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Miércoles, 24 de febrero de 2010
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Deutsche Grammophon editó dos CD de Martha Argerich

Pianista en estado de gracia

A las grabaciones inéditas de Argerich Plays Chopin, que documentan el comienzo de su carrera, se suma el formidable Martha Argerich/ Nelson Freire. Salzburg, que muestra su deslumbrante presente. Un combo que resulta sencillamente irresistible.

Por Diego Fischerman
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Argerich, una de las más grandes pianistas de la historia.

En 1957 Martha Argerich, a los 16 años, ganó, con tres semanas de diferencia, dos de los concursos más importantes del mundo, el Busoni de Bolzano, que venía de ser declarado desierto durante siete años consecutivos, y el de Ginebra. En 1965 ganaría el Chopin de Varsovia y un año después, luego de ser despedida, al finalizar un concierto en esa ciudad, con el “Slata Lat” (que viva 100 años) que hasta ese momento sólo se le había cantado en una situación similar a Arthur Rubinstein, y de debutar en los Estados Unidos, llegaría su primer disco para la Deutsche Grammophon. Las grabaciones de piezas de Frédéric Chopin que acaba de editar ese sello, tomadas de transmisiones radiales de 1959 y 1967, aportan las piezas faltantes de aquel comienzo fulminante.

Pocas veces la expresión “estado de gracia” podría resultar más adecuada que ésta. A los 17 años, en enero de 1959, Argerich actuó en la Radio de Berlín, tocando la Ballade Nº 1 en Sol Menor Op. 23 de Frédéric Chopin. Y una de las características más asombrosas de su manera de tocar, esa especie de secreta demora infinitesimal que da a cada nota una cierta cualidad improvisatoria, allí está a flor de piel. El resto de los registros, siete Mazurkas, dos Nocturnes y la Sonata Nº 3 en Si Bemol Menor Op. 58, fueron realizados en Berlín y Colonia en 1967, por una intérprete de 26 años y madurez excepcional. En la música de tradición escrita siempre resulta esquivo el lugar de la interpretación. Qué es lo que hace que unas mismas notas, con una misma relación entre sus duraciones, puedan sonar tan distintas unas veces de otras y, sobre todo, qué es lo que hace que en algunas ocasiones puedan resultar verdaderamente electrizantes, es algo cercano al misterio. Y si algo caracteriza a Argerich es la acentuación de ese misterio hasta el límite de lo posible. Por algún motivo, Argerich es única. Puede pensarse en los ataques de cada sonido, en la relación entre la velocidad del retroceso de la tecla y el uso del pedal y, sobre todo, en una sensibilidad extraordinaria, pero nada de eso explica, por sí solo, esa manera de tocar que la coloca entre los más grandes pianistas de la historia.

Si las grabaciones inéditas de Argerich Plays Chopin documentan el comienzo, el formidable Martha Argerich/ Nelson Freire. Salzburg, también publicado localmente por Deutsche Grammophon, muestra su deslumbrante presente. Los dos pianistas se conocieron en la juventud, cuando ambos se presentaban en concursos, y la empatía entre ellos, cuando tocan a dúo, roza lo sobrenatural. Es casi imposible distinguir a uno del otro, las intenciones son adivinadas más que escuchadas y el grado de compenetración es absoluto. Las Variaciones sobre el Coral de San Antonio de Haydn, escritas por Johannes Brahms para orquesta y transcriptas por él, como prácticamente toda su obra, para dos pianos, las Variaciones Sinfónicas Op. 45 de Sergei Rachmaninov (también en versión para dos pianos), el Rondo en La Mayor D 951 de Franz Schubert y la versión para dos pianos de La valse de Maurice Ravel conforman un disco de valores infrecuentes.

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