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Martes, 10 de abril de 2012
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La obra de Luis Quesada en el Fondo de la Artes

Arte y artesanía se potencian

El gran artista mendocino, de larga trayectoria, muestra su obra reciente, en la que tanto se reconocen los homenajes a las vanguardias como la importancia de los procedimientos, el color, la técnica y el juego.

Por Fabián Lebenglik
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Parte de la muestra de Quesada. Más abajo, detalle de dos relieves.

El Fondo Nacional de las Artes presenta en estos días en La Casa de la Cultura, una exposición de obra reciente de Luis Quesada (1923), uno de los artistas más importantes e influyentes de Mendoza, que se dedica a la práctica artística desde hace siete décadas, a través del dibujo, la pintura, la acuarela, el grabado, el tapiz, el mural, la cerámica, el diseño de joyas, la microfundición y la escultura. Sus murales están por toda la región de Cuyo y especialmente en su provincia.

Egresó de la Academia de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Cuyo y comenzó a exhibir su obra en 1947. Fue docente y decano de la Facultad de Artes.

La muestra, curada por Laura Valdivieso, Mariana Mattar y Alejandra Crescentino, se compone fundamentalmente de relieves, esculturas y objetos, que en conjunto resultan reveladores del estilo e intereses del artista. Para Quesada, la práctica artística comenzó a estar ligada con la militancia política de izquierda en los años cuarenta, de modo que había una articulación entre las claves estéticas, sociales y políticas, con un apego inicial por el realismo. Como explicó a quien firma estas líneas: “Yo estaba identificado con el Partido Comunista y había una afirmación sobre el realismo. Pero cuando, en 1954, en Rusia se decide cómo debía ser la pintura, eso me pareció absurdo: para mí el arte es una travesura de la mente y no acepto lineamientos. Yo no quería seguir esos mandatos lejanos e inconsultos, pero tampoco quería ser expulsado del partido. Entonces logré un alejamiento pacífico del PC. Nunca acepté ninguna ortodoxia. Siempre preferí pensar libremente y a mi modo. Mi búsqueda ha sido la de hacer un arte que estuviera cerca de la gente. Y en 1956, cuando se conocieron los crímenes de Stalin, fue un golpe muy duro: se nos cayó el modelo”.

Durante aquellos años Quesada abrió su taller a la sociedad y fue impulsor y gestor de una serie de iniciativas en torno del arte como espejo social y como vehículo y herramienta de transformación. Así surgió el Taller de Arte Popular Realista, y las iniciativas de El Club del Grabado y el Taller de Murales. El realismo como reflejo del entorno, el grabado como técnica de difusión y reproducción artesanal y de bajo costo y el muralismo como despliegue artístico y didáctico en el entorno urbano, eran las bases de un arte que buscaba el compromiso y la transformación de la sociedad.

Como puede verse en la exposición del FNA, hay un cruce entre las herencias y ecos del modernismo y las vanguardias, tanto las de raíz europea como las de matriz latinoamericana. Algunas de las características notorias de su obra son los procedimientos constructivos, la repetición y acumulación como motores creativos, las variaciones de escala –algunos de sus relieves parecen ampliaciones de miniaturas de joyería–, los patrones geométricos, el trabajo con el color y la relación libre entre figuración y no figuración. La realización es también una clave donde se funden y potencian arte y artesanía, de ida y vuelta, de modo que formas y procedimientos se implican mutuamente.

La obra de Quesada parte de una noción proyectual: todo nace de la reflexión y el papel. Por eso el paradigma del diseño domina por sobre cualquier otro elemento compositivo: en su trabajo, el arte es siempre procedimental. Hay un plus que resulta evidente en la muestra: el optimismo.

En relación con el contexto, la influencia y la producción del artista, las curadoras explican que “el Bermejo es un distrito que pertenece al departamento de Guaymallén en la provincia de Mendoza. Este último tiene una gran extensión y está ubicado al este de la capital, separada de ella por el canal Cacique Guaymallén, el que guarda el honor de albergar las cenizas de Mercedes Sosa, ya que este departamento es la cuna del cancionero cuyano y del gran poeta Armando Tejada Gómez... En este lugar Luis se propuso grandes empresas, como la creación del Bermejal, una moneda que permitiría usar al arte como bien de cambio; El milenario, que pretendía que un grupo de artistas hiciera un relevamiento gráfico pictórico del aspecto de Mendoza para dejarles a las generaciones futuras; Ediciones Bermejo, una pequeña editorial que publicó cuentos acompañados de dibujos de artistas mendocinos. También promovió la ley de creación del Fondo Provincial de la Cultura, cuya incidencia hizo que se la conociera como la Ley Quesada. Pero El Bermejo constituye algo todavía aún mayor en la vida de Luis. El mismo dice que su llegada allí coincide con el final de la producción de grabados y el inicio de su obra en madera, que está integrada por esculturas de pequeño y gran formato, relieves y pinturas. En ellas ha desarrollado una idea rectora en torno de la silueta recortada con sierra y arco de calar, nuevamente. Organiza la superficie como si fuera un puzzle o genera volúmenes a partir del plano mediante la superposición de las mismas hasta adquirir espesor. Va y viene de las formas orgánicas, con fuertes reminiscencias figurativas, a la obra geométrica. De la síntesis extrema a un barroquismo óptico. Las pequeñas obras se convierten en gigantes mediante un procedimiento de acumulación hiperbólica. Todo vestido con un colorido vibrante que él mismo denomina Geometría Ardiente”.

* En la Casa de la Cultura del Fondo de las Artes, Rufino de Elizalde 2831, hasta el 13 de abril.

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