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Miércoles, 24 de octubre de 2012
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El objeto antes llamado disco, nueva joya de Café Tacvba

La vida y su forma circular

En su flamante álbum, el cuarteto mexicano regresó conscientemente a su origen: hay ritmos programados, producen Santaolalla-Kerpel, volvieron los ritmos folklóricos y, sobre todo, la frescura cancionera. Pero, más que de un paso atrás, se trata de un nuevo comienzo.

Por Roque Casciero
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En más de dos décadas de carrera, los mexicanos Café Tacvba han logrado la improbable tarea de reinventarse a cada paso sin por ello perder identidad. Basta ver imágenes de sus comienzos para notar qué diferentes están Rubén Albarrán, Joselo y Quique Rangel y Emmanuel Del Real, pero a la vez qué idénticos en esencia. Por otra parte, no han hecho sino multiplicar esa inasible cualidad por la cual Café Tacvba es mucho más que la suma de sus integrantes: las canciones de uno se resignifican en las manos o la voz del otro. Siempre ha sido así, pero nunca se notó tanto como con El objeto antes llamado disco, donde el cantante –que para la ocasión aparece con su nombre y no el de un personaje– no le pone la firma a ninguna letra y, sin embargo, parece exponer su alma en cada una de las canciones.

El detalle es que la reinvención de Café Tacvba, esta vez, pasa por un acercamiento consciente a... Café Tacvba. Hay muchos vínculos que unen a El objeto antes llamado disco con el inicio del cuarteto de Satélite. Volvió la dupla Santaolalla-Kerpel a la producción, retornaron los ritmos programados, hay aires del folklore latinoamericano que hacía rato no se escuchaban en sus álbumes... Pero, por sobre todas las cosas, reapareció esa frescura cancionera que les permite inocular en el oyente casual temáticas que van desde la ecología encarada de manera no dogmática hasta las dualidades del ser. La idea de grabar con público (en Buenos Aires, Santiago de Chile, el DF mexicano y Los Angeles) dio el resultado esperado: cada canción parece haber encontrado su punto justo durante las sesiones, con el intercambio de energía del vivo y el control del estudio.

El título del álbum ironiza sobre el estado de la industria discográfica, sí, pero además es un ejercicio de ambigüedad típico de una banda que alguna vez grabó un doble llamado Revés/Yosoy. “Andamios”, la segunda canción –en la que Albarrán y Del Real comparten las voces–, se mete en esos terrenos: pide ver “qué hay detrás de lo real”, plantea que el “escenario” de la vida corriente no es más que una construcción “de cartón piedra” que se resquebraja y siembra la duda sobre la identidad y la percepción del narrador. “¿Habrá regreso a esta realidad, a este lado de lo real?”, concluye. Y enseguida empieza “De este lado del camino”, en una suerte de continuidad a lo Moebius (“fui sembrando en el camino/ soy-no soy un campesino”), sólo que ahora el repaso de la vida resulta en un “me amo” que no es egoísta sino una reafirmación personal.

La monumental “Volcán” cierra el álbum abordando el final de una relación con una poética que le rehúye a la cursilería para ubicarse en la madura espiritualidad de quien ya lleva tiempo transcurrido. Pero nada de ubicarse en el pedestal: “Yo busco”, la pieza más pop y bailable del álbum, plantea al autor “buscando a tientas algo más allá” junto al resto. Tal vez esa evolución deseada esté en alimentarse de la carroña de la civilización para llevarla a un estadio superior, como plantea la fantástica –en ambos sentidos de la palabra– “Zopilotes”: lo que era un cuento de ciencia ficción de Joselo se transformó en una parábola mística en la voz de Albarrán. “Olita de altamar”, en cambio, es un aire del altiplano en la era del folk digital que tiene la grácil levedad de una tarde en la arena, y “Aprovéchate de mí” confirma a Meme Del Real –de notable trabajo en teclados y programaciones– como el gran romántico de los Tacvba, después del hitazo “Eres”. Eso sí, Joselo le hace bastante fuerza con “Espuma”.

¿Es demasiado exagerado comparar a este flamante trabajo con Re, esa maravilla que Café Tacvba parió en 1994? Quizá, especialmente en cuanto a inmediatez, pero los puntos de contacto mencionados se vuelven imposibles de soslayar. Como ellos mismos dijeron en aquella obra maestra, la vida siempre vuelve a su forma circular. Bienvenidos al nuevo giro de un objeto todavía llamado disco.

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