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Miércoles, 10 de julio de 2013
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Con More Light, Primal Scream mira atrás y al futuro

Ojos y oídos bien abiertos

El combo británico liderado por Bobby Gillespie redefinió su forma y sus objetivos, y la revisión del exitoso Screamadelica ayudó a encontrar la brújula. Por eso, su flamante álbum es el más contundente y redondo en más de quince años.

Por Roque Casciero
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En sus dos primeros álbumes, los Stooges liderados por un jovencísimo Iggy Pop publicaron sendas canciones tituladas “1969” y “1970”: allí se reflejaban los sentimientos de desazón y hastío de chicos suburbanos “sin nada que hacer”. Bobby Gillespie, cantante y factótum de Primal Scream, dejó de ser un chico hace rato, pero abre el nuevo disco de la banda con una canción en tiempo presente: “2013”. Y en un contexto que hace imaginar a aquellos Stooges salvajes tocando krautrock (con la ruidosa guitarra de Kevin Shields, líder de My Bloody Valentine) presenta un informe de situación devastador: “Esclavos del siglo XXI”, arranca, y se mete con el punk rock sin espíritu revolucionario, con la falta de voces de disenso (“supongo que estarán haciéndose ricas”), el asesinato de la contracultura, los soldados muriendo, los petroleros convertidos en criminales de guerra, mentiras y verdades... Y al final, grita: “¡Abran los ojos!”.

No hubiera quedado bien que lo hiciera él, pero también podría haber agregado un “abran los oídos”. Y sería un buen consejo, porque el flamante More Light es un disco al que hay que prestarle atención, quizá lo más contundente y redondo que Primal Scream haya entregado desde Vanishing Point (1997). La banda redefinió su forma y su objetivo durante los últimos años, con varios cambios de músicos y una gira –que la trajo a Buenos Aires– en la que repasó Screamadelica (1991), el magistral trabajo en el que copularon desvergonzadamente el rock y el acid house. Y esa situación “revisionista” les hizo bien a Gillespie y compañía: en cierto sentido, el nuevo trabajo suena como un compendio de lo que el combo británico ha sido en más de un cuarto de siglo. Pero buena parte de esa razón de ser del grupo es mirar al futuro, lo que aleja cualquier posibilidad de “viejazo” o de intento de ordeñar una ubre seca.

La temática de las letras no difiere mucho de las consignas que Gillespie escupe en “2013” (una de las canciones se llama “Culturecide”), aunque no siempre ataca a la yugular sino que pinta perspectivas más micro (“Tenement Kid”). El nombre de Margaret Thatcher aparece más de una vez, en clara actitud beligerante contra tanta despedida elogiosa a la ex primera ministra británica. Pero lo cierto es que More Light pone a mover la patita porque transpira groove, tanto cuando la banda rockea (como en la oscura “Hit Void” o “Sideman”) como cuando aborda el blues desde una perspectiva propia (la mencionada “Tenement Kid” o el vudú de “Elimination Blues”, con voces del mismísimo Robert Plant). Nunca hay demasiadas etiquetas a las que apegarse: Primal Scream ha hecho una marca de fábrica las melanges de estilos, a veces con resultados muy inferiores a los que logra en esta ocasión. “Invisible City”, por ejemplo, cruza electropop, punk rock y vientos funky. Y la irresistible “It’s Alright, It’s Ok”, que cierra el disco con una sonrisa en el rostro de quien la escuche, trae esa suerte de gospel enfiestado que transporta de inmediato a Screamadelica. “No me importa el mañana/ cuando me siento así hoy./ La falsa nostalgia por el pasado de otro/ nunca ha sido lo mío./ No creas en lo que te dicen/ dejá que tu deseo sea tu guía/ No tiene sentido simular/ cuando sabés que está muerto”, canta Gillespie. Ojos y oídos abiertos, entonces.

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