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Martes, 10 de junio de 2008
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La trienal de arte contemporáneo de Quebec en Montreal

Nada se pierde en el arte actual

El Museo de Arte Contemporáneo de Montreal es una institución muy reconocida que exhibe la más grande exposición de arte contemporáneo de la región francófona de Quebec. Un panorama de las relaciones culturales entre Canadá y América latina.

Por Lilian Rodríguez *
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Black Whole Conference, 2006, de Michel de Broin. Instalación de 72 sillas.

La trienal que acaba de inaugurarse en el Museo de Arte Contemporáneo de Montreal (MAC) y sigue hasta septiembre se trata de uno de los proyectos más ambiciosos de la historia del Museo y una manifestación importante sobre el arte contemporáneo de Quebec. En el programa se incluyen 135 obras de 38 artistas y tres años de trabajo para reflexionar y concebir una exposición que marcara el rumbo sobre la nueva producción artística: una especie de “retrato de familia”, una manera de actualizar el pensamiento y la creación.

Todo comenzó con una idea que se fue transformando poco a poco hasta concebir la totalidad de la exposición. Los curadores del museo: José Bélisle, Paulette Gagnon, Pierre Landry y Mark Lanctôt, guiados por los criterios de originalidad, inteligencia y pertinencia, hicieron una lista de 300 nombres de artistas de varias generaciones. A medida que el trabajo de reflexión avanzaba, la lista inicial se fue reduciendo hasta llegar a los 38 nombres finales. Una selección que se mantuvo “discretamente secreta” hasta el día de la conferencia de prensa. Algunas obras fueron realizadas especialmente para la trienal, como Le Berger y Le Dentiste, ambas de 2008, dos gigantescos colosos de David Altmejd, artista que representó a Canadá en 2007 en la Bienal de Venecia. Otras ya existían, como la vasta instalación de 4 metros de diámetro de Michel de Broin, Black Whole Conference, de 2006, creada a partir de 72 sillas.

La idea de la muestra surgió ya finalizado el trabajo de conservación, los comisarios de la exposición prefirieron trabajar sin precisar un tema de antemano para no fijar límites.

Como lo señalaba el director general del MAC, Marc Mayer, en el prefacio del catálogo, la provincia canadiense de Quebec es la que tiene más aguzada la conciencia de sí misma. Muy probablemente a causa de la particularidad lingüística; una cultura francesa confrontada con el mundo anglófono de América del Norte y a la cultura hispánica de América latina. En ese contexto Montreal es única; una ciudad cosmopolita y francófona, con espíritu europeo y latino, que se ha asociado en muchas oportunidades a la cultura latinoamericana.

Toda esta diversidad se debe a que el continente americano es mucho más que una concentración geográfica, es un complejo y rico conjunto de miradas cruzadas. Desde el comienzo de la historia fueron los sueños, los del propio Cristóbal Colón, que crearon el espejismo de un espacio exótico y fantástico que aun hoy en día acarrea consigo la promesa de un futuro. Los acontecimientos que fueron entretejiendo la historia del continente a través de los siglos dejan perplejos a todos aquellos que se atreven a imaginar una unidad, un hilo conductor. América es un territorio “joven”, de una riqueza extraordinaria, pero de difusión restringida. Cuando el viejo continente europeo vivía en las tinieblas, la sofisticada cultura maya había trazado las órbitas de Júpiter y de Marte y había organizado un calendario de 365 días, calculado a partir del movimiento de la Tierra alrededor del Sol. Respecto de las artes, Octavio Paz, en más de una oportunidad, señaló los paralelismos estéticos entre el arte moderno y contemporáneo y las antiguas culturas forjadoras de tradición.

En lo que atañe a la creación artística y los diferentes comienzos del modernismo en los países del territorio americano, es contundente verificar cómo las sensibilidades inherentes a cada cultura otorgan un carácter particular al desarrollo del pensamiento artístico. La creación contemporánea no escapa a la globalidad del siglo XXI. La mirada renovada, capaz de transformar las viejas perspectivas en nuevos desafíos, está impulsada por el deseo de dar todo el espacio posible y disponible a la expansión de los elementos en juego, provocando así el encuentro y la sorpresa.

En la trienal los encuentros y las sorpresas están a la orden del día. Las obras expuestas testimonian una creación vigorosa que se inscribe en el conjunto de prácticas internacionales afirmando un tono entusiasta y revelador. En pintura destacamos las obras de Anthony Burnham, de refinada concepción estilística. Los diversos materiales utilizados por el artista para crear las esculturas imaginarias de sus cuadros, el taller donde trabaja, la iluminación del mismo, las luces y sombras del espacio, sirven de escenario a la creación de sus lienzos. En la sala contigua, las obras de Etienne Zack presentan la composición barroca de un espacio reconstruido y ambivalente que el artista reconstruye dándoles a los elementos una forma escultórica.

El medio de la fotografía está muy bien representado. Los hermanos Sánchez, Carlos y Jason, presentan dos obras del 2007. Con la creatividad que los distingue, nos revelan imágenes nacidas de una inquietud personal. La relación entre fotografía y pintura en la producción de ambos está marcada, más que nada, por la forma en que los artistas organizan el espacio del taller. Con la complicidad de los actores que forman parte del “teatro imaginario” crean escenarios ambivalentes como un pintor que ataca a una tela en blanco.

Es imposible no detenerse frente a la instalación sonora de David Armstrong Six, From Bellow, 2008, que mide alrededor de siete metros por ocho. Construida a partir de materiales diversos, en el centro de la obra surge un espacio de agua, similar a una pequeña inundación que hubiese estropeado el piso, y el sonido con el que el artista ambientó la obra supone el crepitar como en una fuente o un pequeño río. Lo absurdo y lo poético como modos de pensar y percibir cotidianamente el mundo en el que vivimos.

La mascota Logopalus, del dúo Doyon-Rivest, representa dos personajes unidos por la cabeza, caracterizados por un vago parecido a los artistas que las han creado. En diferentes salas de la exposición se pueden ver fotos de la mascota parodiando con lucidez la publicidad y el marketing al que estamos expuestos todos los días. El video Avellaneda, 2007-2008, de Chih-Chien Wang, realizado en Buenos Aires; Vanités 2, 2007, de Nicolas Baier; Manon de Pauw y la instalación videográfica Fantasmagorie lumineuse, de 2008; Raphaelle de Groot y sus retratos imaginarios; el dúo Cooke-Sasseville y la impresionante instalación Jeu de blocs, de 2008; WWKA (Women with Kitchen Appliances), artistas de la performance.

Montreal es una ciudad que tiene una gran cantidad de artistas y resulta un centro clave en el desarrollo y difusión de la experiencia artística en Canadá, desde la segunda década del siglo XX. El vigor, la audacia, la creatividad y la pertinencia del arte quebequense, a nivel nacional e internacional, se celebra con una sensibilidad y una particular afección por la libertad.

La primera trienal trae consigo la promesa de las siguientes: de mostrar lo mejor, de ser útil, de transformar, de crear, de poner lo mejor de sí y de continuar con los interrogantes y el deseo de hacer de la creación artística un medio de comprensión y acercamiento.

* Directora de la galería que lleva su nombre, en Montreal.

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