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Martes, 5 de agosto de 2014
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Retrospectiva de Guillermo Kuitca en San Pablo

Ciertos mapas para perderse

Después de participar en tres oportunidades de la Bienal paulista, y luego de una antología en Río de Janeiro hace quince años, la Pinacoteca del Estado de San Pablo presenta una importante retrospectiva del pintor argentino.

Por Fabián Lebenglik
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La consagración (1992), de G. Kuitca. Instalación de 54 camas pintadas con mapas.
Desde San Pablo

La Pinacoteca del Estado de San Pablo acaba de inaugurar una exposición retrospectiva del reconocido artista argentino Guillermo Kuitca (Buenos Aires, 1961), con curaduría de Giancarlo Hannud, del staff de la pinacoteca.

La muestra reúne cincuenta obras, procedentes de colecciones de Argentina, EE.UU., Europa y Brasil, que abarcan 35 años de producción, desde 1980 hasta el presente.

Es una exposición muy importante que se presenta en un período clave y estratégico para las artes visuales paulistas, porque la exhibición, que estará abierta al público hasta el 2 de noviembre, será paralela y simultánea a la Bienal de San Pablo, que comienza dentro de un mes.

Kuitca participó tres veces de la Bienal: la primera en 1985, como parte un grupo de artistas que representaban la nueva pintura argentina; en 1989, como integrante del envío oficial argentino; y en 1998, cuando su obra es incluida en el núcleo histórico de la Bienal. Y al año siguiente, la Fundación Hélio Oiticica de Río de Janeiro presentó una muestra antológica breve pero contundente de Kuitca.

Sin embargo, el artista argentino es aún relativamente poco conocido en Brasil, lo cual es confirmado no sólo en el texto de presentación del catálogo, por Ivo Mesquita, curador y crítico y uno de los directores de la pinacoteca, sino también por el criterio que suele recomendarse en estos casos: un ordenamiento cronológico del guión expositivo. De modo que esta gran muestra permitirá un mayor conocimiento de su obra. La circulación de público está garantizada, tanto porque a partir del mes próximo formará parte del contexto de la Bienal como por el despliegue simultáneo que la pinacoteca le dedica a la enorme retrospectiva de Mira Schendel (1919-1988) –una artista consagrada de San Pablo– que está siendo visitada por gran cantidad público (ver nota aparte).

La obra más destacada de la exposición de Kuitca es la instalación La consagración (1992) montada en el octaedro, uno de los espacios más atractivos del edificio de la pinacoteca, que suele concitar todas las miradas. Esta gran instalación (inspirada en La consagración de la primavera, de Igor Stravinsky, y en la novela homónima de Alejo Carpentier) se compone de 54 camitas (ver foto) con mapas pintados sobre los colchones. Si bien esta instalación ya había sido incluida en la muestra de la Fundación Oiticica, el clima que genera en este espacio octogonal es tan hipnótico como escenográfico (efectos ambos muy caros a la poética de Kuitca).

Las 54 camas que conforman la instalación componen fragmentariamente un enorme mapa a gran escala, imaginario y poético, también mental, pero al mismo tiempo muy verosímil. Los mapas sobre las camas generan un encuentro paradójico entre extremos muy distantes. Sobre el lugar más íntimo, la cama, el artista pintó la proyección abstracta, referencial y distante de los mapas. El montaje de todas las camas reunidas en bloque (ya utilizado en la muestra carioca de 1999) genera un efecto de fuerte impacto en los visitantes, que sólo pueden asomarse a este gran mapa fragmentario desde sus bordes.

Escenas teatrales, citas cinematográricas, musicales y literarias; plantas de departamentos, mapas, teatros; presencia humana en la primera etapa y luego un largo desarrollo de ausencias, son algunos de los ejes temáticos de su obra que pueden verse en este recorrido por las distintas series pintadas y dibujadas por el artista.

La obra más lejana en el tiempo es una tinta sobre tela, Del 1 al 30.000, que Kuitca pintó a los 19 años (en 1980) y que hace referencia a los desaparecidos argentinos. De lejos, la obra luce como una extraña bandera y a medida que nos acercamos revela su trama de diminutos números manuscritos, seguidamente ordenados del 1 al 30.000. A partir de esta pieza, la muestra permite seguir los principales núcleos técnicos (pictóricos, dibujísticos) e ideológicos del artista, desde los comienzos de su carrera. La construcción de imágenes que evocan lo teatral; la escalinata de Odessa (tomada de un fotograma de Acorazado Potemkin, de Eisenstein), la relación con la arquitectura y el espacio, la inmigración judía, el viaje, la soledad, los escenarios de grandes teatros..., todo un repertorio que desde los años ‘80 y primeros ‘90 resulta constitutivo de su trabajo.

Uno de los motivos más desarrollados en la exposición es la tematización de las plantas de departamentos, en que se proyecta el plano de un hogar de clase media tipo para ser sometido a toda clase de transformaciones. Elementos abstractos y proyectuales que vienen de la tradición arquitectónica son pasados por el filtro de la vasta cultura del artista y por varias transfiguraciones, cargadas generalmente de sentido dramático.

Queda clara también la distancia rítmica que el artista fue tomando de su propia imagen: los primeros planos se transformaron en planos generales, luego en vistas aéreas y en mapas que, en términos de Kuitca, son “mapas para perderse”. Allí también, como en las plantas de departamentos, aunque de manera más sutil, suceden trasfiguraciones pasadas por la subjetividad e imaginación del pintor.

La muestra se acompaña con un lujoso catálogo que contiene, entre otros, textos de Alan Pauls y Estrella de Diego.

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