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Miércoles, 12 de octubre de 2011
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El mezcal y la cobra, lo nuevo de Catupecu Machu

Algo de azar, nada de suerte

Por Eduardo Fabregat
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CM tiene canciones más allá de la mera energía, plenas de matices.

Es de agradecer que, cada cierto tiempo, Catupecu Machu vuelva a dar una buena excusa para decir que es una banda necesaria. Por personalidad, por ambición, por identidad sonora, por la extraña vibración de sus canciones y la curiosa narrativa de sus letras: la agrupación que hoy conforman el guitarrista y cantante Fernando Ruiz Díaz (que sigue incluyendo a su hermano Gabriel en los créditos), el tecladista Macabre, el bajista Sebastián Cáceres y el baterista Agustín Rocino sigue siendo protagonista del rock argentino no-tan-reciente por derecho y por valor artístico.

Por eso no puede extrañar que El mezcal y la cobra, flamante álbum de CM en multiformato (descarga digital, CD, CD + DVD con documental y clips, y vinilo), sea otro disco digno de escuchar, disfrutar y volver a escuchar para descubrir múltiples matices. Y recomendar. De “El mezcal y la cobra” a su reversión relajada de “Shakulute peruano”, el cuarteto ofrece un nuevo recorrido en el que las marcas de identidad no deben confundirse con el concepto de repetición de fórmulas. Catupecu no se repite, hace uso de una manera particular de abordar el ejercicio de la canción. Que tiene su conocido pilar de pura energía, eso que exhudan “Metrópolis Nueva” –tremendo single–, “Baile guerrero - Golpe certero” o “El toro terciopelo”; pero se sabe que la energía es solo una de las herramientas de Ruiz Díaz & Co.

Y entonces, para quien quiera acceder a los mensajes más profundos de El mezcal y la cobra, se recomienda comenzar por “Danza de los secretos”, capaz de combinar lo inquietante con lo bello sin conflicto y con elegancia; o visitar “Vi llover”, otro de esos ejercicios en los que la cuerda sin electrificación puede decir más que un sonoro guitarrazo; o el brote de bases tecno en “Aparecen cuando bailamos”, el reposado paisaje que dibuja “Musas”... y la cuenta sigue, y da una idea de cuánta tela deja para cortar el octavo disco de la banda.

“Mucho librado al azar, nada librado a la suerte”, canta Fernando en el tema que titula el disco. Y la sutileza de ese matiz entre lo que es el azar y lo que es la suerte bien puede servir como colofón para lo que aparece, ya, como uno de los lanzamientos destacados del rock argentino cosecha 2011.

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