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Miércoles, 19 de noviembre de 2008
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Jazzcuba, una colección imprescindible

El cofre del tesoro de Cuba

Así puede entenderse esta serie de ocho discos, que nunca antes se habían editado fuera de la isla: material invaluable de Chico O’Farril, la Orquesta Cubana de Música Moderna, el Combo de Chucho Valdés, Cachaíto y Bebo Valdés.

Por Diego Fischerman
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La serie Jazzcuba viene a cubrir varios baches en una obra riquísima.

A mediados del siglo pasado, algunos músicos de jazz, entre ellos Charlie Parker y Dizzy Gillespie, comenzaron a incorporar elementos musicales –y también intérpretes– cubanos al jazz. Pero ese género tenía, en la isla, una historia casi tan antigua como en Estados Unidos. Dicen algunos que ya en 1892, cuando llegó el ejército norteamericano a la isla, algunos soldados llevaron allí el blues y el naciente jazz. Y en la Cuba republicana, que en muchos aspectos funcionó como gigantesco casino para los Estados Unidos, con la profusión de vida nocturna, bailes y orquestas, ese jazz que el tiempo terminó identificando como “latino” creció y tomó impulso propio.

Más allá de los nombres de Chano Pozo, Chico O’Farril y, más cerca, Irakere y sus posteriores despojos, es muy poco lo que ha llegado a Buenos Aires de una discografía profusa y con algunas ediciones notables. La colección que Warner acaba de editar localmente, recogiendo grabaciones realizadas en Cuba y con el nombre de Jazzcuba, llena algunos de los baches, comenzando por el fantástico O’Farril, un compositor y arreglador con obras sorprendentes, como sus “Descargas Nº 1” y “Descarga Nº 2” (descarga es la palabra cubana para jam se-ssion) o el bellísimo “Undercurrent Blues” que grabó Benny Goodman. Y se destacan las grabaciones de una big band impactante, la Orquesta Cubana de Música Moderna fundada en 1967, dirigida por Armando Romeu y luego por Rafael Somovilla, que fue patrocinada por el Ministerio de Cultura y por la que pasó toda la plana mayor de Irakere: el pianista Chucho Valdés, el saxofonista Paquito D’Rivera y el trompetista Arturo Sandoval. También aparece en la colección el otro grupo que antecedió a Irakere, el Combo de Chucho Valdés, un septeto que apenas dejó algunas grabaciones de 1964 y donde tocaban D’Rivera y el guitarrista Carlos Emilio Morales.

Los ocho títulos de la serie que se publicaron en Argentina (hay otros, como el de Rubén González con Los Papines, que no fue editado aquí), con buenas presentaciones y excelente restitución sonora, recorren parte del archivo del sello Egrem, trazando un mapa que va desde finales de la década de 1950 hasta mediados de la de 1970, salvo unos registros de 1981, de Chucho Valdés y su quinteto. Ninguno de estos discos se había editado antes fuera de Cuba: en orden cronológico, el primero es el dedicado a O’Farril, con registros de 1957 de obras propias, como las “Descargas”, y de arreglos de piezas populares como “Mujer” o “La cucaracha”. El legendario contrabajista Orlando López, más conocido como Cachaíto, aparece en grabaciones junto al quinteto Los Amigos, fundado en 1958 por el baterista Guillermo Barreto, y en registros junto al pianista Peruchín (Pedro Peruchín Jústiz). Otro disco reúne grabaciones de Bebo Valdés e Israel Cachao López y en los cuatro restantes aparece Chucho Valdés al piano: las grabaciones con su Combo, las que este grupo hizo acompañando al cantante Guapachá, el de la Orquesta Cubana de Música Moderna y uno dedicado a Irakere, con registros de 1976.

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