Murray– había adoptado a toda su estrafalaria tripulación como a sus propios hijos. Ahora en Viaje a Darjeeling, el capítulo más reciente de la saga familiar de Wes Anderson, el padre no está, ha muerto, es puro recuerdo, pero su desaparición ha generado un vacío en el cual sus tres hijos se debaten como si esa ausencia los hubiera dejado para siempre a la intemperie, sin brújula.

Los hermanos Whitman (Owen Wilson, Adrien Brody, Jason Schwartzman) entonces hacen su propio, peculiar duelo y se lanzan juntos a un improbable viaje de reflexión espiritual por el paisaje místico de la India. Ya que están, de paso, salen también en busca de la madre (Anjelica Huston, la eterna mater –pero jamás dolorosa– del universo Anderson), que hace tiempo ha tomado los hábitos y vive recluida en un monasterio católico en la cima perdida de una montaña del Himalaya, un refugio más apartado que el más recóndito Shangri-La. Para ello, los Whitman abordan el Darjeeling Limited, un tren que si no fuera porque tiene un tamaño real se diría que es de juguete, un poco como el pseudo-Calypso de La vida acuática.

Es que hay algo permanentemente lúdico en el cine de Anderson, como si el director pensara el mundo (y lo filmara) desde la óptica no necesariamente de un niño, ni tampoco desde la angustia oscura de un teenager, sino más bien desde el estado de ánimo de un preadolescente, como un muchacho que está creciendo y se resiste a dejar de jugar con su tren Märklin o su submarino Schuko. Sí, es verdad, los personajes de Anderson son todos chicos ricos, que se permiten los mejores gustos, pero cuya cuna aristocrática, en lenta pero inexorable decadencia, siempre les da un aire excéntrico y a la vez melancólico, como si sintieran que la realidad que los rodea no es para ellos ni podrán jamás adaptarse a ella.

De esa inadecuación, de ese desencuentro esencial e irreversible surge el humor del cine de Anderson. Un cine y un humor que tienen mucho también del universo pop, no sólo por la música que le sirve de soporte e inspiración (es magnífica la manera en que utiliza un puñado de temas de los Kinks) sino también por el espíritu Beatle que transmiten esos tres hermanos, que en más de una ocasión –por ejemplo, cuando el tren, a pesar de seguir en la vía, se descubre perdido en un paraje desconocido– parecen escapados del Help! (1965), de Richard Lester.

Un detalle a tener en cuenta. En esta oportunidad, más que nunca, no conviene llegar tarde al cine. No sólo porque el vertiginoso comienzo de Viaje a Darjeeling, con un impagable cameo de Bill Murray corriendo a toda velocidad por las calles de Bombay arriba de un rickshaw, vale por sí mismo. Sino también porque inmediatamente antes se exhibe –y si no está reclámelo en boletería– un cortometraje de 13 minutos titulado Hotel Chevalier, dirigido por el mismo Wes Anderson, que funciona a la manera de un prólogo al largometraje. Filmado íntegramente en la habitación de un señorial hotel de París, narra el encuentro de uno de los tres hermanos Whitman (aquí el privilegiado es Jasón Schwartzman) con su ex novia (Natalie Portman), que luce un inconfundible aire nouvelle vague, con un corte de pelo como el de Jean Seberg en Sin aliento (1959). Claro que cuando ella se queda sólo en soquetes ya nadie se acuerda de la película de Godard.

8-VIAJE A DARJEELING

(The Darjeeling Limited,

Estados Unidos/2007)

Dirección: Wes Anderson.

Guión: Wes Anderson, Roman Coppola y Jason Schwartzman.

Fotografía: Robert Yeoman.

Intérpretes: Owen Wilson, Adrien Brody, Jason Schwartzman, Amara Karan, Wallace Wolodarsky, Anjelica Huston, Waris Ahluwalia, Irfan Khan.

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