La vida de un artista es un combate cuerpo a cuerpo contra el tiempo. No es f谩cil trasladar al lienzo retratos de una forma 鈥渆spont谩nea鈥, haciendo zancadillas al pante贸n iconogr谩fico en una vertiginosa carrera contra reloj. Si el muchacho pelado de remera blanca no dijera, tan suelto de cuerpo desde la pantalla que lo proyecta, que est谩 por pintar a diez pr贸ceres de la gesta emancipadora del siglo XIX, nadie creer铆a, al ver los doce cuadros de Ariel Mlynarzewicz, que fueron elaborados en casi tres meses en su taller del barrio de Boedo. Jos茅 de San Mart铆n, Mariano Moreno, Sim贸n Bol铆var, Juana Azurduy, Juan Jos茅 Castelli, Manuel Dorrego, Mart铆n Miguel de G眉emes, Manuela S谩enz, Bernardo de Monteagudo y Manuel Belgrano integran el dream team de Revolucionarios de Mayo, la muestra que se exhibe en el Centro Cultural del Bicentenario, en el deslumbrante edificio del Correo Central.
En febrero comenz贸 el backstage de esta road movie pict贸rica. Jorge Coscia, secretario de Cultura de la Naci贸n, que fue alumno del taller de Mlynarzewicz, le encarg贸 para la nueva se帽al televisiva Cultura Naci贸n una serie de cuadros sobre revolucionarios. Con frenes铆, paciencia y voluntad, el artista investig贸 sobre las figuras elegidas, ley贸 much铆simo, visit贸 museos, bibliotecas y lugares hist贸ricos. Adem谩s recibi贸 en su estudio de Boedo, siempre mate en mano 鈥揷omo se observa en un trailer del documental, cuando el hombre no anda a los espatulazos鈥, a Hugo Chumbita, Osvaldo Bayer, Gabo Ferro, Hebe de Bonafini, Pacho O鈥橠onnell, Norberto Galasso y Hern谩n Brienza, entre otros intelectuales, para intercambiar figuritas sobre los h茅roes que empezar铆a a retratar. Mientras sus visitas desmenuzaban las aristas menos conocidas de San Mart铆n, Moreno, Dorrego, Belgrano y el resto del dream team, el pintor, como un poseso, esbozaba cada uno de los fragmentos de la serie. El intercambio filmado forma parte constitutiva de Revolucionarios de Mayo.
Un hermos铆simo aluvi贸n zool贸gico invadi贸 el Correo Central despu茅s de la inauguraci贸n de la muestra. Cuando muchos se percataron de que el pelado de la pantalla estaba ah铆, al alcance de un apret贸n de manos, un hombre lo salud贸 y lo felicit贸 como si estuviera ante una estrella de rock. 鈥溌u茅 patriota que sos!鈥, le dijo. Mlynarzewicz 鈥揵autizado por Carlos Alonso como su 鈥溍簄ico disc铆pulo reconocido鈥濃 agradeci贸 cada uno de los elogios, sorprendido y emocionado ante los piropos y fans que cosech贸 en un par de horas. 鈥淣o s茅 si soy patriota, pero intent茅 tener esa actitud revolucionaria de dejar todo sin esperar nada鈥, le cuenta a P谩gina/12. 鈥淟a pintura tiene que tener movimiento, cierta violencia, como la tienen los revolucionarios y las revoluciones. Creo que tiene que tener fuerza y, al mismo tiempo, s铆ntesis.鈥 No es frecuente que 鈥渦n pintor de cuadros鈥, como prefiere definirse, tenga un contacto tan inmediato y pr贸ximo como un cantante con su p煤blico. 鈥淟a gente me ped铆a permiso para sacarse fotos con los cuadros. Nunca fui tan popular en mi vida 鈥揳dmite鈥. Aparte de que mi ego est谩 agradecido, 隆qu茅 bueno que la gente est茅 recibiendo de esta manera mis obras!鈥
