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Miércoles, 9 de diciembre de 2009
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Batea

El estallido del punk rock

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En los cien días que duró, el Roxy de Londres fue el refugio de los punks, el lugar donde encontrarse con la energía desmadrada que los músicos escupían desde el escenario. En esos días, un negro enorme con dreadlocks llamado Don Letts era el DJ que, entre vomitadas de alfileres de gancho de las bandas, ponía discos de reggae, una música por entonces tan alienígena y marginada como el punk en la capital inglesa. “La energía punk es muy infecciosa: querés ser parte de eso, no ser sólo un fan”, le dijo Letts a este diario en 2006. “Y como todo el mundo agarraba la guitarra, enseguida el escenario estuvo lleno. Entonces decidí tomar una cámara Súper 8 y filmar a las bandas que me gustaban.” Salvo el registro de los Sex Pistols –hecho en el Green Cinema el 3 de abril del ’77, el día que debutó Sid Vicious–, todos las filmaciones de las bandas fueron hechas en el Roxy. Los Clash (a los que luego Letts seguiría en extenso), Siouxie & The Banshees, los Heartbreakers de Johnny Thunders (ex New York Dolls), los Generation X de Billy Idol, las beligerantes Slits, el transexual Wayne County y bandas menos conocidas como Eater, Alternative TV, X-Ray Spex y Slaughter & The Dogs tuvieron sus momentos en el celuloide que Letts acumuló hasta que se hizo evidente que necesitaba darle formato de película. Con lógica, la llamó The Punk Rock Movie, ya que no había otra que tuviera que ver con esa generación. Para Letts fue el inicio de una carrera cinematográfica, siempre cerca de la mirada punk: hizo videos de los Clash, el documental sobre éstos llamado Westway to the World, y otro titulado Punk: Attitude (ambos se vieron en diferentes ediciones del Bafici). Pero la película que Selecta acaba de editar en DVD, con sonido a menudo saturado y sin “trabajo de cámaras” porque Letts contaba con una sola, conserva a la perfección el espíritu de los años en que un montón de tipos con crestas y bronca contra el mundo salieron a cantar que no había futuro posible. “Soy un producto y un ejemplo viviente de la actitud punk”, decía Letts hace tres años. Y nadie que vea este lejano debut cinematográfico podrá cuestionarlo: el registro es tan áspero como las bandas que aparecen en la pantalla. E igual de revulsivo y atractivo.

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