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Martes, 7 de octubre de 2014
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La muestra Soberanía del uso en la Fundación OSDE

Sobre el uso como política visual

La exposición, en la que se exhiben principalmente instalaciones desde comienzos del siglo XXI hasta la actualidad, pone el acento sobre los particulares usos que los artistas hacen de los objetos y situaciones cotidianas.

Por Fabián Lebenglik
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Andrés Aizicovich, La guía de los perplejos, 2013, instalación.

La exposición Soberanía del uso - apropiaciones de los cotidiano, que se presenta en el Espacio de Arte de la Fundación OSDE, es una muestra de tesis (en sentido literal), curada por Federico Baeza y Sebastián Vidal Mackinson.

Se trata de una muy buena selección de instalaciones desde comienzos del siglo XXI hasta la actualidad, en las que los artistas fundamentalmente ponen en juego el cambio de función de los objetos (y aquí comienza la politización de lo cotidiano), el cambio del sentido, el contraste entre uso supuesto y nuevo uso, entre forma y utilización; así como también la poetización del día a día. Entre los cambios se encuentra el aprovechamiento de lo que generalmente está destinado a ser descarte o puro resto.

Otros gestos clave en varias de las instalaciones seleccionadas son colocar como eje de los procedimientos la acumulación, la disposición en el espacio y la organización de los componentes de cada obra; así como el ejercicio de una libertad combinatoria de objetos y situaciones.

Algunas obras recuperan la memoria de la infancia, según sea el caso, con ternura, con humor o con ironía, desde una perpectiva crítica. Y junto con la memoria recuperada practican también el extrañamiento, presentando lo cotidiano como por primera vez para quitarle la mirada automatizada que suele estar asociada a la rutina.

Se pueden ver también procedimientos en relación con los componentes incluidos en cada instalación: acumular, apilar, mezclar, destacar, (re)ordenar, señalar, etc. Hay una marcada tendencia a generar sistemas, coordinando o regulando las relaciones en los términos de la ficción artística, por formas, colores (nuevos) usos, etc., y tomando en cuenta todos los procedimientos anteriormente enumerados.

Los obras seleccionadas son de Alan Courtis, Andrés Aizicovich, Gabriel Baggio, Diego Bianchi, Toia Bonino, Eugenia Calvo, Gabriel Chaile, Leopoldo Estol, Ana Gallardo, Verónica Gómez, Daniel Joglar, Cynthia Kampelmacher, Florencia Levy, Leticia Obeid, Amalia Pica, Leandro Tartaglia y Mariana Tellería.

El punto de partida teórico de los curadores es la obra del pensador francés Michel de Certeau por sus reflexiones sobre las prácticas y el uso.

Se busca exhibir obras que muestren las visiones de mundo de cada artista así como las respectivas maneras de relacionarse con los mandatos del consumo versus los modos propios de consumir.

Los curadores citan bibliografía en la que se destaca la importancia de su propia función: “La curaduría –dicen– se caracteriza como un modo de pensar en términos de interconexiones que se desenvuelven en el espacio físico y editorial, donde la vinculación de objetos, imágenes, procesos, ubicaciones y discursos los hace operar como potencialidades activas que buscan crear una caja de resonancia para afianzar y propiciar nuevos sentidos. Entendida de esta manera, la práctica curatorial tiene una deuda con prácticas artísticas gestadas al calor de contextos de producción precisos, adquiere una ubicación específica en el tramado cultural y abreva en diversas tradiciones de crítica institucional. En este sentido, lo curatorial estimula a pensar no sólo desde la pieza artística o con ella, sino también lejos de ella o hasta en su contra. En su práctica resuenan ecos del trabajo del editor, sólo que la curaduría se vincula con un conjunto más amplio de materiales y relaciones, y que se entiende como una operatoria en la que toman posición la negociación y la intervención, ya que se oficia con los poderes, las epistemologías y los discursos públicos. Esa es la razón, a su vez, por la cual el término ‘curador’ adquiere la característica de ser permanente revisado y reinventado de acuerdo con los diversos contextos artísticos, dado que su actividad es contextual, estratégica y autocrítica. Se trata de pensar, entonces, la producción curatorial y el rol del curador como acciones políticas, dado que se estatuyen como gestos responsables de la delimitación de un corpus de piezas con respecto a una mirada sobre aspectos de la práctica artística contemporánea”.

Andrés Aizicovich, uno de los artistas seleccionados, explica que su instalación, La guía de los perplejos (ver foto superior) surgió a causa de una mudanza: “Yo tenía un taller grande que funcionaba en una ex fábrica en Devoto y en un momento me tuve que mudar. Fue a partir de ese momento, de ir levantando las cosas, armar las cajas y embalar, que me fui encontrando con pequeños restos de objetos con los que había trabajado. Comencé a armar constelaciones y órdenes a partir de eso. Yo venía de una práctica de la pintura, en general, o de una escultura más ortodoxa, y a raíz de esa dificultad de tener mucho espacio, en un principio, y luego tener que comprimirme por pasar a un espacio más pequeño, surgió la idea del cambio de escala”.

Por su parte, otra de las artistas seleccionadas, Eugenia Calvo, revela a través de una obra anterir, algunas claves de la que ahora exhibe (ver foto): “En 2007 hice una intervención en la casa de mis padres. Cuando ellos se fueron de vacaciones, invité a unos amigos e hicimos una barricada con todos los muebles y los objetos de la casa. Construimos una barrera, una gran barricada con todas las cosas. En mi casa había mucho de este tipo de muebles. Me interesaba esa tradición conservadora, la inmovilidad, lo que pasa cuando esos muebles se mueven, cuando se despliegan, cuando sus órdenes se rompen”.

A lo largo de la exposición el visitante se encontrará con blocs de papeles impresos pegados a las paredes, con entrevistas a los artistas, fragmentos de citas de libros y demás escritos, que podrá arrancar para armar su propia antología de textos.

* En la sala de arte de la Fundación OSDE, Suipacha 658, 1er. piso, hasta el 18 de octubre. Entrada libre y gratuita.

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