La cara de San Mart铆n no parece la de un blanco espa帽ol. Hay escamas de pintura que revelan la fuerza subversiva del mestizaje. 鈥淐humbita tiene la teor铆a de que era mestizo; dice que era hijo de Alvear y de su criada, una aborigen guaran铆. El gran h茅roe de la patria, porque en definitiva es el n煤mero uno, ten铆a sangre aborigen. Este detalle reivindica su figura desde un lugar muy interesante; por eso decid铆 pintarlo con la piel mestiza鈥, aclara Mlynarzewicz, que ha presentado, entre otros trabajos, la serie La familia y la estremecedora La agon铆a de mi padre en el Museo Nacional de Bellas Artes y en el Centro Cultural Recoleta. 鈥淢i actitud como pintor tambi茅n fue revolucionaria porque a veces me demoro m谩s de dos a帽os en hacer un cuadro. Mis modelos se tienen que bancar doscientas sesiones 鈥搑ecuerda el artista, con la sonrisa del obsesivo que se apiada por unos instantes de sus criaturas鈥. Esto me abri贸 la cabeza, en el sentido de encontrar nuevas formas. Ven铆a de una pseudo crisis, despu茅s de haber pintado la c煤pula del teatro Regio. Fue muy estimulante estar en los andamios, solo, sin asistentes, varios meses en romance con la c煤pula. Pero cuando volv铆 a mi taller, me dije: 鈥樎縔 ahora qu茅?鈥. Me hac铆a falta una propuesta diferente.鈥 El apetito insaciable de Mlynarzewicz encontr贸 su mejor abono en un nuevo romance: resolver cada uno de los retratos, 鈥渁 los brochazos, a los espatulazos鈥, en breves jornadas. 鈥淪on cuadros hechos en una tarde, donde se juntaron la pulsi贸n pict贸rica y la necesidad de transmisi贸n de lo que me iban contando.鈥
Ante la mirada desprevenida del visitante, los doce cuadros derraman una profusi贸n vivaz de detalles. La potencia del color y la materia pulsean contra el fr铆o del bronce, contra la cancelaci贸n de la experiencia humana con la que se suele encorsetar a los h茅roes. El fusilamiento de Dorrego es, sin dudas, uno de los m谩s impactantes. Fue Brienza, autor de El loco Dorrego, el encargado de sintetizar las peripecias pol铆ticas y vitales del caudillo federal en el taller del pintor. 鈥淭en铆a un perfil anarco incre铆ble; era un tipo capaz de salir en bolas a la calle. No le importaba nada. Lavalle, que mand贸 a matarlo, fue el que hizo el primer golpe de Estado en el pa铆s. Y eso me fogone贸: mientras estaba pintando, tom茅 partido por Dorrego鈥, recuerda el artista, tan pasional para hablar como para pintar. A la izquierda del centro del cuadro est谩n los militares, como si fueran robots que cumplen una orden. En la otra esquina, Dorrego es un hombre que se est谩 desgarrando por el impacto de las balas. 鈥淢et铆 el cuerpo en los cuadros 鈥搑esume Mlynarzewicz鈥. Emerson dec铆a que el hombre es la mitad de s铆 mismo y que su otra mitad es la expresi贸n. No hab铆a manera de no sentir una emoci贸n muy intensa mientras pintaba.鈥
Como en una procesi贸n por las entra帽as de su obra, se detiene frente al cuadro de Belgrano y lo mira como si tanteara honduras y revolviera en el bastidor de su memoria. 鈥淐on Gabo Ferro hablamos mucho de lo que significa la revoluci贸n y ser revolucionario鈥, recuerda. 鈥淓ug猫ne Delacroix dec铆a que la pintura es un combate, que en la pintura es preciso jugarse el pellejo. Todo el tiempo sent铆a que me jugaba el pellejo y que ten铆a que tener la misma actitud que hab铆an tenido estos tipos. Los retratos de los pr贸ceres que vimos en la escuela primaria no tienen la rebeld铆a y la violencia que ser铆a parangonable a la gesta de Mayo.鈥 En un mundo donde imperan los hombres, dos mujeres imantan la atenci贸n del espectador. En Amor es revoluci贸n, el centro lo ocupa Manuela S谩enz, la patriota ecuatoriana. Bol铆var est谩 detr谩s, como abraz谩ndola. 鈥淓l dicho es al rev茅s: detr谩s de cada gran mujer hay un gran hombre鈥, subraya el pintor. 鈥淏ayer me cont贸 que cuando Manuelita vio a Bol铆var qued贸 deslumbrada, y dej贸 todo para acompa帽arlo en la revoluci贸n. Debe haber sido bastante pintoresco el momento en que Manuelita le dijo a su marido: 鈥楾en茅s que estar orgulloso, te estoy dejando por Bol铆var, vas a pasar a la historia鈥欌, bromea Mlynarzewicz.
