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Miércoles, 2 de julio de 2008
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The age of understatement, de The Last Shadow Puppets

El rock pensado como película

Alex Turner, líder de Arctic Monkeys, se unió a Miles Kane, de The Rascals, para un seductor experimento de guitarra más orquesta.

Por Roque Casciero
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Turner hizo una pausa con Arctic Monkeys y sacó un disco inspirado.

A Alex Turner no hay con qué darle. Como si no le alcanzara con haber conquistado el Reino Unido con sus impresionantes Arctic Monkeys, en sus ratos libres este veinteañero de Sheffield se juntó con su amigo Miles Kane (de los ignotos The Rascals) y armó The Last Shadow Puppets, un dúo que desde su debut ya apunta a convertirse en algo más que un proyecto paralelo. En The age of understatement, la dupla se involucra con el pop orquestal de los ’60, de ahí que resuenen tanto el primer Scott Walker (y los Walker Brothers) y las bandas sonoras de las películas de James Bond. El carácter “cinematográfico” del disco no debería sorprender demasiado a quienes conozcan la única colaboración anterior entre Turner y Kane: este último tocaba el solo de guitarra de “505”, la canción que cerraba Favourite worst nightmare, segundo disco de los Monos Articos, de un modo conmovedor y frenético. Sólo que ahora, junto al productor James Ford, el arreglador Owen Pallett (quien ya trabajó con los Arcade Fire) y los veintidós músicos de la London Metropolitan Orchestra, los amiguitos llevan su afinidad musical hasta un paroxismo de violines y voces con cámara.

Es tentador decir que The Last Shadow Puppets suena como los Arctic Monkeys con orquesta, porque la voz de Turner es una marca demasiado fuerte como para pasar inadvertida y porque la de Kane, sencillamente, es la del hermano gemelo que el líder de Arctic Monkeys no tuvo. Cuando los TLSP pisan el acelerador, como en “I don’t like you anymore”, la similitud entre las dos bandas de Turner se torna evidente, pero también hay otras referencias posibles. Las atmósferas retro, por ejemplo, están más cerca de The Coral que de los AM y por momentos recuerdan a aquel David Bowie que quería parecerse a Jacques Brel. Por eso, aunque uno sepa que Turner y Kane no parecen dispuestos a abandonar el “uniforme” de camisa y jean, The age... trae a la memoria tardes con celuloide en blanco y negro, con protagonistas en smoking cual jovencísimos Sean Connerys.

Todo eso queda claro desde el trepidante comienzo con “Age of understatement”, en el que la batería galopa sobre las cuerdas como si se tratara de un western. En “Calm like you”, en cambio, invitan a bailar un vals pero con un vinilo al que se le aceleraron las revoluciones por minuto. “Separate and ever deadly” tiene esos cortes y cambios de rumbo que tan bien les salen a los Monkeys, mientras que el cierre íntimo con “Time has come again” mezcla las voces mellizas con una guitarra acústica a la que realzan los violines del final. Los arreglos orquestales, de una precisión y belleza casi imposibles de hallar en el rock actual, no son un mero detalle decorativo sino el esqueleto sobre el que se asientan las canciones. Y por si alguien todavía no se había enterado, justamente hacer canciones redonditas es lo que mejor le sale a Alex Turner.

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