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Miércoles, 25 de marzo de 2009
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E. S. P., un álbum excepcional de un músico excepcional

Miles, el disco indiscutible

En la carrera de Davis hay varios hitos y obras que no admiten relativización. Pero Wayne Shorter en saxo tenor, Herbie Hancock en piano, Ron Carter en contrabajo y Tony Williams en batería terminan de conformar un equipo insuperable.

Por Diego Fischerman
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E. S. P. nunca había sido editado en la Argentina.

Algunos dicen que no era un gran trompetista. Lo comparan con la capacidad de explosión y la facilidad para los registros extremos de Dizzy Gillespie. Por supuesto, no es cierto. En las ocasiones en que tenía –en que él consideraba que tenía– que utilizar más notas, lo hacía. Pero, en realidad, el hecho es irrelevante. Porque Miles Davis tocaba de la mejor manera posible eso que sólo él tocaba. Y además tuvo una virtud altamente infrecuente. Estuvo en el lugar y en el momento indicados, y no una vez sino en todas las ocasiones en que el jazz cambió de rumbo. Es más, cabe la bien fundada sospecha de que fuera precisamente él quien lo hacía cambiar.

Las maneras de entender el jazz a partir de la segunda mitad del siglo XX han sido favorables con Miles. Para el espíritu de revolución que se adueñó de los modos de valoración en el arte, nadie como él, que a lo largo de una carrera de cuarenta años jamás se estancó en ningún estilo. Alguien que empezó siendo el más joven, entre “veteranos” como Charlie Parker o Gillespie, y acabó tocando con músicos que podrían haber sido sus hijos y que, estilísticamente, en efecto lo eran. El bop lo encontró junto a Parker; el hard bop con Horace Silver; el cool con Gerry Mulligan, Gil Evans y John Lewis y, a partir de allí, sería parte de movimientos que llevarían su propio nombre. Kind of Blue, el disco más consensuado de la historia del género, el único que forma parte de todas las listas, es suyo. Y en el cuadro de honor de los mejores grupos, por lo menos dos llevan la firma de Miles: el quinteto de los cincuenta, con Coltrane en saxo tenor, y el del ’64 al ’68, con Wayne Shorter en saxo tenor, Herbie Hancock en piano, Ron Carter en contrabajo y Tony Williams en batería.

El punto de partida de ese grupo extraordinario fue en una gira europea. Y la primera grabación es la eternizada en Miles in Berlin, que registra la actuación en esa ciudad, el 25 de septiembre de 1964. Y en enero del año siguiente el grupo realizó su primera grabación de estudio. El disco, inusualmente largo para la era del LP de vinilo, duraba casi cincuenta minutos. Además, todos los temas eran nuevos. Y Miles lograba allí una operación genética de alto riesgo y resultados explosivos al juntarse con algunos de sus mejores vástagos. Hancock y Shorter no sólo estaban entre los mejores instrumentistas existentes sino que se destacaban como compositores. Carter y Williams, que ya venían tocando con Davis desde un tiempo antes, brindaban una base de excepcional riqueza. El baterista, entonces de 19 años, abría además un tema, “Agitation”, con un solo espectacular. El disco comenzaba con la pieza que le daba título, “E.S.P.”, compuesta por Shorter, y abría una de las etapas más importantes de la etapa del jazz. Luego vendrían Miles Smiles, Sorcerer, Nefertiti, In the Sky y Files de Kilimanjaro. Y otros tres discos, Directions, Circle in the Round y Water Babies, recogieron temas no incluidos en ninguno de ellos y, en algunos casos, con el agregado de algún músico y la incorporación de Chick Corea y Dave Holland. E. S. P. nunca había sido editado en la Argentina hasta ahora. Sony-BMG acaba de publicar, junto a ese disco inaugural, al que cierra ese período, Water Babies. Ambos están entre lo mejor del jazz. Pero E. S. P., más allá de la canonización de Kind of Blue, tal vez sea el mejor disco que Davis hizo en toda una carrera dedicada a hacer grandes discos.

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