La madre de Am茅rica es Juana Azurduy, patriota del Alto Per煤. Otra gran madre, Hebe de Bonafini, repasa en el trailer la vida de esa luchadora que acompa帽贸 a su marido en todas las batallas. Y que perdi贸 a cuatro de sus cinco hijos. Sobre un fondo gris azulado, Juana lleva la bandera roja de la revoluci贸n en una de sus manos, como si estuviera afilando su espada antes de entregarse al combate. La bandera argentina, como una chalina que se desenvuelve por el viento, les da una potencia excepcional a esas facciones que interpelan, con una franqueza avasallante, a quien la mira. Un rostro se impone en un primer铆simo plano: es el de un hombre cuyo cuadro se titula Che Monteagudo. Para orientar a Mlynarzewicz, O鈥橠onnell compar贸 al revolucionario tucumano con el Che Guevara. 鈥淓l est谩 donde est谩 la revoluci贸n. Si hab铆a que matar, mataba; y si hab铆a que morir, mor铆a鈥, afirma el historiador en el trailer. 鈥淟o pint茅 en un primer plano porque hay que mostrarlo m谩s, hay que reivindicarlo y lograr que su rostro sea m谩s familiar. Tiene un monumento chiquito en Parque Patricios, donde est谩 la calle Monteagudo. Cuando a Hurac谩n se le da por ganar, los hinchas le ponen la camiseta鈥, ironiza el pintor. El Moreno de Ariel 鈥搎ue as铆 firma ahora sus cuadros鈥 est谩 construido con un concienzudo trabajo con esp谩tulas, pinceletas y colores vibrantes. 鈥淐on esas herramientas busqu茅 que el espectador tuviera esa misma sensaci贸n que se tiene cuando se lee algo sobre Moreno.鈥
El artista cuyos grabados, pinturas y dibujos se han exhibido en Polonia, Estados Unidos, M茅xico y Chile, volvi贸 a usar mucha materia en su pintura, algo que practic贸 en su primera juventud. 鈥淩etom茅 esa cosa m谩s eyaculativa, pero de una manera m谩s reflexiva, d谩ndole al mismo tiempo un lugar a la emoci贸n鈥, advierte Mlynarzewicz. 鈥淗ay una necesidad de la gente de encontrar otra manera de representar a los pr贸ceres, como tuve yo esa necesidad de pintarlos. Hay que sacarlos del bronce, de ese modo anticuado de representaci贸n, hacerlos m谩s de carne y hueso, y relacionarlos con lo que significa una revoluci贸n, que es algo nuevo, algo que cambia. Como me dijo Gabo Ferro: 鈥楧espu茅s de una revoluci贸n, por m谩s que intentes, no se puede volver atr谩s鈥.鈥
* Revolucionarios de Mayo puede verse hasta ma帽ana, de 14 a 21, en Alem 297.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.