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Miércoles, 16 de septiembre de 2015
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Prince vuelve a la carga con HITnRUN, el disco número 35 de su carrera

Para seguir reinando desde Paisley Park

Lanzado la semana pasada en la plataforma de streaming Tidal y ayer en tiendas virtuales y en CD, lo nuevo del multiinstrumentista estadounidense demuestra que siempre tiene algo interesante para decir. Y pone el acento especialmente en la pista de baile.

Por Eduardo Fabregat
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Esta es la segunda colaboración entre Prince y su banda femenina 3rdEyeGirl.

¿Qué puede hacer un tipo que, en 37 años de carrera, va por su disco número 35... y eso sin contar que uno fue cuádruple, otro triple y otros dos dobles, y que ha escrito no pocas canciones para otros artistas? ¿Qué es lo que sucede dentro de la enigmática cabeza de ese pequeño gran artista nacido en Minneapolis, que a veces responde al nombre de Prince Roger Nelson y a veces no? Es cierto: no todos los discos del morocho tienen el mismo nivel de inspiración, pero no caben dudas de su habitual sello de calidad interpretativa e instrumental. Y los últimos tiempos lo encuentran en un pico creativo, tras algunas mesetas del pasado y algún silencio llamativo para alguien con semejante hemorragia de canciones. El año pasado, Prince cortó una pausa discográfica de cuatro temporadas con un doble lanzamiento de características bien diferentes; menos de un año después, reaparece en las bateas reales y virtuales con HITnRUN Phase One. Y no es precisamente un trámite.

El multiinstrumentista está acostumbrado a sorprender. Cuando ya la industria empezaba a considerarlo un clásico algo aburguesado, Art Official Age y Plectrumelectrum, los discos lanzados simultáneamente el 30 de septiembre de 2014, vinieron a patear toda presunción. El primero abrevaba en su acostumbrada vertiente funk y soul, grabado casi exclusivamente en solitario; el segundo, plasmado junto a su nueva banda 3rdEyeGirl (Donna Grantis en guitarra, Ida Kristine en bajo y Hannah Welton en batería), era un volcánico torrente de canciones electrificadas, el mismo funk pero en versión adrenalínica y con un aire general rockerísimo. El combo fue celebrado por la prensa y el público como un reencuentro con el tipo que les ha marcado el camino a unos cuantos, capaz de diluir con su música las habituales chanzas sobre sus cambios de nombre, su militancia en los Testigos de Jehová o el celo policíaco con el que vigila la aparición de cualquier clase de material en la web.

HITnRUN se develó el martes pasado a través de la plataforma Tidal (la única con la que Prince, que eliminó sus canciones de Spotify y sitios similares de streaming, mantiene acuerdos de distribución), ayer apareció en CD y en tiendas virtuales, con el lógico ruido que produce algo nuevo del autor de cosas como Purple Rain, Around the world in a day, Sign’O’the times, Graffiti Bridge y Musicology. “Este es un disco para los fans más acérrimos de Prince”, señalaron las integrantes de la banda en una entrevista con la BBC. “Absolutamente para ellos, super funky y con un montón de sonidos experimentales; es un hit atrás del otro, hecho al gusto de esos seguidores que aman escuchar lo que Prince tiene para decir, antes que siempre escuchar ese sonido clásico a la Purple Rain.” No les falta razón, aun cuando en el fárrago de sonidos que inicia “Million $ Show” puede apreciarse claramente el “Dearly beloved...” que abría aquel disco de 1984. Y aun cuando a través de las once canciones del disco se encuentran claramente impresas las marcas de identidad del mejor Prince.

Curiosamente, esa canción de apertura es la que menos entusiasmo despierta: será el innecesario toque de AutoTune que se aprecia en la voz de Judith Hill (cantante que ya se ha dado el lujo de grabar con Prince y Michael Jackson) o el estribillo algo chicloso, pero lo cierto es que el primer track es apenas un aperitivo para los verdaderos platos fuertes. Y esta “Fase Uno” (¿cuánto tardará Prince en lanzar la “Fase Dos”?) abunda en ellos: quien quiera tomarle el peso rápidamente deberá dirigirse directamente al track 3. Con la participación de otra cantante invitada –la británica Rita Ora–, “Ain’t about to stop” contamina su infeccioso calor funk con un sonido de sintes francamente inquietante, esa clase de oscuro material que contrapesa los momentos más melosos de Prince y hace temblar los vidrios.

Y esa es la punta del iceberg. En rigor, la esencia de HITnRUN pasa por un territorio que Prince domina a la perfección, la pista de baile. Una de las grandes diferencias que marcó el doblete del año pasado fue la aparición de un coproductor, verdadera rareza si se tiene en cuenta la omnipresente frase “produced, arranged, composed & performed by Prince”. Más aún al reparar que Joshua Welton –pareja de la baterista– es un niño prodigio de 25 años, una característica que quizá haya atraído a Prince. En otra entrevista de la BBC, Joshua señaló que su relación comenzó en el plano de amistad y las charlas sobre espiritualidad, y que él fue el primer sorprendido por la oferta de trabajo del moreno. Y que la búsqueda para esta segunda coproducción fue mover los cuerpos: “Yo crecí rodeado de música, y en mi casa no bailar era un pecado. Con lo que creo que, sobre todo, con HITnRUN la gente se va a sentir movida a bailar. Prince es música andando, con lo que la clave fue estar siempre en el estudio, dispuestos para grabar lo que estuviera haciendo”.

Ciertamente, lo nuevo de Prince hace mover los pies. Con esos momentos de guitarritas alla James Brown como “Like a Mack”, bombo en negras como “Fallinlove2nite” (por momentos tan ochentosa), pasajes que invitan al salto en trance como “Shut this down” o con deformidades rítmicas como “X’s face”, el príncipe de Minneapolis presiona los botones adecuados con la sapiencia que dan los años y la capacidad de reinvención. Sí, aquí y allá deja caer sus acostumbradas baladas, como la soberbia reversión de “This could B us” (ya registrada el año pasado) o “Hardrocklover”, pero el objetivo danzable es bien claro. Lo que no quita que en varios momentos aparezca eso que distingue al artista por encima de los muchos instrumentos que toca: como David Gilmour desde el palo más rockero, cuando Prince ataca una nota en la viola hay siempre puesta una intención y un énfasis reservados a los que saben de verdad y han patentado un sonido.

¿Qué tiene para decir, entonces, un tipo que ya carga con 57 junios y ha dicho tantas cosas? Mucho, tanto como para editar un disco que deja claro que tipos como Pharrell Williams pueden tener grandes momentos, pero hay alturas que quedan reservadas a los grandes. En el siglo XX y en el XXI también, el pibe que se hizo a sí mismo y marcó rumbos en la música negra sigue reinando: el trono está en Paisley Park, pero el mundo es suyo.

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