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Miércoles, 9 de diciembre de 2009
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Vinagre y rosas, lo nuevo de Joaquín Sabina

Amores perdidos y encontrados

El cantautor ofrece todo lo que se espera de él, en letra y música. Tanto, que por momentos puede sonar muy parecido a otras canciones ya escuchadas muchos años atrás. Sin las armas de los excesos y la desmesura, Sabina da vueltas aquí sobre la temática amorosa.

Por Karina Micheletto
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Sabina transita baladas y blues, toques de rumba y tango.

Sabina by Sabina, con todos los riesgos y ventajas que ello implica, podría ser el slogan que resume de qué va el nuevo disco del hombre de Ubeda más amado por los argentinos. En su nuevo Vinagre y rosas, Sabina ofrece todo lo que se espera de él, en letra y música, en métrica y melodía. Tanto, que por momentos puede sonar tan parecido a otras canciones que ya escuchamos, pero varios años después. De regreso ya de aquella temporada negra que casi lo saca definitivamente de escena, a Sabina le toca enfrentar ahora el difícil intríngulis del redimido: cómo volver al ruedo sin las armas del exceso y la desmesura como tópicos, cómo rearmar el lugar desde el cual cantar y contar, siendo dueño de una obra en la cual lo dicho es fundamental.

Queda, desde luego, el amor. El amor perdido y encontrado, el pasado, presente y futuro. El amor por la que pudo haber sido, por la que nunca pudo ser, por la que definitivamente es. Y también el amor por una hija que se descubre ya adulta, como en “Ay! Carmela”, una de las mejores letras del disco (y una suerte de continuación de “Ay! Rocío”, de su disco anterior, Alivio de luto). En dupla autoral con el poeta Benjamín Prado, Sabina recorre de distintas maneras este viejo asunto del amor. Homenajea también lugares como Praga, la ciudad donde, según revela, concibió la mayoría de las canciones del disco (“Cristales de Bohemia”), a amigos como el poeta Miguel Angel González (“Menos dos alas”), o a Violeta Parra (“Violetas para Violeta”, sobre la estructura de la canción “La carta” de la chilena, que resulta una de las letras más flojas, y que grabó como invitado de Mercedes Sosa en Cantora, el último trabajo de la tucumana).

El cantautor ha presentado este Vinagre y rosas como “su propio ADN”, y la definición es justa, también en lo musical. Secundado por sus inseparables Antonio García De Diego y Pancho Varona transita baladas y blues, toques de rumba y tango, y suma en dos temas que recurren al rock and roll al grupo madrileño Pereza, también en la producción de estas canciones: “Tiramisú de limón” –el corte de difusión del disco– y “Embustera”.

“Lo de ‘Tiramisú de limón’ tiene que ver con algo que no pega, algo que es dulce y agrio al mismo tiempo. Es la misma idea que ‘Vinagre y rosas’”, ha explicado Sabina, y desde esta fórmula poética aborda varios de los versos del disco. La voz de Joan Manuel Serrat, su compañero en la fructífera aventura de Dos pájaros de un tiro (aquella con la cual llegó a la Argentina en su última visita) aparece con un cameo musical en los coros de “Tiramisú...”, en una suerte de velado guiño cómplice.

Durante enero y febrero del año próximo, Sabina vendrá a presentar este disco por estas tierras en las que juega de local (la gira comenzará el 15 de enero en Trelew, el 20 hará pie en el estadio de Boca y seguirá por Mar del Plata, Córdoba, Santa Fe y Mendoza, entre otros puntos). Traerá estas catorce canciones Sabina by Sabina. El público, seguramente, pedirá por aquellas con las que empezó todo.

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