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Martes, 13 de noviembre de 2007
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La dimensión de un “artista-duende”

Por Alvaro Castagnino *
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Enrique Aguirrezabala fue un artista-duende. Trato de comenzar con una definición de cuento de hadas, pues me resulta difícil transmitir la verdadera dimensión de Enrique como hombre, artista y amigo. Es imposible para mí ser objetivo en este caso, pues estoy involucrado íntimamente: Enrique fue mi amigo durante casi treinta años. Cuando me propusieron escribir unas líneas, acepté complacido revivir el mundo en el que Enrique transitaba. Fueron pasando los días y no encontraba la forma de trasladar su real dimensión, porque su universo estaba compuesto de tantas sutiles e inaprensibles situaciones que el desafío me hacía sentir frente a un pizarrón vacío sin saber cómo empezar, así que comienzo contándoles la dificultad de representar mi propia idea del artista ausente y además la nostalgia por la falta del amigo que permanentemente nos sorprendía con mínimos gestos amorosos, creativos, originales.

Fue un artista de cambios permanentes. En los comienzos tenían sus personajes cierto aire expresionista que fue cambiando hacia una imagen onírica muy personal. Luego tuvo una etapa obsesiva, de tramado geometrizante, de la que se liberó realizando una serie enorme de collages en los que está muy presente su admiración por el Dadá. A partir de las acuarelas desemboca en su última producción de esculturas-objeto realizadas en cartón (que reciclaba juntando por todos lados), terminándolas con una especie de cartapesta absolutamente personal tanto en la técnica como en la forma. Es en esta última etapa en que Enrique suelta su creatividad en forma más plena, inventa sus objetos mientras los construye y vuelca en ellos todo el color que tenían sus poéticas acuarelas.

Su exquisita ironía, su sentido del humor y su lenguaje metafórico de la banalidad y la sordidez lo unieron a algunos poetas como, entre otros, Juan Gelman y Arturo Carrera, que prologaron con poesías sus catálogos.

Enrique practicó una amistad de una manera profunda, con entrega y sin ambages. Y es a raíz de esa actitud que este grupo de amigos que nos reunimos en el club Nada hemos trabajado para concretar este homenaje a su obra y a su persona.

* Galerista, coorganizador de la muestra. Texto del libro catálogo. (En la foto: escultura sin título de 1988.)

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