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Martes, 1 de abril de 2014
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Anónima, el tributo de Silvia Iriondo a Leda Valladares

La tradición refundada

Lejos de ensayar una interpretación ajustada a formas originarias, la cantante logra un tesoro nuevo: reinterpreta canciones creadas por todos y por nadie, otorgándoles nuevos colores.

Por Karina Micheletto
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El gesto de Silvia Iriondo es el de tender un eslabón más en la cadena Anónima.

Mi canción viene de lejos
de los principios del tiempo;
testigo soy, y mi sombra
de la plegaria del viento.

El verso con el que abre el arte de tapa del disco, y que es parte de la chacarera que le da nombre, adelanta lo que es el corazón de este trabajo, el punto de partida que dispara un abordaje de cuidada elaboración. Esa canción que viene de lejos, guardada desde los principios del tiempo en la forma popular de la oralidad, cuidada y finalmente recopilada por aquellos testigos de esa arte, es la que Silvia Iriondo, con tanta delicadeza y buen gusto como riesgo artístico, toma para dar forma a su nuevo trabajo, Anónima. Se trata de un tributo a Leda Valladares, aquella incansable buceadora de las tradiciones custodiadas en los cerros, cultora y difusora del canto con caja y recopiladora de coplas. A partir de este tesoro, lejos de ensayar una interpretación ajustada a las formas originarias, Iriondo logra un tesoro nuevo y original, el de estas canciones reinterpretadas con otros arreglos y exploraciones vocales, otros instrumentos y otros colores. Un paso adelante que dialoga con una tradición en constante fuga.

La apuesta de Iriondo rinde fruto junto a Federico Arreseygor en piano, Horacio Hurtado en contrabajo y Fernando Bruno en percusión, un trío sólido al que se suma el aporte de músicos invitados: el piano de Carlos Aguirre, las guitarras de Quique Sinesi o del Dúo Yvyrá. Y también voces como la de Teresa Parodi, tan bien elegida para sumarse a la tonada cuyana “Pobrecita la pastora”, una profunda poesía anónima de esas que describen todo un paisaje social, pintando una simple historia de vida, una como tantas. O ese afinadísimo coro de niños de la Escuela Pública Nº 6 que termina de dar el clima logrado en el huayno del altiplano boliviano “La vicuñita”, hermoso tema que abre el disco, entre otras intervenciones.

Copla, huayno, vidala, baguala, carnavalito, tonada, chacarera, zamba, yaraví, pasacalle y kaluyo suenan en este disco. Ritmos y versos creados por todos y por nadie, que han viajado por los tiempos y las geografías, de fiesta en fiesta y de región en región, permaneciendo y mutando, de generación a generación. El gesto de Iriondo es el de tender un eslabón más en esa cadena Anónima, y por cierto se evidencia un serio trabajo de investigación para avanzar en estas nuevas versiones a las que ahora ha puesto un nombre propio, en el trabajo de arreglos instrumentales y vocales, de intervenciones o, como en el caso de la chacarera que da nombre al disco, cuya música Leda Valladares recopiló en Santiago del Estero, ha dotado de una letra que se asume “Anónima”: “Mi canción viene de lejos, de los principios del tiempo...”.

Siempre cuidando el espesor de su origen y con un trabajo vocal especial para cada caso, Iriondo abre un nuevo horizonte para cada una de las quince canciones que integran este disco. A la más difundida “Tuita la noche”, por ejemplo, la saca de esa marca festiva de topamiento del Carnaval (se trata de un kaluyo recopilado en Cochabamba). Pero mantiene una referencia a este origen en el comienzo del tema, como reproduciendo alguna vieja grabación de esta fiesta popular. A partir de allí, la cantante crea su propio y dulce recorrido junto a las formas de su trío, también con el marco coral de los niños. O en la zamba tucumana “Debajo de un sauce verde”, que ha sido interpretada con los diferentes versos que la tradición anónima le fue sumando (para explicar el destino de la copla, por ejemplo, Melania Pérez ha cantado algunos de esos versos en bagualas), hace lucir su voz junto al piano de Aguirre y la guitarra de Sinesi.

Este trabajo obtuvo el primer premio del Fondo Nacional de las Artes a la producción discográfica, y escucharlo es comprobar el motivo de este reconocimiento. De refundaciones como ésta está hecha la tradición folklórica.

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