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Martes, 21 de agosto de 2012
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La muestra internacional de arquitectura en Venecia

Comienza la otra Bienal veneciana

Bajo el lema “Identidad en la diversidad” y con curaduría de Clorindo Testa, el envío argentino muestra un panorama arquitectónico que traza un recorrido histórico hasta el hito del Bicentenario. La muestra incluye dibujos de Rep.

Por Fabián Lebenglik
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Boceto de Clorindo Testa para el envío argentino.

La célebre Bienal de Venecia dedicada al arte se inauguró en 1895 y a lo largo de estos ciento diecisiete años su importancia, repercusión e influencia internacional, junto con el impacto turístico, logró que tomara cada vez más envergadura y que al mismo tiempo conservara su esquema organizativo, que incluye la presencia de pabellones permanentes de cada uno de los países –que presentan sus envíos nacionales–, además de una muestra central, de tesis, con invitaciones especiales cursadas por los organizadores según los criterios del curador o curadora general que se contrata para cada edición. Venecia se transformó en una ciudad de muestras y festivales relacionados con todas las expresiones del arte y la creatividad.

En este camino de ampliación de los campos y áreas de exposición y puesta al día, en 1980 se organizó la primera gran muestra de arquitectura, que funcionó como antecedente directo de lo que luego se estableció de manera regular como la bienal más importante dedicada a la arquitectura, que ahora inaugura su 13ª edición.

El año pasado el Estado argentino generó algo largamente esperado: consiguió un pabellón propio en la Bienal de Venecia. Un espacio de 500 metros cuadrados en el privilegiado sector de los Arsenales, el más visitado de la Bienal junto con la zona de los Giardini. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner –que inauguró el envío argentino de la Bienal de Arte– firmó en junio de 2011 en Venecia el convenio que cedió un lugar permanente para nuestro país por 22 años.

El pabellón argentino, que en la bienal de arte del año pasado estaba enmascarado mientras se realizaba su restauración para ponerlo en condiciones óptimas, será ahora inaugurado por primera vez con la inminente Bienal de Arquitectura. Este viernes, 24 de agosto, debe estar montado el envío argentino, para que pasen los jurados internacionales. La inauguración oficial de la Bienal será el 29 de agosto y se extenderá hasta el 25 de noviembre.

Interior del pabellón argentino en Venecia, durante la etapa final de su restauración.

Página/12 entrevistó a Magdalena Faillace, directora general de Asuntos Culturales de la Cancillería y comisaria del envío, poco antes de su partida.

–Finalmente se inaugura un envío nacional en el pabellón argentino de Venecia.

–Es un momento excepcional, porque el año pasado la Presidenta ratificó con su presencia la firma del acuerdo en Venecia que nos permitió tener un pabellón propio. Inicialmente no se podía acceder: el presidente de la Bienal, Paolo Baratta, nos dijo que allí no se podía poner un pie hasta que estuviera restaurado. Por eso para el envío de arte de 2011 tuvimos que alquilar un espacio aparte. Ahora, ya restaurado, se inaugura nuestro pabellón, con esta Bienal de Arquitectura en la que venimos trabajando desde principios de año y a la que le hemos dedicado un gran esfuerzo.

–¿Cómo se organizó el envío?

–Para pensar nuestro envío nacional hicimos una convocatoria colectiva y federal: llamamos a las instituciones más representativas de la arquitectura del país: la Federación Argentina de Entidades de Arquitectos, la Sociedad Central de Arquitectos, el Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo, la Bienal Internacional de Arquitectura de Buenos Aires, el Centro de Documentación de Arquitectura Latinoamericana y la Dirección Nacional de Arquitectura del Ministerio de Planificación Federal. Y también llamamos a los arquitectos más idóneos, más reconocidos, por fuera de los estudios de arquitectura y de las capillas. Formamos un grupo de trabajo, con reuniones semanales. Por consenso se eligió a Clorindo Testa como curador y los cocuradores son Hernán Bisman, director ejecutivo del Museo de Arquitectura y Diseño de la Sociedad Central de Arquitectos, y Enrique Cordeyro, curador general de la Bienal Internacional de Arquitectura de Buenos Aires.

–¿Cómo se articuló la muestra del pabellón argentino con el tema de la Bienal, “Common Ground” (“Territorio común”)?

–El curador general de la Bienal, David Chipperfield, eligió una metáfora muy elocuente, que quita a las obras arquitectónicas el criterio más localista, e incluso individualista, para referirse a algo mucho más grande: a lo humano, y a las redes culturales, económicas y sociopolíticas. Siguiendo la idea del curador, fuera del ego y prestando atención a los espacios, para nosotros el sentido de la convocatoria abarca mucho más que el espacio físico que nos comprende. Por eso partimos del presente, del hito del Bicentenario, para pensar no sólo lo actual y lo nuevo, sino también en las tendencias que marcaron nuestra arquitectura a lo largo de la historia, las culturas originarias, la inmigración, los paisajes naturales y culturales, la diversidad; la arquitectura en el contexto del país, de las políticas de Estado, y los edificios públicos e institucionales, pero también las construcciones privadas. Por eso le pusimos el título de “Identidad en la diversidad”.

–¿En qué consiste la exposición?

–Es una enorme instalación ideada por Clorindo Testa, maestro de arquitectos, en la que junto con un recorrido por nuestra historia e influencias arquitectónicas se exhiben también los proyectos ganadores en concursos nacionales e internacionales. Así, el presente y el pasado se iluminan mutuamente y se confrontan. La idea inicial se fue desarrollando y ampliando gracias al aporte de todo el grupo convocado.

La instalación, a través de múltiples recursos audiovisuales, comienza con el Museo del Bicentenario, la última gran obra pública. Y ésta es toda una afirmación, presente e histórica, porque el Museo se edificó como continuación de la sede del Poder Ejecutivo, la Casa Rosada, sobre la antigua Aduana Taylor, que a su vez se asentara sobre los cimientos del Fuerte fundacional de Buenos Aires.

La exposición también rinde homenaje a las influencias italiana y francesa, muestra construcciones emblemáticas del racionalismo, incluso remite a influencias de la Bauhaus. Es decir, da cuenta del eclecticismo y la diversidad de estilos, así como también de la posterior integración, y en este sentido hay distintos ejes: no sólo “Diversidad” e “Integración”, también “Memoria”, “Territorio” y finalmente “Soberanía”. Este último, al final del pabellón, es un sector en el que se muestran la arquitectura y el planeamiento en las Malvinas desde mediados del siglo XVIII, pasando también por el poblamiento de las islas –con documentos tomados, por ejemplo, del Archivo de Indias– y el gobierno patrio. Se cuenta la historia hasta 1833 y un poco después, para demostrar que los ingleses no son originarios y hubo planes de poblamiento anteriores. Allí, en ese tramo final de la exposición, hay un espejo oblicuo que refleja todo el pabellón hasta la entrada e integra toda la muestra. La muestra incluye dibujos de Rep.

Para documentar el envío se hizo un magnífico catálogo trilingüe, muy elaborado visualmente, de 256 páginas, con textos explicativos, teóricos, históricos, e investigaciones.

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