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Martes, 20 de marzo de 2012
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Claridad, la vanguardia en lucha, en el Museo Nacional de Bellas Artes

Vanguardias de claridad programática

“Tribuna de pensamiento de izquierda” se definía a sí misma la revista Claridad, cuyos puntos de vista constituyen el motivo central de la exposición que muestra las vanguardias argentinas de los años ’20 al ’40.

Por Fabián Lebenglik
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Vista de un sector de la exposición Claridad, la vanguardia en lucha.

Medianoche en el mundo, óleo de Berni (c. 1937), 195 x 289 cm.

La tortura, 1933, dibujo de Raúl Lozza.

Es una curiosidad que en el Museo Nacional de Bellas Artes se pueda escuchar continuamente un fragmento de La internacional, el himno obrero que desde fines del siglo XIX encabezó luchas y revoluciones a lo largo de varias décadas. Sucede que desde el jueves pasado se pueden ver (y escuchar) las piezas que integran Claridad, la vanguardia en lucha, una exposición sobre las décadas 1920-1940, desde la perspectiva de las vanguardias argentinas contenidas en la revista Claridad, que se definía como una “tribuna del pensamiento de izquierda”. Esta muestra es complementaria de otra, El periódico Martín Fierro en las artes y en las letras, que se presentó hace dos años. Ambas, curadas por el historiador y diplomático Sergio Baur –con la colaboración de todas las áreas del Museo–, dan cuenta de las vanguardias históricas argentinas a través de las dos vertientes más activas.

A través del guión museístico y el montaje, esta muestra (como sucedía con la anterior) reflexiona sobre una etapa crucial de la historia artística, cultural y política local en relación con la internacional, a través de los puntos de vista privilegiados de dos publicaciones insoslayables. Al mismo tiempo, la exhibición (también la anterior) ofrece una lectura del patrimonio del MNBA, a través de la selección de decenas de obras de sus colecciones, para integrar el cuerpo principal de la muestra. El enorme acervo del Museo, por cuestiones de espacio, sólo puede estar exhibido en parte, y exposiciones como éstas ofrecen un recorrido que le da sentido y función al patrimonio, colocándolo en un contexto coherente.

Las vanguardias se caracterizaban, entre otras cosas, por su carácter internacionalista y siempre estaban atentas a los acontecimientos artísticos y políticos del mundo. Había una conexión manifiesta y programática de las artes entre sí y de éstas con la política. Por eso la exposición, sin pretender ser exhaustiva, amplía su campo hacia otros países, traza genealogías, contactos, redes, influencias y contagios artísticos. Propone un itinerario en el que dialogan, se articulan, conectan y complementan pinturas, dibujos, grabados, esculturas, documentos, libros, revistas, películas, fotos, afiches y piezas sonoras. Las conexiones van de un género a otro, de un artista a otro, de un país a otro, de un antecedente cercano a otro más remoto. Y así se puede seguir esta red a través de la obra de José Arato, Adolfo Bellocq, Antonio Berni, Ernesto de la Cárcova, Gustavo Cochet, Pío Collivadino, Eugenio Daneri, Facio Hebequer, Federico García Lorca, Ramón Gómez Cornet, Goya, George Grosz, Käthe Kollwitz, Alfredo Lazzari, Raúl Lozza, Frans Masereel, Pettoruti, Picasso, Agustín Riganelli, Abraham Vigo y Xul Solar, entre otros.

El montaje no sólo resulta muy atractivo por los contrapuntos y la contigüidad de todos los géneros y técnicas y por la inclusión del material fílmico en el mismo itinerario que las demás piezas (en medio de cuadros, libros, grabados, documentos, etc.) sino que se ve notablemente realzado por las características del reciclado pabellón, que ahora se convierte en el mejor espacio expositivo del país y en uno de los mejores de América latina.

Entre los fragmentos de películas, los hay de los hermanos Lumière (Salida de las obreras de la fábrica de Lyon), de Lewis Milestone (Sin novedad en el frente), de Abel Gance (Yo acuso), de Georges Benoit y Héctor Quiroga (Juan Sin Ropa), Henri Pouctal (Trabajo), Eisenstein (Lo viejo y lo nuevo y La huelga), Pudovkin (La madre), Leónidas Barletta (Los afincaos), etc. Gracias al guión y el montaje, la potencia de todas estas películas clave, que a su vez construyeron el lenguaje del cine en sus primeras etapas, encuentra el exacto contexto que las vuelve obras perfectamente articuladas en el engranaje de la muestra.

Desde la literatura, en diálogo directo con los artistas plásticos que ilustran los volúmenes (y con la premisa de hacer buenas publicaciones, con portadas y grabados renovadores y a precios muy bajos), los libros elegidos son de Roberto Arlt, Henri Barbusse, Leónidas Barletta, Héctor Pedro Blomberg, Elías Castelnuovo, Córdova Iturburu, Manuel Gálvez, Enrique y Raúl González Tuñón, Máximo Gorki, Nydia Lamarque, Roberto Mariani, Nicolás Olivari, Erich María Remarque, Romain Rolland, César Tiempo y Alvaro Yunque, entre otros.

El recorrido también muestra las lúcidas formalizaciones y transformaciones estéticas por las que el mundo del trabajo es valorado y homenajeado a través del arte en una variedad cada vez mayor de lenguajes. También se muestran los vasos comunicantes entre arte y política, arte y propaganda y la convicción de que el arte es una herramienta que al mismo tiempo puede enseñar, denunciar, dar a conocer o, pensaban, transformar la realidad.

“En el año 1894 –escribe el curador– Ernesto de la Cárcova pintó el óleo Sin pan y sin trabajo. ‘La obra se instaló como el primer cuadro de la protesta obrera [...]’, en términos de la doctora Laura Malosetti Costa. En 1895, un año después de la realización de aquella obra, los hermanos Lumière exhibieron en Francia una serie de cortos documentales entre los que figura Salida de las obreras de la fábrica de Lyon. La temática en el nuevo arte no se hizo esperar. Las tensiones de la modernidad fomentaron, tanto en el arte como en la literatura, un modo de expresión y reflexión. Los múltiples descontentos sociales, la crueldad generada por la Guerra Mundial de 1914, la Revolución Rusa y la irrupción de las escuelas de vanguardia, entre otros temas, se convirtieron en las preocupaciones de escritores y artistas. Las nuevas ideas se difundieron a través de las revistas literarias, ilustradas con grabados que ayudaban a defender las causas sociales, pacifistas y de solidaridad con los sectores más oprimidos”. Así arranca el texto principal de Baur (y también la exposición, que se abre con el célebre cuadro de De la Cárcova y luego también exhibe la película de los Lumière) en el excelente libro catálogo de la exposición, coordinado por Roberto Amigo, con textos de ambos a los que se suman María Florencia Galexio, Noé Jitrik, Laura Malosetti Costa, Paola Melgarejo y Diana Wechsler.

* La muestra se exhibe en el Museo Nacional de Bellas Artes, Avenida del Libertador 1473, hasta el 20 de mayo, con entrada gratuita.

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