Página/12 :: espectaculos

8-Get lucky

Mark Knopfler. Universal

A los 60 años, el ex Dire Straits ya está más allá del bien y del mal, y cada disco que saca es una reafirmación de esa sentencia. Naturalmente más intimista y menos explosivo que en los ’80, este Knopfler solista jamás hará pasar un mal momento a quien lo escuche. Hasta es posible imaginarlo componiendo este puñado de canciones en las que revisita, con su inimitable buen gusto interpretativo, los folklores de EE.UU. y Gran Bretaña. Transmite el placer de seguir haciendo música. Queda claro que lo mejor ya lo hizo. Pero no pierde la dignidad. F. D.

7-Remanso

Lucas Sedler. PopArt Music

El músico que antes de cumplir los 20 ya se había revelado como un virtuoso de la guitarra parece querer despegarse del peligro pirotécnico que acecha a los de su estirpe. En Remanso, Sedler baja un cambio y da cuenta de una auspiciosa versatilidad, tanto en el plano interpretativo como en su rol compositivo. Con Don Vilanova como invitado, el guitarrista utiliza el blues como disparador estético, para navegar luego por el rhythm & blues y dejarse atrapar por cierto espíritu jazzero. Siempre en un plan de serenidad que se agradece. F. D.

9-Milton Nascimento & Belmondo

Idem. RP Music

La música de Milton Nascimento es una de las más originales e interesantes de los últimos cuarenta años. A distancias iguales del folklore del norte brasileño, de Los Beatles y del jazz que muy tempranamente lo valoró (y al que él se acercó con entusiasmo) sus canciones son el material a partir del cual los hermanos Belmondo –el trompetista Stéphane y el saxofonista y flautista Lionel, figuras centrales del jazz francés– se unen a Milton para conseguir un disco bello e intenso. D. F.

8-Ida y vuelta

Ernesto Snajer y Palle Windfeldt. Arlyd

Un guitarrista argentino conoce a otro guitarrista dinamarqués, pegan onda, comienzan a tocar juntos, los encuentros se mantienen durante veinte años, Egberto Gismonti los descubre y edita una recopilación de sus temas. Si la historia de este dúo transoceánico da testimonio de aquello de que la música no reconoce fronteras, su obra refuerza esta idea. Hay aire de zamba o de malambo, milonga o tango, influencias del pop, del jazz, de eso que se llama fusión. Y hay, sobre todo, libertad para mostrar virtuosismos personales, sin que el encuentro devenga en duelo. K. M.

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