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Una sana (o no tanto) envidia recorre cada tanto la rutina veraniega de los argentinos, al focalizar la atención sobre nuestros vecinos uruguayos: ¡qué manera de vivir el Carnaval! No se trata de la pompa escénica que gobierna las fiestas de cariocas y entrerrianos, sino más bien de una actitud, una suerte de catarsis de humor ligeramente melancólico, que se renueva todos los años. Como si fueran páginas de un diario sujeto a revisión permanente, las murgas funcionan a la manera de una gran crónica caricaturizada de la realidad. Agarrate Catalina y Curtidores de Hongos, cada cual a su modo, atraviesan la realidad de su tiempo con una dosis de ironía terapéutica. Todo lo que cantan y cuentan, aun la más filosa de las críticas, es absorbido como un antídoto de alegría.
Mucho de esto puede apreciarse en El fin del mundo, de Agarrate Catalina, y Sicodelia, de Curtidores de Hongos. Son los dos discos que, a partir de mañana, aparecerán con Página/12. Antes de aventurar apreciaciones estéticas, vale un dato estadístico que en Uruguay cotiza tanto como la progresión histórica de un clásico Peñarol-Nacional: en los últimos tres años, Agarrate y Curtidores se repartieron los primeros puestos en el concurso oficial del Carnaval uruguayo. No es una tarea sencilla ganar en el tablado montevideano: hay que lidiar con formaciones históricas, como Falta y Resto y Araca la Cana, además de atajar el surgimiento incesante de nuevas murgas.
Al escuchar El fin del mundo, que saldrá mañana con este diario, se entiende por qué Agarrate Catalina está considerada como la mejor murga joven del momento. La agrupación dirigida por Yamandú Cardozo, formada en 2001, revolucionó el ambiente murguero con su crudo realismo matizado con una frescura apabullante. Una feroz ironía recorre, por ejemplo, las dos partes de “Cucarachas”, en las que ponen a esos “bichos inmundos” como testigos de la destrucción del mundo, que los deja como únicos sobrevivientes. “Ojalá llegue el día que no existan ustedes los humanos / (...) que se pongan de acuerdo todos los chinos juntos, salten al mismo tiempo y hagan pelota el mundo”, cantan, apocalípticos, con música de Silvio Rodríguez. Aunque, vaticinan, hasta el fin del mundo llegará unos años tarde a Uruguay. En “Celulosa” proponen una mirada desdramatizada –pero lapidaria– del conflicto de las papeleras. No se salvan ni propios ni ajenos, ni porteños ni uruguayos ni finlandeses. Los fans bolivarianos pueden escuchar “Chávez”, donde el líder venezolano es diseccionado con una mezcla de mordacidad y ternura.
El domingo 25 saldrá Sicodelia, de Curtidores de Hongos. Siguiendo con el referéndum que se desprende de los números, habrá que decir que es la murga más ganadora del Uruguay, con 14 primeros premios y 18 segundos lugares. Claro que es la más antigua de todas: fue fundada en 1912. El origen de la agrupación no remite a vocaciones alucinógenas, sino a una vieja curtiembre montevideana plagada de hongos, aunque los fans eligen su propia lectura del asunto. Las letras de los Curtidores, no obstante, y más allá del título del disco, están bien plantadas sobre la tierra. “En una botella”, “La caída” y “El rey de los humillados”, entre otras, dan cuenta de una murga que está más allá de las modas.
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